Opinión

A pesar de todo, felices

EL DATO más reconfortante del barómetro de abril del Centro de Investigaciones Sociológicas dice que la mayoría de los españoles mantienen hábitos de vida saludables y son felices. En una escala de 0 a 10 en la que 10 significa la felicidad plena, el 31,1 por cien declara que el 8 responde a su estado de ánimo, un 15,1 por cien elige el 9 y un 14,9 por cien se declara completamente feliz al señalar el 10.

Hay coincidencia con barómetros anteriores que constatan que, a pesar de todo lo que aún está cayendo, los españoles disfrutamos de un «estado de grata satisfacción espiritual y física», que es como el Diccionario de la RAE define el bienestar personal.

Alcanzar la felicidad depende de muchos factores pero, en palabras de Rojas Marcos, «todos la reconocemos cuando la sentimos» al conseguir una meta deseada o al lograr algo que nos satisfaga completamente que según don José Ortega se encuentra cuando coinciden «aquello que queremos ser con lo que somos en realidad», cuando vemos realizadas todas nuestras aspiraciones.

El sentimiento de satisfacción está vinculado a muchos factores entre los que, después de la salud, sobresalen dos: la estabilidad en el seno familiar y la situación laboral

Este sentimiento de satisfacción con la vida está vinculado a muchos factores entre los que, después de la salud, sobresalen dos. El primero es la familia, la estabilidad en el seno familiar, que contribuye de manera decisiva al equilibrio emocional de las personas. El segundo factor es la situación laboral. Tener un trabajo estable que aporte seguridad y despeje incertidumbres sigue siendo el asidero que nos sostiene en el presente y ayuda a encarar el futuro con optimismo. El neurólogo Facundo Manes añade que mantener relaciones sociales amistosas, afectivas y amorosas también es fundamental para potenciar nuestro bienestar.

Más allá de la foto fija del CIS, la felicidad es un estado de ánimo cambiante y volátil y alcanzar ese «sentimiento placentero de satisfacción que alimenta la idea de que vivir merece la pena» depende en gran medida de cada uno. El secreto, en palabras de Sócrates, no se encuentra en la búsqueda de más cosas, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de lo que tenemos. Otro clásico del pensamiento, Immanuel Kant, decía que la felicidad, «más que un deseo, alegría o elección es un deber», una meta por la que hay que luchar siempre. En esa lucha, cuando acose la tristeza y nos tiente la depresión, conviene pensar que incluso después de las noches más oscuras vuelve a salir el sol. Y en días vacacionales como estos hasta parece que alumbra más.

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