Opinión

Sanita Rini

SU HISTORIA ha logrado dar varias vueltas al mundo. Se ha convertido en uno de esos símbolos antisistemas de su propia sociedad. A muy corta edad utilizó el NO como la cuña perfecta para resquebrajar el fósil cultural que supone la tradición de los casamientos forzados en Indonesia. Siguiendo la luz de iconos tan imprescindibles como es el caso de Malala Yousafzai, una niña valiente que dio los pasos firmes y precisos para convertirse en una de las más influyentes mujeres del siglo actual, tanto para las nuevas como para las que son no tan nuevas generaciones. Aunque para llegar hasta aquí hubo un elevado peaje personal: sufrir y recuperarse de las graves lesiones cerebrales que le produjo el terrible atentado sufrido, la tarde del 9 de octubre de 2012, cuando regresaba de la escuela en el distrito paquistaní de Swat. Sus posts en un blog personal, reivindicando una educación universal para todos los niños y niñas de Pakistán, le llevó, de manera inexorable, a ser objetivo de los fundamentalistas.

Hoy en día, afortunadamente, y a pesar de todo, podemos observar a Malala con enorme admiración y mayor respeto en cada una de sus apariciones públicas en foros de la ONU o, simplemente, por sus planes de continuar formándose en Universidades de prestigio como Oxford. A su corta edad (20 años), con el premio Nobel de la Paz debajo del brazo, ha logrado demostrar al mundo que el derecho de la infancia a acceder a la educación nunca debe significar una renuncia para nadie.

Un mensaje que caló muy hondo en Sanita Rini; otra adolescente que, a los 13 años, tuvo muy claro que debía negarse a un casamiento obligado con un joven varios años mayor que ella como medio para ayudar saldar de las deudas familiares del momento. Se rebeló contra un presente cimentado en un pasado marcado por las desigualdades en Indonesia. Rini tramó un plan para evitar la catástrofe personal que significaría aparcar los estudios y guardar los libros en un cajón. Negoció con su padre la posibilidad de rembolsarle, a medio plazo, el dinero invertido en su formación. Se comprometió a compensar el esfuerzo realizado. En caso contrario, también amenazó con que, si era forzada a contraer matrimonio, no verían jamás dinero. Ahora, ya con 20 años, tras licenciarse ha decidido dar a conocer su historia. Una biografía de adolescencia repleta de reivindicaciones para niñas en similares circunstancias que ella. Según Unicef, solo en este país, la pobreza y la tradición centenaria empujan a diario a 3.500 menores de edad a padecer esta cruel realidad. En la actualidad, Rini lidera la ONG Coalición de Chicas Jóvenes con el fin de empoderar a otras chicas como método de lucha contra los matrimonios concertados. Un proyecto donde también trata dar mayor sentido a una generación de jóvenes mujeres que, encabezadas por Malala, buscan cambiar el mundo. En ello están.

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