Opinión

La misión biológica de Galicia: un compromiso con el medio ambiente

La Misión Biológica de Galicia, fundada por Cruz Gallástegui y perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha cumplido ya 95 años, de los cuales 89 han transcurrido en Pontevedra (en 1927 en La Tablada-Campolongo y, desde 1928, en el Palacio de Salcedo). En su 90 aniversario tuve la ocasión de publicar dicha efemérides en Diario de Pontevedra el 9 de Abril del 2011 (La Misión Biológica de Galicia en su 90 aniversario), y entonces escribí: "Actualmente, en la línea del pionero pensamiento de Gallástegui, el objetivo global de la Misión Biológica es apoyar, mediante la creación de nuevos conocimientos y tecnologías, la evolución del sector agrario sobre la base del patrimonio genético y de la diversidad de los cultivos". Hoy, el compromiso de la Misión Biológica con el agro gallego sigue vigente y también su compromiso con el medio ambiente, porque agricultura y medio ambiente forman una pareja inseparable.

Desde finales de los años 20 y comienzos de los 30 del pasado siglo, la Misión se implicó en el estudio de las plagas y enfermedades de cultivos como la patata y de una especie de gran relevancia en Galicia como el castaño, afectado gravemente por la enfermedad de la tinta. En los años 60, gracias a las investigaciones de E. Viéitez, se obtuvieron híbridos de castaño resistentes a dicha enfermedad. Continuaron posteriormente los esfuerzos en la lucha contra las plagas y enfermedades de otros cultivos, como el maíz (posiblemente el principal cultivo de Galicia), la vid, las brásicas (grelos, coles, repollos…), la judía y, recientemente, los pinos.

La investigación acerca de las plagas y enfermedades de los cultivos gallegos (con el inestimable apoyo de la Estación Fitopatolóxica do Areeiro, unidad asociada a la Misión Biológica) ha llevado a la consecución de variedades resistentes a dichas plagas y enfermedades, logro de gran relevancia, no solo para la agricultura, sino para el medio ambiente. Y esto es debido a que las variedades resistentes permiten una producción sostenible, con una reducción notable del uso de plaguicidas, redundando por tanto en un menor impacto ambiental.

Además, debe destacarse el progreso en la lucha contra el cambio climático de la Misión Biológica, dentro de su compromiso con nuestro medio ambiente. En este sentido, se han conseguido, por mejora genética, variedades de cultivos adaptadas a condiciones ambientales cambiantes y también se llevan a cabo investigaciones encaminadas a reducir la emisión de los llamados 'gases de efecto invernadero' (en este caso, los óxidos de nitrógeno), que contribuyen al calentamiento global de la atmósfera y al cambio climático. Algunos cultivos, especialmente las leguminosas (judía, guisante, altramuz…) tienen la capacidad de asociarse en simbiosis con bacterias del suelo llamadas 'rizobios', y ello les permite la fijación biológica natural de nitrógeno del aire. Esto lleva a una reducción del uso de abonos nitrogenados, contaminantes del suelo, de los cursos de agua y de la atmósfera. Las primeras investigaciones de la Misión Biológica sobre la fijación biológica de nitrógeno datan de los años 50 del pasado siglo y continúan en marcha, en un intento por contribuir, desde Galicia, a la lucha contra el progresivo, e impredecible, cambio climático.

Por todo ello, creo que la investigación, pasada y presente, de este casi 'secular' centro de investigación pontevedrés, uno de los decanos de la ciencia española, es un claro exponente de su firme compromiso con el medio ambiente.

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