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El Partido Popular se hace impopular

LA BUENA suerte que acompañó a Feijóo en sus comienzos en la política gallega le ha abandonado y se ha ido con el socialista José Ramón Gómez Besteiro, a quien el domingo volvió a sonreírle la fortuna más todavía de lo que ya lo había hecho en las municipales del 2011 y cuando el sucesivo hundimiento de todos sus rivales le permitió alcanzar el liderazgo de su partido en Galicia como una fruta madura. La magnitud de la catástrofe del PSOE en las ciudades de la provincia de A Coruña frente a las mareas contribuyó a que los socialistas se hagan con la diputación provincial, pese a bajar un escaño.

El histórico triunfo de la Marea Atlántica y de Compostela Aberta provocó que se neutralizase la que era la última red de seguridad del PP para mantener el poder en la provincia del mentor de Feijóo, José Manuel Romay Beccaría. Los populares contaban con que como las candidaturas que encabezaba Xulio Ferreiro en A Coruña y Martiño Noriega en Santiago sólo se presentaban en esas ciudades, acabasen por favorecer a los conservadores en el opaco e intrincado reparto de los diputados provinciales, que se hace a través de los partidos judiciales. Este año fue más oscurantista que nunca, pues hasta ayer el Ministerio del Interior no hizo públicos los datos.

Mientras Feijóo comienza a reconocer en privado la antipatía que genera el PP, Rajoy sigue en su castillo pese a haber perdido la fortaleza de Soutomaior


La Marea Atlántica obtuvo tres diputados provinciales, que sumados a los 8 del PSOE y los 5 del BNG suman los 16 de la mayoría absoluta, sin que sea necesario el concurso de Compostela Aberta, que tiene uno, ni del partido del incombustible y peculiar alcalde de Oleiros, Gelo García Seoane, que entró también con uno. El PP tenía mucha confianza en mantener la Diputación de A Coruña. Su preocupación estaba centrada en la de Pontevedra, por el hundimiento de Vigo, mientras sus dirigentes decían que "en A Coruña no hay problema, porque no hay nada parecido a Vigo". Pues casi lo acabó habiendo en la capital provincial y en Santiago.


El viernes Besteiro incluyó a última hora un viaje a Ferrol para apoyar a su débil candidata a la alcaldía, Beatriz Sestayo, con la esperanza de poder pescar en la tómbola que son siempre las elecciones en esta ciudad. Necesitaba un éxito que contraponer al de Abel Caballero en Vigo y en la Diputación de Pontevedra. La rifa ferrolana no le tocó, pero obtuvo un premio todavía mayor, la Diputación de A Coruña, al frente de la que quizá se sitúe el alcalde de As Pontes, Valentín Formoso, o el de Culleredo, Julio Sacristán, líder del PSOE en la provincia.

Pese a la catástrofe de las tres ciudades coruñesas, la conquista de esta diputación y los resultados rurales consolidan a Besteiro e incluso le hacen sentirse en la ruta para llegar a la presidencia de la Xunta en 2016. No lo tiene fácil. Primero porque las mareas le van a disputar el liderazgo del centro-izquierda en Galicia, sobre todo si son capaces de hacer lo que no hicieron en las municipales fuera de Santiago, A Coruña y Pontevedra, crear una entente con Podemos, Esquerda Unida y los beiristas de Anova. El líder natural de esa alianza podría ser Martiño Noriega, pero no le será nada sencillo dejar la alcaldía de Santiago en unos. Y además el centro-izquierda tiene ahora en Galicia el gran y difícil reto de gestionar el éxito del domingo.

El éxito de las mareas a costa del debilitado PSOE coruñés creó la carambola que les dio a los socialistas la Diputación

Enfrente Feijóo vive sus horas más bajas. Ayer ante sus diputados señaló que el PP se ha vuelto un partido antipático para la gente y sostuvo que en Madrid hay que hacer “algo”, aunque no concretó qué. Sin embargo, Rajoy sigue dispuesto a hacer lo que mejor hace, resistir, sin que por ahora le importe que empiecen a salir voces que sostienen que no puede presentarse a las generales, ya que conduciría al PP a una nueva catástrofe, tras las de las europeas, Andalucía, las municipales y las autonómicas del domingo. Parece como si Rajoy quisiese seguir en el castillo de Soutomaior después de haber perdido su control, ya que esta simbólica fortaleza, donde el PP abre el curso político todos los veranos, es propiedad de la Diputación de Pontevedra, que va a controlar el alcalde de Vigo, Abel Caballero, si el BNG no lo impide, lo que parece improbable porque los nacionalistas quieren su parte en el botín de cargos y recursos provinciales.


"En situaciones como esta, hay que ser fuertes". Este fue el mensaje que Rajoy le transmitió el domingo a sus compañeros del PP de Pontevedra. Recuerda a los sms que le envió a Bárcenas. Ahora mismo incluso para Rajoy es difícil resistir, aunque sea su especialidad.

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