Opinión

Desmemoria ignominiosa

CLAUDIO SÁNCHEZ Albornoz afirmó en su momento que tres desembarcos cambiaron de forma decisiva el devenir de España: el de Tarik en el 711, el de Cristóbal Colón en 1492 y el de Carlos de Gante en 1517. Los dos últimos modificaron también el acontecer de la humanidad. Ante el mayor y lamentable de los silencios, el pasado 19 de septiembre se cumplieron cinco siglos del desembarco en Tazones o Villaviciosa -la pugna entre los dos pueblos es permanente- de quien está considerado como uno de los padres de Europa. Cualquier persona guiada por un mínimo de sentido común y conocimientos no pone en duda se trata de uno de los personajes históricos más vinculados a la idea de Europa. Ante el más vergonzoso de los mutismos de hoy -tanto del Gobierno de España como de su homólogo de la Unión Europea-, aquel 19 de septiembre fondeaba en el norte de la Península Ibérica el danés Engelen después de haber desviado su ruta y final previsto en Laredo una fortísima tormenta. Le acompañaba una flota de guerra de unos cuarenta barcos. Habían partido de Flesinga el 7 de septiembre. La expedición transportaba a Carlos I de Castilla, a Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico, al César.

Pronto, muy pronto, ya dentro de menos de dos años, el 20 de septiembre de 2019 también se cumplirán cinco siglos de la partida de Sanlúcar de Barrameda de la expedición que demostró la redondez de la Tierra. Partieron cinco naves y 234 hombres. El 6 de septiembre de 1522, casi tres años después, regresó un único barco, La Victoria y 18 piltrafas humanas. El coste de la gesta fue tremendo. Tarde, mal y arrastras, sin tiempo material para organizar unos actos mínimamente dignos, hace unos meses el Gobierno de España creó una comisión para conmemorar el evento. Desde entonces sus miembros aparentan estar desaparecidos. Nada se sabe de su actividad. El silencio más sepulcral lo invade todo. Posiblemente lleguen a organizar algún ciclo de conferencias y todo. Mientras, dentro de ese permanente revisionismo histórico en el cual estamos inmersos a todos los niveles, aunque pueda parecer inaudito, pero es tan real como la vida misma, Inglaterra reclama la paternidad del haber sido quien primus circumdedisti me a este planeta mal llamado Tierra.

Dos mundos diametralmente opuestos, antagónicos, representan las actuaciones en lo referido a la memoria histórica de los Gobiernos de España de 1992 y 2017. Conforman la cara y el envés de la moneda. Con sus luces y sus sombras, las cuales fueron desmesuradas y despilfarradoras en los fastos del 92, las actuaciones no resisten una comparación mínima. Las simpatías generadas en mi persona por Felipe González siempre fueron nulas. Pero, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Resulta difícil encontrar un calificativo para catalogar la inacción actual en lo referido a unos hechos que cambiaron al mundo. Conforman una desmemoria sin parangón a nivel mundial. ¿Podemos imaginar una actuación similar en cualquier otro país del mundo ante acontecimientos a partir de los cuales nuestro planeta fue otro muy diferente?

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