Opinión

Reflexión tras el 17-A

CAMINO DE SEPTIEMBRE, camino del nuevo curso político, camino de la normalidad y de la Diada, España trata de reponerse del golpe terrorista. Lo hemos hecho durante décadas con ETA, y lo hicimos tras el zarpazo del 11-M. Ahora nos debemos levantar tras el ataque en Cataluña con las conclusiones a flor de piel. Reflexionemos. Puigdemont dicen que dijo que los atentados "no modificarán su plan independentista", lo cual no deja de ser una redundancia de desesperación propia de quien no sabe la realidad que se trae entre manos. Cuando en la misa por la paz el Obispo auxiliar de Barcelona habló de la necesidad de unidad, un contraplano televisivo demoledor puso en evidencia a Puigdemont, que sentado al lado de Rajoy tragaba saliva sin mostrarse con ánimo de redención ni de confesión de los pecados secesionistas. En la Sagrada Familia que albergó la ceremonia, templo de Gaudí y de la Barcelona universal que quiere expropiar la CUP, se respiraba un ambiente de reproche a ese separatismo que no se quiere enterar de la verdad de una España legal que no se puede trocear y que tiene otras indudables prioridades. Tras todo el impacto emocional del terrorismo yihadista se ven las disensiones pese a la rueda de prensa conjunta de Rajoy y Puigdemont y el esfuerzo por reflejar una unidad que algunos no quieren que exista bajo la mediación del Rey. Ya se ha visto el sectarismo independentista que dice quien tiene que ir o no ir, encabezar o no encabezar la manifestación del próximo sábado en Barcelona.

Cuando el pasado domingo apareció el honorable Puigdemont con el jefe de los Mossos y su consejero de Interior en una rueda de prensa sólo para medios extranjeros dada íntegramente en castellano, escuché de mis paisanos gallegos que desayunaban en la misma cafetería de Pontevedra lo siguiente: "Esta sí que es buena, si fuera para medios españoles seguro que la daban en catalán". Realmente el pueblo llano es el más sabio, y seguro que los catalanes y resto de españoles sabrán sacar sus propias conclusiones tras estos atentados que muestran lo que queda de CIU y a ERC secuestradas por la CUP republicana antisistema.

Hoy, cuando los muertos y los heridos aún duelen en el corazón colectivo de España, debemos reflexionar y establecer prioridades. Lo primero es la convivencia en paz, lo segundo el cumplimiento de la Ley en un marco de bienestar social, lo tercero la recuperación económica y la creación de empleo, y lo último ese soberanismo indecente que nos consume desde hace años desde la desobediencia inconstitucional y la soberbia de unos dirigentes catalanes incapaces de gestionar con templanza objetiva las imposiciones del nacionalismo excluyente. España no se merece tanto desafío separatista ni tanta humillación. Y por el contrario, la autonomía de Cataluña tiene toda la solidaridad y el apoyo de los españoles y del Gobierno de la nación. Se ha visto con la financiación, se ha visto con la ayuda en la crisis y las inversiones del Estado en infraestructuras y se ve con los atentados. El que no quiera verlo es que está ciego. O tiene intereses ocultos.

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