Opinión

Marín, 'a cova de María da Manta'

EN LA época de mi niñez corría por Marín una leyenda sobre la existencia de una bruja que atemorizaba a los niños llamada María da Manta. Siempre me llamó la atención aquel nombre en boca de mayores que decían "habitaba o se escondía en una cueva situada entre rocas en la playa de Portocelo". Con el paso de los años la leyenda se fue desvaneciendo entre la población pero mi interés por conocer que había detrás de aquel misterioso relato no lo perdí nunca. Busqué en hemerotecas leyendas y tradiciones de nuestra Galicia que me sacasen de mi curiosidad encontrándome con un articulo sobre Marín everdescente (Gonzalo Santiago. Publicado en este periódico hace cuarenta años) en el que describe la existencia en Portocelo de "una gruta de singular aspecto con la entrada jalonada de piedras de distintas formas en cuyo interior entra el agua del mar tranquilamente. El aspecto era misterioso. Las más sorprendentes fantasías envolvían a la silenciosa gruta y hasta leyendas se habían forjado en torno a ella. Los viejos del lugar hablaban de hechos fantásticos ocurridos en lejanos tiempos y se los contaban a sus nietos al calor de la lareira en las noches atemporaladas del invierno aconsejándoles que no se asomasen a la cueva de María da Manta.

Otras historias con las que me encontré me descubren que el misterioso personaje era "una bruja malévola que se escondía en la cueva de Portocelo atrayendo a los niños a los que después ahogaba..." Y así se lo contaban los vecinos a sus hijos para prevenirlos de que no se acercasen a aquellos rocosos lugares inmediatos a la playa por la peligrosidad que suponía para ellos...".

María de la Manta no era una historia fantástica exclusiva de Marín, como yo creía, pues forma parte como pude descubrir, y de ahí se supone que procede, del folclore luso. El Bestiario tradicional portugués del escritor Nuno Valente Maros la describe como un ser mítico, "aterrador monstruo con cuernos y fuego en los ojos que atrae a los niños que se acerquen a ríos, lagos o mares y los ahoga...". El etnógrafo Leite de Vasconcelos sostiene "se trata de una transformación aparente de una antigua deidad".

En Marín de esta historia solo queda el nombre de su protagonista. La cueva que había de inmortalizarla ya no existe. Antes de su desaparición allá por los años 40 a cova de María da Manta ya se había hecho famosa por su singular y peculiar configuración rocosa. Su destrucción causó el malestar entre bañistas e infinidad de curiosos que acudían a saber de su misteriosa existencia. Así lo denunciaba la prensa del momento:

"La desidia y la incultura provocaron la destrucción de la cueva de María de la Manta, un lugar de tan altos destinos, un tesoro inapreciable. Obra del Supremo destrozada por la dinamita. Joya inigualable que ya no podrá inspirar fantasías." Siempre nos quedará su nombre.

Comentarios