Opinión

A ver si no era un monopatín...

HACE UNAS semanas pasé por uno de los tragos más amargos de mi vida pública: acudir al tanatorio de Las Rozas para, en nombre de mi partido, dar el pésame a la familia de Ignacio Echevarría. Tuve la ocasión de hablar un rato con el padre de Ignacio. Me impresionó la serenidad de su dolor y la dulzura con la que se dirigía a quienes le consolaban. Me dijo que estaba abrumado por el trato que se les estaba dando, por la generosidad del país entero, por el calor unánime que se brindaba a su hijo.Y me daba las gracias. Él, a quien el destino había golpeado con tanta crudeza. Espero que el señor Echevarría no tenga noticias de la canallada que acaba de perpetrar la marca de Podemos en el ayuntamiento de Alicante negándose a avalar con su voto que un parque de 'skate' lleve el nombre del joven que se dejó la vida intentando salvar la de un desconocido. La razón, pásmense, es que no está demostrado que Ignacio Echevarría llevase un monopatín cuando fue asesinado. Sí, han leído bien. No es una línea de diálogo de una pieza de Ionesco, ni una frase para un manifiesto surrealista posmoderno, ni parte de una parrafada de Cantinflas. A los prendas de Podemos Alicante (o ganemos Alicante para Podemos, o con Alicante se puede, o se puede si se quiere en Alicante si gana Podemos, que  me lío con la macedonia de nombres) les parece que hay que saber bien lo que tenía Ignacio en la mano cuando lo cosieron a cuchilladas unos salvajes: si en vez de un monopatín llevaba una raqueta de tenis, la historia cambia. Si no hubiese tanto dolor detrás de esta historia, si no hubiese un joven muerto, si no hubiese un drama colosal, una historia de valor y de muerte, la penúltima mamarrachada de Podemos daría risa. Pero da pena, porque lo que nos queda es un joven asesinado cuyo heroísmo se cuestiona porque a lo mejor no usó un monopatín para defender a una víctima. Otro capítulo para la antología del disparate podemita. Habrá más, no lo duden. Seguimos para bingo.

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