Blog |

Ciudadanos, la incógnita ambivalente

El partido de Rivera aparece para el PP como la última esperanza de sumar la mayoría en Ferrol, Santiago y A Coruña y como el riesgo que puede alejarle del primer lugar en Vigo y Pontevedra.

El 6%. Este es a priori el espacio potencial de Ciudadanos ante las municipales en el conjunto de la Galicia urbana, calculado a la luz de los resultados de las autonómicas de Andalucía y los de las europeas del 2014 en ambos territorios. Este 6% para el nuevo partido de moda en España, un producto de diseño de los poderes fácticos madrileños, es sólo indicativo, pero tiene el valor de señalar que cuenta con opciones de moverse en las ciudades gallegas en el umbral de entrar en los ayuntamientos, pues la barrera legal para lograr concejales es del 5%.

Como ya había sucedido con la victoria de Tsipras en Grecia, las andaluzas de hace dos semanas mostraron que las europeas tampoco fueron en España una pasajera tormenta de primavera en unos comicios considerados de segundo orden, por su escasa importancia práctica y su baja participación. En el caso heleno se comprobó que las europeas  abrieron un nuevo ciclo, con la victoria de Syriza. En España todo resulta confuso pero es evidente que la naciente etapa se caracteriza por la acusada devaluación del bipartidismo, consecuencia de la aplicación por parte de los dos grandes partidos de la devaluación interna, el acelerado empobrecimiento del sur de Europa impuesto por la troika y por Alemania.

La crisis de las dos primeras fuerzas, atenuada en el caso del PSOE por el espejismo andaluz, está acompañada por la sustitución de los hasta hace poco terceros partidos de implantación española, Izquierda Unida y UPyD, barridos en Andalucía por los emergentes Podemos y Ciudadanos, como ya le había pasado en Galicia al BNG con la otrora emergente y hoy languideciente Age. En las autonómicas de hace quince días Ciudadanos obtuvo un 9,3% de los votos, casi lo mismo que el 8,9% que sumaron en las europeas en Andalucía este partido y UPyD, que estaba en el 7,1%, justo por delante de Podemos , y que ahora pasó a un irrelevante 1,9%.

En las europeas la suma de UPyD y Ciudadanos obtuvo el 6,5% en la Galicia urbana,  con una horquilla que oscila entre el 5,9% de Lugo y el 7,4% de A Coruña. Así que si repite el éxito de Andalucía, Ciudadanos tendría opciones de entrar en los ayuntamientos urbanos gallegos. Presenta el hándicap de no tener candidato. Pero ello no se debe al hecho de que sus aspirantes locales sean desconocidos, pues lo mejor que pueden hacer es guarecerse detrás de su marca, sino porque Albert Rivera no podrá multiplicar su presencia en la campaña municipal gallega como sí hizo en Andalucía.

Galicia fue un territorio poco propicio para el mensaje nacionalista español de Rosa Díez. Pero en su papel de antídoto contra Podemos elaborado desde dentro del sistema, Rivera se ha reciclado con una serie de mensajes de regeneración bien vendidos. Según Metroscopia el 60% de los votantes andaluces de Ciudadanos procedía del PP, mientras el origen de los de Podemos fue mucho más plural, pues venían sobre todo de PSOE, IU y la abstención.

Así, para el PP Ciudadanos representa el riesgo de que lo debilite todavía más y lo aleje más de la primera plaza donde tiene un competidor claro, como Caballero en Vigo y Lores en Pontevedra e incluso Orozo en Lugo, aunque esto último sea mucho más difícil e improbable. Pero el partido de Rivera constituye también para los populares una última esperanza, quizá remota, de poder sumar una mayoría en las ciudades en las que intenta resistir en el poder, Ferrol, A Coruña y Santiago, al abrirles la expectativa de tener con quien pactar, algo que antes sólo se vislumbraba en Ourense con un partido local. Si Ciudadanos tuviese la llave, esas alcaldías serían casi automáticamente para el PP, pues resultarían inviables las coaliciones alternativas.

La revolución del Eje Atlántico, con ocho años de retraso
Junto con el saneamiento de las rías, el Eje Atlántico ferroviario era la obra pública más importante pendiente en Galicia. Se acaba con ocho años de retraso sobre el Plan Galicia de Aznar y tras darle una ilógica prioridad a la línea Santiago-Ourense, pese a estar inacabada la conexión con Madrid. Será una gran noticia si efectivamente este mes comienza a funcionar, tras el propagandístico viaje del lunes.

La marea coruñesa sólo llegó a Santiago y Pontevedra
El modelo de la Marea Atlántica coruñesa, surgida como la versión galaica unitaria del Guanyem Barcelona de Ada Colau, se extendió por la AP-9 hasta Santiago y Pontevedra y no pasó de ahí. Sólo en estas ciudades se vislumbra la presentación, con sus matices y déficits locales, de una plataforma electoral de confluencia que aglutine todo el espacio de Age, es decir de Esquerda Unida, Anova y el socio pequeño de los Ecosocialistas, a Podemos y a los activistas de movimientos sociales al estilo de la Plataforma Antidesahucios  de Colau.

Las decisiones conocidas en los últimos días de Podemos de apoyar la Marea de Pontevedra y abandonar ese catastrófico experimento que ha sido Ourense en Común clarifican algo el panorama ante el 24 de mayo.  Como consecuencia de la ruinosa para sus bases locales prohibición impuesta por la cúpula de Madrid para presentarse a los comicios con las siglas del partido de Pablo Iglesias, esta formación sólo estará indirectamente en las municipales de A Coruña, Santiago, Pontevedra y Lugo, pues es donde ha dado su respaldo oficial a las mareas.

Sin embargo, en el caso lucense la que no está en Lugo Novo es Esquerda Unida, que promueve su propia plataforma. En Ferrol, donde Podemos está regido por una gestora tras el escándalo de sus elecciones internas, hay dos candidaturas, una apoyada por los Ecosocialistas y personas procedentes 15-M, y otra promovida por Esquerda Unida y Anova con militantes del partido de Pablo Iglesias. En Vigo la marea, liderada por Esquerda Unida, no tuvo el aval de Podemos.

Y en Ourense las expectativas que generaba Ourense en Común, en una ciudad en la que el PSOE está muy hundido y el BNG no levanta cabeza, acabaron en un triste espectáculo con unas primarias caciquiles, infiltradas por el baltarismo. Gracias a unas disparatadas normas que permitían votar a cualquier ciudadano español o extranjero con residencia legal los de Baltar II presumían de haber contribuido a elegir a un candidato a su gusto, Xosé Mosquera de Compromiso por Galicia, un partido que ha confirmado su desnorte al reivindicar este ejercicio caciquil y mientras Esquerda Unida y Anova hacían lo propio al criticar el producto de las normas que ellos mismos habían aprobado. Al final el ‘baltarismo’ se ha apuntado el tanto de contribuir a desactivar un movimiento que supuestamente iba a generar una expectativa de cambio en la política orensana, pero que ha servido para consolidar los rancios modelos.

En todo este confuso panorama en el que resulta fácil perderse las mareas más sólidas parecen las de A Coruña, Santiago y Pontevedra. La primera aparece como lo más semejante a una marca blanca de Podemos, a través de conexión de uno de sus ideólogos, Antón Gomez-Reino, con Pablo Iglesias. Las segundas son una versión local de Age apoyada por Podemos. Pero la de Pontevedra tiene un espacio muy estrecho ante la fortaleza del BNG, mientras en la de Santiago cuenta con la expectativa de la candidatura de Martiño Noriega, pese a su débil arranque pero con una coyuntura favorable por el desastre socialista.

Se mantiene el idioma original del artículo, publicado el domingo, 5 de abril de 2015, en la edición impresa.

Comentarios