Opinión

Diego Arias, señor de la Villa de Marín (II)

"EL COMIENZO de una relación entre marín y oseira, que con sus altibajos y sus desencuentros hoy nos parece hermoso y valioso avivar y agradecer se debe a Diego Arias, señor de la villa y coto de marín, que figura en todas las obras que hablen de oseira, por haber sido él quien cedió a los monjes todas sus propiedades, al tiempo que se hacía monje entre ellos. El personaje es un tanto original: valiente soldado, gran patriota, fidelísimo servidor de la reina doña Urraca, monje del císter enigmático y tránsfuga por haberse luego ido, vaya a saberse de verdad por qué, con los caballeros de San Juan. (Miguel A. González. “Una historia de mar y   cister”.)

Tras su ingreso en el monasterio de oseira, Diego Arias dona a los monjes el coto de marín que la reina Doña Urraca le había otorgado en 1151. Para que dicha cesión de bienes tuviera valor jurídico el abad Don García da cuenta al rey Alfonso VII  de la misma para que éste la conformase dando así seguridad a una donación que podría ser discutida o apetecida por otras instancias, como así sería años después.

A los pocos meses de profesar “a fray Diego Arias se le hacía muy cuesta arriba aquella vida de austeridad, excesivo retiro y continuos rezos en latín y piensa en irse con los caballeros Hospitalarios de San Juan, orden que por su perfil militar le debió parecer más adecuada...” Y cuatro años después de haber profesado Diego Arias abandona el monasterio y se enclaustra con los ‘sanjuanistas’ de por vida mientras en oseira se intentaba hacerle ver la improcedencia de su marcha. El Papa Adriano IV le ordena volver sin excusa pero Diego Arias no obedece y éste es advertido con la excomunión. Pero en ese momento Fray Diego muere. “la muerte le sobrevino como castigo por su conducta”, dice el Padre Peralta, historiador cisterciense, aunque más que nada el final le llegó por su avanzada edad.

Ocurrida su muerte, los ‘sanjuanistas’ reclaman para sí los bienes pertenecientes a Diego Arias, especialmente el coto y Villa de marín, entablándose un largo pleito que se alargará hasta 1174 y con el que se llenarían páginas de avaricias y desencuentros entre ambas órdenes. Pero oseira podía certificar que era el propio rey Alfonso VII  quien en 1151 había confirmado a su favor la incuestionable donación del coto de marín por lo que no se le pudo arrebatar.

Y así fue como durante casi nueve siglos, y gracias a la donación de Diego Arias, los monjes de oseira administraron la villa de marín fomentando la pesca y abriendo el puerto al comercio. Siendo una de sus principales preocupaciones defender a marín de las continuas incursiones de los piratas que asolaban las costas gallegas para lo cual fue construido  el  castillo  de  San Fernando, según consta en documentación medieval guardada en la biblioteca monacal de oseira.

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