Opinión

Que no falte el humor

LOS ESPAÑOLES –y nosotros los gallegos– conservamos el sentido del humor, esa capacidad de edulcorar la dura realidad con grandes dosis de ingenio, que es nuestro mecanismo de defensa para hacer más llevadera la vida diaria, sobre todo con la que está cayendo y con lo que se avecina.

Una prueba del ingenio de los hijos de íberos y celtas está en las redes sociales, ese espacio de relación y diálogo abierto que algunos utilizan para verter enormes estupideces, pero para otros es como una plataforma que acoge sus manifestaciones de humor que acreditan su inventiva y creatividad cuando dejan volar la imaginación.

A lo largo de todo el año circularon por la red un montón de chascarrillos y sentencias sobre las variadas situaciones y problemas de la vida cotidiana, desde la corrupción, la educación, la sanidad y seguridad social, hasta críticas al poder, a los políticos, a las convenciones sociales o chistes sobre la vida en pareja.

Pero al margen del humor con connotaciones político-laborales, este verano hicieron fortuna una serie de 'reflexiones' acordes con el ambiente de relajo vacacional. Como la de un pensador anónimo que escribió: "Oír un te quiero es bonito, pero escuchar 'quieres otra caña' es otro nivel, esa persona te ama". O el cartel colgado en un bar: "No tenemos wifi, pero hay cerveza, que hace la comunicación más fácil". O este otro pensamiento burlesco: "Propongo la medalla del Congreso a la tortilla española, es lo único que tiene huevos".

Otro internauta, que es fácil imaginar tumbado en la terraza de su casa, escribió: "Hay que ver las ganas que tengo de limpiar y lo bien que me las aguanto", que complementa a esta otra reflexión: "Te pones a no hacer nada y es un no parar".

Muchos chascarrillos que inundan la red incluso podrían llevar la firma de Groucho Marx porque no desdicen de la sátira y la fina ironía del genial humorista


Muchos chascarrillos que inundan la red alcanzan la categoría de pensamientos profundos –"a mí me da igual que la gente no piense como yo... A estas alturas me conformo con que piense", escribió otro internauta–, y podrían llevar la firma de Groucho Marx porque no desdicen de la sátira y de la fina ironía del genial humorista que, cuarenta años después de su muerte, sigue haciendo reír y, sobre todo, invita a pensar. Como invita a pensar la lucidez de un buen pensamiento si, además, arranca una sonrisa.

Lo importante es que no decaiga el humor porque lo vamos a necesitar en el otoño caliente que viene con problemas severos como el 'procés' y otros que reaparecen nada más echar a rodar la noria de la política.

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