Opinión

Va bien

EN O Grove, los hombres que en el entierro llevan la caja sobre sus hombros cobrarán veinte euros por ese trabajo de una tarde en la que estarán dados de alta en la Seguridad Social. En Sanxenxo, el albañil autónomo que en el alto del tejado repara los destrozos del último temporal del invierno recibirá sesenta euros, sin factura,  al final de esta jornada de ocho horas de trabajo. En Caldas de Reis, el administrativo, licenciado en Empresariales por Santiago, que a las ocho de la tarde está echando el cierre a las oficinas de esta pequeña empresa, cobrará a finales de mes cuatrocientos euros por cincuenta horas de trabajo semanales, aunque en su nómina diga que trabaja tan solo media jornada cada día. Los conozco, sé sus nombres y los de sus familiares más próximos y sé que saben de las declaraciones de Rajoy, en la fiesta del jueves de la CEOE ante empresarios y sindicalistas, presumiendo del éxito de sus reformas y advirtiendo de que ahora no puede consentirse ni una “marcha atrás ni un freno en sus políticas”. Y todos piensan que eso no va con ellos, con la misma mansedumbre e indiferencia con que ven, en el bar, los anuncios de Gucci, de Cartier o de los relojes Breitling en la revistas dominicales. 

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