Opinión

El enanito número 17 contra Feijóo

De la guerra de familia del PSdeG sale este domingo, con aparente ventaja para el sobrino de su tío, el décimo séptimo interlocutor del presidente de la Xunta en las fuerzas del centro-izquierda


EL PSOE gallego prosigue este domingo con el baile infernal del centro-izquierda, justo después de que el BNG, en paz, y En Marea, bajo la tempestad, hubiesen optado por detenerlo y no continuar con el imparable carrusel de cambios de dirigentes que tanto favoreció al presidente de la Xunta en las elecciones del año pasado. Se trató de un triunfo que él interpreta como el definitivo plebiscito a su política y su personal estilo de mando, pero en el que pesó tanto, o más a mi modo de ver, el esforzado regalo que le hicieron sus teóricos rivales en las urnas, pues le brindaron un paseo triunfal en el contexto menos propicio para las mayorías absolutas. Todo se resume en el cuento de Feijóo y los dieciséis enanitos, que son los oponentes e interlocutores que ha tenido en las fuerzas de oposición el de Os Peares desde que hace 11 años asumió la jefatura del PPdeG.

El concepto de enanito no se refiere tanto a la heterógenea talla de cada uno de ellos, pues en este club hay desde políticos de elevada valía y contrastada trayectoria, hasta auténticas lacras para sus organizaciones, como fueron los Vázquez de Bloque y PSOE. La clave está en que fueron tantos, que convirtieron a Feijóo en un gigante que ocultó su desgaste al medirse en 2016 con tres auténticos desconocidos para el gran público. Los enanitos son seis del BNG (Quintana, Aymerich, Guillerme Vázquez, Jorquera, Vence y Ana Pontón en dos etapas distintas), cuatro de En Marea y AGE (Beiras, Antón Sánchez, Yolanda Díaz y Luís Villares) y seis del PSdeG (Touriño, Pachi Vázquez, Besteiro, Méndez Romeu, Patricia Vilán y Leiceaga en dos etapas, sin contar a la actual presidenta de la gestora Pilar Cancela, cuyo papel fue más bien burocrático).

Esta noche se sabrá el nombre del número 17, Gonzalo Caballero, el sobrino de su tío, o Juan Díaz Villoslada, el hombre de los barones, sin que exista ninguna garantía de que el suyo será el nombre que figurará en las papeletas socialista de las elecciones autonómicas previstas para 2020. Esa incertidumbre procede no tanto del sinsentido del sistema de primarias dobles, que obliga a elegir tanto al líder del partido como el candidato en vez de hacerlo de una sola vez como en Portugal, sino sobre todo de la enorme inestabilidad interna en la que está inmerso el PSOE gallego desde 2009. 

Por su mayor bagaje político y tirón personal Gonzalo Caballero aparece a día de hoy como una opción electoral más viable que el gris e inexperto Villoslada, que es toda una incógnita, como el nombre que lanzó el señor de la chimenea, el barón del socialismo coruñés, Valentín González-Formoso, alcalde de As Pontes y presidente de la diputación, cuando renunció al liderazgo del PSdeG que tenía al alcance de la mano. Pero tanto las opciones futuras como para el día de hoy de Gonzalo están mediatizadas por su condición de sobrino de su tío Abel Caballero, quien no sólo va a tratar de que no gane su odiado pariente, sino que, de no lograrlo, le hará la vida imposible. En ese escenario se multiplicaría la tensión que ya existe entre la devaluada dirección gallega y las ejecutivas provinciales creadas hace ocho años. Si Gonzalo fuese capaz de liquidar esa estructura y volver a la comarcal, le haría un gran bien al PSdeG, aunque no parece que tenga fuerza para ello.

Y primero tiene que ganar. Tras absorber al otro aspirante inicial, Leiceaga, Gonzalo parte con ventaja, pues él y su socio recogieron en conjunto 4.109 avales, frente a los 1.790 de Villoslada. Sin embargo, en las firmas de Leiceaga se observó algún inflado artificial y no todos sus apoyos van a sumarse al bando del Caballero disidente, por lo que las fuerzas no están tan desequilibradas y hay espacio para la sorpresa. El PSdeG es el partido del más difícil todavía.

El segundo sanchismo se le vuelve respondón al propio Pedro Sánchez
Como antiguo y sempiterno líder del sector crítico en Galicia que fue hasta hace poco Gonzalo encarna el segundo sanchismo, el de la rebelión de las bases, aunque tenga mucha vieja guardia con él. Villoslada representa al primero, el del Sánchez que ganó en 2014 con el respaldo de Susana Díaz. Y todo apunta a que Sánchez está con Villoslada, es decir con la primera versión de sí mismo.

PP y BNG capitalizan la tensión de Cataluña
como jefe de la oposición en el Parlamento gallego preguntándole al entonces presidente Touriño sobre los efectos en Galicia de la redacción del nuevo Estatut de Cataluña que acababan de pactar en la Moncloa el presidente del Gobierno, en aquel momento José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la primera fuerza opositora en Cataluña, Artur Mas. En el marco de la campaña del PP contra ese pacto, que incluyó recogidas de firmas y terminó en el recurso ante el Constitucional que acabaría por impulsar al indepedentismo de forma exponencial, Feijóo afirmó que el Estatut supondría un coste anual para Galicia de al menos 500 millones de euros.

Así no sorprende que, tras el desafío lanzado por la Generalitat al seguir adelante con su intento de referéndum de autodeterminación del 1 de octubre pese a haber sido suspendido por el Tribunal Constitucional, Feijóo convirtiese el debate de esta semana del estado de autonomía en buena medida en una sesión sobre la cuestión catalana. Lo hizo con el doble objetivo de afirmarse en el conjunto de España como un defensor de la unidad del Estado desde una de las tres nacionalidades históricas y también de fustigar a la oposición, sobre todo a BNG y En Marea, por su apoyo al referéndum.

En esa labor de castigador el secretario general del PP Miguel Tellado fue el viernes más allá y afirmó que los «apoyan a los golpistas también lo son». Ya la acusación de Feijóo de llamar golpista al gobierno catalán presentaba varios problemas, pues obligaría a una acción fulminante del Estado que no se ha producido por ahora y supone eliminar cualquier posibilidad de solución negociada. Y en el caso de Tellado, con su razonamiento pueden ser golpistas también los propios votantes de BNG y Marea.

Pero en cualquier caso en el momento de gran tensión en Cataluña, mientras el president Puigdemont amaga con la declaración unilateral de independencia que sería un desastre para el indepentismo, el PP y el BNG son los que se mueven en el terreno más favorable en Galicia, en cada uno de los dos extremos de una situación endiablada. El problema para ambos puede producirse en función de cómo evoluciona, tanto si la escalada conduce a una catástrofe o si hay un acuerdo que les deja descolocados. De momento el BNG aprovecha para capitalizar las movilizaciones e intentar atraer a los jóvenes.

Como era previsible y se veía venir desde hace tiempo internamente, la más damnificada fue En Marea, que mostró en el Parlamento su fractura interna cuando cuatro diputados, del sector oficial de Podemos y la líder de Esquerda Unida, no secundaron a sus compañeros que apoyaron una propuesta del BNG de respaldo al referéndum. Quedó así en evidencia la fractura entre federalistas y nacionalistas, como también se observaron las dificultades del PSdeG para tener una posición definida, en tiempos de incómodo, aunque oscilante, aval socialista al Gobierno de Rajoy. Al revés de lo que sucedía con PP y BNG, la situación de En Marea y los socialistas respecto a la cuestión que monopoliza la actualidad podría mejorar en función de cómo evolucione, pero ahora mismo están fuera de juego.

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