Opinión

La transformación de Iglesias

NUNCA SABREMOS hasta qué punto la apariencia acaba conformando el ser. Decía el filósofo Ludwig Feuerbach que «el hombre es lo que come». Sobre esa idea de relación entre hábitos cotidianos e ideas surge la evidencia de que nuestra forma de vivir acaba influyendo en la manera de pensar. Por poner un ejemplo, no digo que de la noche a la mañana el Pablo Iglesias, a quien hemos visto vestido de esmoquin en la gala de los Goya, acabe colgando el ‘uniforme’ de camisa remangada con el que acude a las audiencias con el Rey, pero pienso que es cuestión de tiempo. Que se empieza de pirómano —entiéndase la metáfora— y se acaba de bombero. Bien sea por cálculo, bien porque el aterrizaje en el centro del escenario de la política nacional impone, lo cierto es que tanto Iglesias como Sánchez y también Albert Rivera están cambiando. Adaptando palabras y criterios políticos a sus necesidades tácticas y de imagen. Iglesias que exigía la Luna al PSOE (5 ministerios) para apoyar la investidura de Sánchez dice ahora que el documento programa que presenta el PSOE (55 páginas) «se inspira» en el programa de Podemos. Y que, por lo tanto, sería sencillo llegar a un acuerdo. Sea verdad u obedezca a una maniobra táctica para alejar al PSOE de Ciudadanos, lo cierto es que esas han sido las palabras de Iglesias. También Sánchez se adapta al escenario. Se presentó en los Goya sin esmoquin —en camisa y sin corbata—, seguramente porque él o sus asesores calcularon que Iglesias se presentaría de semejante guisa. No quería ser tildado de «casta». Se equivocó. Una vez más, el señor de la coleta era quien marcaba la iniciativa. Este tipo de cosas, aparentemente banales o incluso frívolas, tienen su importancia. Iglesias colgando su ‘uniforme’ de encamisado para vestir un esmoquin con el que acudir a una fiesta mundana proyecta una impagable información acerca de la psicología e intenciones del líder hoy populista y ayer antisistema y leninista declarado.

Creo que vendrán más gestos y nos daremos cuenta de que en democracia, cuando se trata de los líderes de la izquierda, el camino hacia el poder tiene fases. Una vez conseguido, les torna conservadores. O son menos radicales. Quienes duden que en el caso de Pablo Iglesias también asistiremos a un proceso de transformación que recuerden al Alfonso Guerra que llegó al Gobierno hablando en nombre de los «descamisados» y de que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió y hoy —y puede que no le falte razón— dice lo que dice de Pablo Iglesias y de Podemos. Así, pues, que no cunda el pánico.

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