Opinión

Demasiado fácil

FABRICAR bombas debe de ser laborioso. Requiere pericias, saberes... y tiene sus riesgos. Un mínimo descuido y pueden estallar en las manos del ocasional artificiero, antes de que llegue al destino fatal. Conducir furgonetas y embestirlas a una multitud, en manos de un fanático que no le importe morir o pasarse años enchironado, no requiere ningún conocimiento previo ni mayor complicación que la voluntad de hacerlo; y por lo visto en los últimos tiempos, un vehículo desbocado es un instrumento tan o más mortífero que un artefacto. Además, un arsenal de armas o un polvorín puede olerlo la Policía con mayor facilidad que el detectar el alquiler o robo de un furgón para fines atroces. Nadie lo sospecha y los que alquilan no ponen excesivo interés en averiguar ni el destino ni la ralea del usuario. Es decir, todas son facilidades a terroristas, y por mucho que se extreme la vigilancia, siempre quedarán depravados fuera del seguimiento policial, lo cual indica que una masacre de esta naturaleza siempre es imprevista e imposible de evitar con los medios al alcance de las fuerzas de seguridad. Lo demás son pamplinas.

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