Opinión

Adivinos

NO HACE falta ser adivino para presagiar el precario futuro profesional del vidente que pronostica la dimisión de Trump el próximo año. Lo tiene crudo. No tanto los que auguran que el Real Madrid será campeón de Liga, cosa muy probable y para lo que no se necesitan especiales dotes de futurología. O que Galicia puede verse agraciada con premios mayores de la lotería navideña. Puede, no sería la primera vez. Todos estos vaticinios, de los que les supongo al tanto, proceden de la Feria Magic Internacional que reunió en Barcelona a un millar de profesionales del esoterismo. Lo preocupante es que a estas convenciones se les acuñe como seudocientíficas o poco menos, y que consigan alarmar a los crédulos innecesariamente, como el presagiar una fuga nuclear sin concretar el escape. Lo más chusco es que nunca llevan las de fracasar. Si fallan el pronóstico (casi siempre) nadie se lo reprochará, y si por un casual se aproximan, venderán el artificioso éxito como si lo fuese. Cierto, hay gente para todo, y quienes comulguen con lo que sea por absurdo que parezca, pero es una pena que las energías, esotéricas o no, se malgasten en tantas chorradas.

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