Opinión

Dopaje en el atletismo

AL MARGEN de lo que pueda suceder con una posible revancha a las 14:55 horas de España -20:55 en Pekín- en la final de los 200 m. lisos el próximo jueves día 23 -cuando este artículo ya esté entregado-, o posteriormente el sábado y el domingo en los relevos, lo acontecido el pasado domingo a las 15:15 en España y 21:15 en Pekín durante la final de los 100 m. lisos hombres ha sido de altísimo voltaje. Como sucede en toda final de 100 m. lisos de unos Juegos Olímpicos o de un Campeonato del Mundo han sido menos de 10 segundos paralizantes para los espectadores. Al final, un hombre hasta el presente limpio en cuestiones de dopaje, Usain Bolt, derrotó a quien aparentemente era favorito, Justin Gatlin, un individuo doblemente convicto de ser tramposo, pues en dos ocasiones ha sido “cazado” al dar positivo en controles antidopaje. Todo aconteció en un mes de agosto turbulento para el mundo del atletismo. Primero fue la filtración, de forma simultánea, a la cadena de televisión alemana ADR y el rotativo británico “The Sunday Times” de un informe sobre dopaje guardado en secreto en los archivos de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) en Mónaco, probablemente por una fuente interna de la misma IAFF. Después vino la polvareda levantada durante la campaña electoral de la IAAF y la elección de un mito del atletismo de la talla de Sebastián Coe como presidente.

La filtración posiblemente debe situarse dentro de la disputa generada por las elecciones de la IAAF. Sin embargo, los datos resultan escalofriantes. Se trata de 12.000 análisis de sangre realizados a 5.000 atletas entre 2001 y 2012. Los resultados han sido analizados por dos de los considerados como mejores expertos mundiales en temas de dopaje, los australianos Robin Parisotto y Michael Ashenden. Según este último, el atletismo se encuentra en la misma “posición diabólica” que el ciclismo durante la época de Lance Armstrong y su sofisticado programa de dopaje. La información de la base de datos revela que un tercio de las medallas de atletismo de los Juegos Olímpicos y los Mundiales de esa disciplina disputados en el período de tiempo antes citado muestran valores sospechosos. Las medallas bajo sospecha son 146; de ellas, 55 de oro. Se llega a dar el caso de podios donde los tres medallistas estarían bajo sospecha. De seguir a la BBC, más de 800 atletas, una cifra superior al 16%, habrían dado datos “anormales”. De todos modos, y teniendo presente el contexto de los hechos, debe prevalecer la cautela. Como afirmó el químico holandés Klaas Faber, es necesario tener también otras pruebas obtenidas independientemente. Eso no es óbice para recordar las sabias palabras de Samaranch -a quien le tocó emprender las primeras cruzadas contra el dopaje-: “los tramposos siempre irán un paso por delante de los controles”.

La nota final parece corresponderle a la Federación Española de Atletismo y su desastrosa política de crear mundos ficticios a base de talonarios. Uno de sus fichajes estrella, la atleta española de origen nigeriano Josephine Onyia, ya no ha viajado a Pekín por un presunto caso de dopaje. Sería el cuarto. ¡Qué gran ejemplo para los jóvenes!

Comentarios