Opinión

Hambrunas

CUANDO TODAVÍA resuena la tragedia provocada por las hambrunas de 2011, las crisis alimentarias han reaparecido en el tablero internacional. En esta ocasión, no están causadas únicamente por una asoladora sequía. Son el resultado de múltiples factores, desde la aportación humana hasta la escasez de fondos económicos. Todo un dramático problema escasamente visualizado por los medios de comunicación.

La escasez de lluvias, unido a conflictos bélicos como el generado por el grupo islamista AlShabab, han llevado al hambre extrema a más de 13 millones de personas en Somalia y su región. Según UNICEF, en el presente año el número de niños con malnutrición en Somalia se ha incrementado en un 50% y alcanza la cifra de 1.400.000. Supera así en un 90% a lo acontecido el año pasado.

En Nigeria, el presente 2017 camina hacia una dramática denominación: el año del hambre. Desde hace ocho años el país vive inmerso en un violento conflicto con el grupo Boko Haram. La contienda se ha extendido a todo el área del Lago Chad y ha desembocado en una de las mayores crisis humanitarias del planeta. Más de siete millones de personas sufren hambre y malnutrición en el área. En Nigeria, el número de niños desnutridos en la práctica alcanza el medio millón. Casi 3.000.000 de personas, de ellos la mitad niños, se han visto obligados a desplazarse huyendo tanto de Boko Haram como de las operaciones del ejército nigeriano contra el grupo islamista.

El 60% de la población de Yemen del Sur, unos 17 millones, tiene severas dificultades para conseguir alimentos. Dentro de esta hambruna, los niños son quienes más la sufren. Según Meritxel Relaño, representante del Fondo de la ONU para la infancia, “de los 2,2 millones de niños que la padecen, 462.000 sufren malnutrición aguda grave”. La situación es consecuencia del conflicto bélico dirigido por Arabia Saudí. Con datos de Amnistía Internacional, las armas vendidas por EEUU y Reino Unido a ese país desde el comienzo del conflicto superan los 5.000 millones de dólares. España ocupa un vergonzoso tercer lugar con 900 millones de euros. La ayuda humanitaria la encabeza Japón. En un ejercicio de hipocresía inconmensurable le siguen EEUU y el Reino Unido. En este terreno, España está desaparecida.

El hambre forma parte de la limpieza étnica en Sudán del Sur. Este pequeño país de poco más de 11 millones de habitantes, donde la gran mayoría son niños, sufre una guerra civil desde hace más de tres años. El propio ejército es quien cierra carreteras y provoca desabastecimientos. Se trata de un hambre inducida. En febrero, la ONU alertó que 100.000 personas estaban a punto de morir de hambre y un millón a un paso de la hambruna. En la actualidad, casi cinco millones necesitan alimentos de forma urgente. El número de desplazados casi alcanza los 3,5 millones de seres.

Los datos anteriores son un simple esbozo de la terrible situación actual. De no tomarse medidas de forma inmediata, la catástrofe puede dejar pálida.

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