Habló Ence esta semana por boca de un portavoz, lo cual, en sí mismo, ya es noticia. De sus declaraciones, en las que asegura que ahora no toca negociar, se desprede un aspecto fundamental: que la empresa está negociando. Pensar que Ence va a dejar morir la oportunidad de alcanzar un acuerdo ventajoso y que se va a quedar en Lourizán hasta 2018 viéndolas venir no entra en la cabeza de nadie.
Lo cierto en esta historia es que, con voluntad y una ubicación sin contestación social, como es As Pontes, todos pueden salir beneficiados: por un lado, la empresa, que consigue condiciones favorables en términos económicos ante un futuro incierto; y, por otro, la Consellería de Medio Ambiente, que se apunta un tanto fundamental en esta película.
¿Quién sale perjudicado? Claramente el BNG, que siempre ha liderado la lucha por la salida del complejo de la ría de Pontevedra y que, llegada la hora de la foto, se está quedando en fuera de juego, porque ha permanecido al margen del proceso desde su oferta de trasladar la instalación a Meis.
Las declaraciones de Lores esta semana tampoco le han ayudado. A su no por el no se ha unido su decisión de dejar la pelota exclusivamente en el tejado de la Consellería de Medio Ambiente, abocando al conselleiro Vázquez al fracaso o a la gloria en solitario. Una lástima para el BNG, porque en esta historia lo que va a quedar si el proyecto cuaja, como parece, en 2012, es la imagen de una consellería que ha dialogado y trabajado para conseguir el objetivo y de otras, que se han quedado fuera de la foto y del podium justo en el momento en que se entregaban las medallas.
