Opinión

Tristeza entre la tensión

LA IMPRENSIÓN de tristeza se fue adueñando de uno según recorría colegios electorales y calles desde primeras horas de la mañana. No son sentimientos lo que ha de transmitir un relato periodístico de una jornada, pero admítase como valoración. Barcelona amaneció gris y con las calles mojadas. Todo el día estuvo amenazando lluvia.

En los colegios electorales que visité en diferentes barrios de la ciudad no encontré la violencia que luego se vio en imágenes de televisión.

Estuvimos por barrios socialmente diferentes. Se palpaba la tensión. Había numerosas personas en unos y otros puntos en el exterior para intentar impedir el acceso de la Policía.

Había concurrencia y permanencia de horas y horas de las mismas personas en las filas para acceder a votar y en los entornos de los centros de votación. El acceso de un periodista al interior, salvo televisiones reconocidas, era prácticamente imposible. Se negaba sencillamente.

Numerosas personas en distintos puntos del exterior de los colegios electorales tenían la misión de impedir el acceso a las fuerzas de seguridad

Vi en más de una ocasión cómo llegaban los Mossos d´Esquadra y se iban o permanecían en las próximidades de un colegio sin intervenir para nada.

Hubo mucha presencia de coches y furgonetas de Mossos por las calles de la ciudad. Actuar únicamente los vimos en la Plaza de Cataluña, sin llegar a hacer uso de la fuerza, frente a un grupo de manifestantes con banderas españolas –algunas preconstitucionales– y con gritos en más de una ocasión no precisamente como para sentirse orgullosos de su civismo.

Algunos de esos manifestantes a primera hora de la tarde se situaron ante un grupo de cámaras de televisión con posiciones de amenaza. Fue la única intervención que observé de la policía autonómica. Coches, muchos. Intervención de las anunciadas en centros electorales, ninguna. No las he visto.

Por otras observaciones en la zona de Gracia, diría que más que colaboración entre las fuerzas policiales hubo lo que parecía todo lo contrario. ¿Es justo el relato que se hace de la presencia de la Policía Nacional y de la Guardia Civil? En las actuaciones que yo he observado, teniendo en cuenta lo que he podido visitar a lo largo de toda la mañana y media tarde, tengo que decir que no. Y habría de añadir que desde un civismo general frente a esas fuerzas del orden también se observaron de cuando en cuando gestos de provocación que resistieron.

En las filas y en los colectivos que permanecían como escudos había gentes de procedencia social muy diversa y de todas las edades. Ciertamente existían grupos que lideraban y que con cánticos y aplausos con informaciones de megafonía ante la presencia de ancianos o de personas en sillas de ruedas, hacían que la permanencia de horas no se convirtiese en riesgo de abandono.

Se veían ciudadanos absolutamente entregados a una causa. No estaba improvisado.

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