Números uno

DOS NOMBRES propios femeninos han ocupado las portadas de todos los medios estos últimos días, el de la canadiense Alice Munro al recibir el premio Nobel de Literatura y el de la deportista María de Villota, muerta repentinamente en Sevilla. Poco tienen en común salvo que ambas han sido mujeres que han tocado la cima, han llegado a lo más alto en dos mundos mayoritariamente dominados por el éxito masculino: el deporte y la literatura.

Solo la tenacidad de una mujer como María de Villota le permitió ganarse un espacio en la Fórmula 1, tal vez uno de los deportes más cerrados para las mujeres, salvo cuando se trata de regalar precisos ramos de flores y espectaculares copas a los ganadores. Su voluntad por hacer lo que más le gustaba gracias a su valía y esfuerzo solo fue quebrantada por un trágico accidente que, después de arrebatarle su sueño ahora también le ha quitado la vida.

María de Villota ya forma parte de la historia del deporte como la primera mujer piloto de Fórmula 1, ha abierto una senda que, seguro, seguirán otras mujeres en el futuro.

Alice Munro no es la primera mujer que gana el Nobel de Literatura, es la número 13, un número mágico o fatídico depende de cómo se mire. Pero en cualquier caso, escaso. Este decimotercer Nobel supone tan solo un 12% del total, los otros 97 premios han sido para escritores masculinos.

A sus 82 años recibió el máximo galardón como colofón a toda una trayectoria dedicada a la escritura y cuando ya había decidido retirarse y no volver a escribir; tal vez ahora que llega el reconocimiento vuelva atrás en su decisión.

María y Alice son nombres propios de estos días, al igual que Malala con su flamante Sajarov en mano. Ellas demuestran que la mujer está presente en todos los ámbitos de la vida y que puede alcanzar la cumbre del éxito igual que el hombre, solo hace faltar mirar y ver que estamos presentes, habelas, hainas…

Personalmente creo que estas tres mujeres hacen más por nuestra visibilidad y por la igualdad que los pechos desnudos de Femen en el Congreso de los Diputados. Sobre todo si pensamos que, irónicamente, fue un hombre (Viktor Sviatski) quien dio la idea de que para luchar contra el machismo lo mejor era enseñarlos.

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