Opinión

Y Maradona se cayó del Olimpo

MARADONA ES un personaje que no deja indiferente a nadie. Fue un dios en el mundo del fútbol (D10S, en el argot deportivo), pero su vida fuera del deporte es, cuando menos, borrascosa. Sus últimas perlas las dejó estos días en Madrid, cuando amenazó a un periodista y fue investigado por la policía por una presunta agresión a su novia. Todo quedó en nada al no haber denuncias. Al Diego le hemos perdonado todo en la vida por ser un tipo carismático, uno de nosotros, alguien del pueblo (las drogas, el ‘jarabito’, agresiones (perdigonazos incluidos) a la prensa, presuntos hijos ilegítimos, problemas con los impuestos...). Pero, como en la genial novela de Torrente Ballester ‘El hostal de los dioses amables’, los hombres dejamos de creer en él debido a su pérdida de los valores más elementales y porque nos dimos cuenta de que ya sólo amamos el recuerdo de lo que un día fue. Ahora aborrecemos lo que vemos. Los dioses, como Maradona, no son omnipotentes, o lo son sólo mientras nosotros creamos que lo son. Sólo le queda pues bajar del Olimpo e irse... a Nápoles.

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