Opinión

Etapa abierta

EL DISCURSO del candidato del PP a la investidura como presidente del Gobierno marca un nuevo lenguaje y transmite claramente nuevos planteamientos, con independencia de la credibilidad política que interese darle cada grupo. El programa de Gobierno que expuso el candidato Mariano Rajoy se reduce al objetivo de la gobernabilidad, que exige estabilidad en el Congreso. Sitúa el centro de decisión de la política en el Parlamento: las decisiones que adopte el Gobierno precisarán siempre el diálogo y el pacto de varios grupos. Para ello se declara abierto permanentemente al diálogo. Salvo, como le han criticado desde la oposición, las referencias elogiosas al pasado en materia económica y de empleo, el discurso de Mariano Rajoy es absolutamente diferente y abierto. Responde a la necesidad de la situación de minoría en la que se encuentra. Rajoy lanzó esa propuesta de permanente diálogo pero dos no hablan si uno no quiere. A los populares les faltará credibilidad en esta nueva posición, como denuncian desde la oposición, pero la estrategia de negación partidista del pacto -una versión permanentemente prolongada del «no es no»- es un riesgo a contemplar desde el PSOE. Los pactos serán posibles o no pero desde la responsabilidad y en circunstancias extraordinarias no se debería negar la vía de la negociación y la posibilidad de acuerdos, tema a tema. Las pensiones o la educación, por citar dos de los cinco que propuso Rajoy, urge que se asuman como tarea de responsabilidad compartida de las fuerzas mayoritarias. Al final del discurso del candidato hubo una clara advertencia sobre la posibilidad de convocatoria electoral anticipada si la ingobernabilidad se impone. La necesidad de acuerdos que se negó al inicio de la crisis económica de 2007 por unos y otros, que no fue solo en la legislatura de la mayoría absoluta popular de Rajoy, se impone como obligación ahora o habrá sido estéril el esfuerzo y los costes políticos que sin duda representa esta investidura.

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