Blog |

Diputaciones sin gaviotas

¿Será Lugo una provincia vasca o una isla cantábrica? Esa es la duda que generaban este jueves los chocantes discursos del pleno de la moción de censura de la Diputación. El PP se reivindicó como la presunta lista más votada, mientras los portavoces de PSOE y BNG apelaban a una supuesta mayoría de electores que habrían escogido las papeletas de estos dos partidos. Para que alguna de estas dos posturas antitéticas fuese cierta sería necesario que Lugo formase parte del País Vasco, porque allí los ciudadanos votan sus diputaciones, o que fuese una isla, puesto que en Canarias y Baleares el pueblo también elige a su equivalente de los gobiernos provinciales, llamados cabildos insulares y consejos insulares, respectivamente.

Como Lugo está firmemente unido al continente y Euskadi queda tan lejos que somos muy pocos los lucenses que fuimos a la universidad allí, ninguno de esos discursos se corresponde con la realidad. No hay ningún mandato popular sobre quién debe gobernar en las diputaciones gallegas. Lo único que existe es un reparto de los diputados provinciales por partidos judiciales que se efectúa a partir del resultado de las municipales y que determina a quién corresponde durante cuatro años administrar el botín de estas anacrónicas instituciones provinciales.

Y ahí reside lo asombroso de lo sucedido en Lugo el 24 de junio cuando PSOE y BNG, que eran los que estaban en condiciones de disfrutar de ese botín de asesores, puestos adjudicados a dedo y dinero distribuido arbitrariamente entre los ayuntamientos, fueron incapaces de ponerse de acuerdo y le regalaron ese tan codiciado tesoro al PP. Este jueves PSOE y BNG subsanaron su error a través de un acuerdo que sigue siendo un misterio que sólo aclarará la composición del Gobierno provincial. Será cuando sabremos si ese político tan peculiar que es el alcalde de Becerreá nacido en Baralla vuelve a estar al frente del departamento de obras pese a hallarse imputado, como da a entender el PSOE, o si va a ser apartado de estas y tal vez otras responsabilidades, como ha dado a entender el BNG.

Este episodio centra las esperanzas de los que creemos que cuanto más espectáculo político haya en las diputaciones, mejor, porque así resultará más evidente el sinsentido de su existencia. Entre tanto lo relevante reside en cómo queda el mapa de los gobiernos provinciales gallegos. El centro-izquierda, a través de la alianza PSOE-BNG con el apoyo de las mareas coruñesas, gobierna por primera vez en tres de las cuatro diputaciones, mientras la cuarta es teóricamente del PP, aunque en realidad es el feudo de una familia, la Baltar.

El que se completó este jueves en Lugo en el San Froilán es uno de los golpes más demoledores que ha sufrido nunca el Partido Popular de Galicia. Apuesto a que en no mucho tiempo el pequeño pero creciente coro de voces que ya había en el PP contra la existencia de las diputaciones va a aumentar y va a ganar notoriedad. Ignoro qué va a hacer ese PSOE que fue a las últimas generales prometiendo su supresión, ni ese BNG que siempre defendió eliminarlas y que ahora se ha convertido en un partido especializado en cogobernarlas.

Comentarios