Opinión

El sistema en el aire

HOY –este domingo– EL PERSONAL va a votar. Sanísima costumbre que no se puede perder. El sistema democrático en el que vivimos nos lo pide porque lo necesita con urgencia. Las cosas no andan bien, el sistema se resiente y pide participación. Todo está en cuestión y es urgentemente necesario que nuestros representantes que salgan de las urnas esta madrugada se pongan a trabajar. Todos. Absolutamente, todos. Porque si sus señorías no se ponen de acuerdo, con seriedad y pensando solamente en los ciudadanos, para encontrar remedio y buscar soluciones a todos los males que aquejan gravemente a la democracia española, este régimen de libertades que disfrutamos desde 1978, tiene muchas posibilidades de irse al garete. 

Si nuestros representantes, todos, no reordenan de común acuerdo, el funcionamiento de nuestras instituciones, en donde se respete por encima de todo el imperio de la ley; donde la Administración Publica este plenamente sometida a la norma y al derecho; y donde sea efectiva la indispensable separación de poderes o, por lo menos, su equilibrio, con una Justicia independiente, que aplique la ley como dios manda, sea quien sea el penitente, este tinglado que tanto costó sacar adelante se hará pedazos irremediablemente. 

La deriva que ha tomado España hacia la quiebra y el desprestigio institucional y, por tanto, del sistema democrático y la imperiosa necesidad de su urgentísima solución no es un asunto que solo incumba a un par de señores. No. Es la clase política española en su conjunto quien no puede de ninguna manera seguir mirando para otro lado, huyendo de los problemas enormes que sufrimos como nación, mientras cobra puntualmente de nuestros impuestos. 

Todo el mundo sabe, hasta el más tonto, que tenemos un modelo de Estado, mal llamado autonómico, absolutamente ruinoso y que no ha servido para nada porque después de más treinta años aún no se ha puesto fin a la aventura del experimento territorial, desastrosamente diseñado en su día por nuestros muy pardillos constituyentes. 

Todo el mundo conoce la debilidad del Estado y su inestabilidad por todas estas circunstancias y otras muchas, en donde la crisis de 2008, la corrupción generalizada que nos asola, desde la más alta magistratura del Estado hasta el último de nuestros ayuntamientos, el relativismo imperante y una colosal crisis de valores han sido los principales detonantes. 

Todos los ciudadanos han visto como hemos desposeído al Estado de las más elementales competencias para su razón de ser, entregándoselas de manera irresponsable a minorías territoriales que las han usado como armas contra la unidad de la Nación sin que nadie en los gobiernos sucesivos reparara en sus tremendas consecuencias. Nuestros políticos son muy lentos en la reacción y se le va a quemar la paella. Deben ser conscientes de que la ciudadanía está harta. En cualquier encuesta publicada, los resultados no dejan lugar a dudas. Los españoles están hasta el gorro. Ven con preocupación los graves problemas que aquejan al país y notan claramente como nuestros dirigentes hacen muy poco para solucionarlos. O se ponen de acuerdo todos o esto se hunde. No lo duden.

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