Siguen activos los focos de Samos y Triacastela

Os Ancares lloran lágrimas negras

Los voraces incendios que desde el fin de semana azotan la provincia lucense han dejado reducido a cenizas su mayor espacio natural. Los vecinos vivieron situaciones dramáticas con las llamas pegadas a sus casas y se afanaban el lunes junto a las brigadas para controlar unos despiadados fuegos que se reavivaban pon momentos
Un hombre mira sus rulos de hierba quemados
photo_camera Un hombre mira sus rulos de hierba quemados

EL PARAÍSO natural de Os Ancares está mortalmente herido, su corazón ha sido devastado y los centenarios árboles lloran ahora lágrimas negras. Su esplendor verdoso, el olor a tierra y hierba fresca y el aire puro se ha tornado en un desolador paisaje que semeja más un escenario apocalíptico. El humo y la ceniza lo envuelven todo y las llamas que devoraron sin compasión la naturaleza más virgen han dejado un reguero negro de destrucción.

El fuego se ha cebado especialmente con la parte de la reserva que ocupa el concello de Cervantes. Varias parroquias quedaron cercadas por las voraces llamas que llegaron al pie de las casas y muchos vecinos se vieron obligados a abandonar sus casas. «Non recordo nos meus 84 anos de vida unha  desgraza  similar.  Esto é terrorífico, miras ao redor e non queda nada», relata apesadumbrada Aurora García, una vecina de la parroquia cervantina de Cela que tuvo que dejar su vivienda en la tarde del domingo junto a su marido enfermo ante la cercanía del fuego. «Veu a Garda Civil buscarme porque o lume estaba moi preto pero eu non quería deixar a miña casiña, onde me criei, onde teño toda a miña vida. Ao final leváronme para Doiras pero pola noite volvín durmir na miña cama. Tiña medo de que as lapas volvesen pero ía protexer todo aínda que se me fose a vida nelo », relata la octogenaria, quien ayer mantenía una manguera a mano por si los restos calcinados volvían a avivarse.

Decenas de vecinos de las aldeas más altas fueron realojados y pasaron la noche en un mesón de la parroquia de Doiras. «Colocáronse polos bancos e esperaron ollo», explican los propietarios del establecimiento.

LUCHA CONTRA LAS LLAMOS. Los incontables incendios que se iniciaron en los montes de Os Ancares arrasaron todo a su paso durante el fin de semana. Ayer se mantenía la situación de emergencia de nivel dos en el entorno de las parroquias cervantinas de Donís y Noceda y se reavivaron inumerables focos en todo el territorio que los lugareños y equipos
de extinción se afanaban por controlar. La actividad era incesante y en cada camino de acceso a las viviendas las cisternas cargadas de agua aguardaban el peor desenlace.

«Estamos  desbordados,  non damos abasto, en cada recuncho reactívase un novo lume», señalaba con impotencia Abel López, de 54 años, el único vecino que habita en el lugar de Os Prados. «Aquí todos somos irmáns, axudámonos uns a outros porque esto é a nosa vida. É unha catástrofe inmensa, eu vivo destas terras como o resto dos meus vecinos, se acaban con isto acaban con todos nós», explicaba este lugareño que llevaba más de 24 horas sin dormir luchando para que las llamas no se acercasen a las casas.

Aurora García
Vecina de Cela, Cervantes

"Non recordo nos meus 84 anos unha desgraza así. É terrorífico non queda nada ao redor"

Benigno Gómez
Alcalde cervantego

"Isto é totalmente desolador e cando se vaia o fume veremos a destrución total"

Los cervantinos se organizaban en grupos para ir de esquina a esquina y luchar mano a mano contra  el  fuego  que  pretendía arrebatarles todo. «É moi difícil saber por onde tirar porque o fume é  cegador.  Non  sabemos  onde renden novos lumes porque non somos capaces de ver as lapas. Intentamos estar pendentes pero é moi difícil», relataba un grupo de vecinos que ayer luchaban contra las llamas en el entorno de la parroquia de Cela. «O primordial é que o lume non atravese o río porque se non estamos perdidos», comentaba uno de los voluntarios con lágrimas en los ojos ante la impotencia de ver cómo las llamas avanzaban sin descanso.

RABIA Y DESESPERACIÓN. La sensación generalizada ayer entre los lugareños era de rabia y desesperación. Muchos denunciaban la escasez de medios en algunas zonas en las que las cenizas se reavivaron y amenazaban con emprender un nuevo reguero de devastación. «En moitos sitios estamos sós, as brigadas non dan chegado a todos os puntos, necesitamos máis axuda porque son moitos focos e pódese descontrolar aínda máis a situación», reclamaba otro grupo de voluntarios.

Los  vecinos  han  visto  como la arteria de Os Ancares ha sido aniquilada sin compasión y exigen que se aclaren los motivos de «este acto terrorista». «Está claro que estes lumes foron provocados. Hai que buscar os culpables deste atentado e teñen que pagar moi caro o que fixeron. Querían acabar con todo, querían acabar coa nosa terra e con nós. En conxunto somos moitos veciños, aínda que en cada parroquia haxa media ducia ou menos en total sumamos moito e estamos unidos para afrontar todo isto», señalaba desesperado Abel López.

«Esta situación poderíase ter evitado se se tomaran as medidas adecuadas. Hai que coidar o monte, limpar as fincas, despexar os cortalumes. Está moi ben que queiran traer turismo aos Ancares pero hai que actuar para evitar estas catástrofes», denunciaban algunos vecinos.

Los lugareños esperaban además ayer como agua de mayo las anunciadas precipitaciones, pero la lluvia no se dejó notar y el terreno no pudo ser refrescado. «Nunca vin tal cousa na miña vida», lamentaba destrozado Ramiro Amigo, de la parroquia de San Martín de Cereixedo, donde las llamas cercaron el domingo el pequeño núcleo de una docena de habitantes y calcinaron una casa abandonada, poniendo en peligro el resto de viviendas. Ante esta situación Amigo fue desalojado de la zona, pero ante la intranquilidad de ver amenazada su granja, desoyó as advertencias y regresó de madrugada para luchar mano a mano contra el fuego. «Logrei salvar unhas oito vacas que estaban case asfixiadas, cinco porcos e varias galiñas», explicaba. «Perdín máis de 40 rulos de herba, todo o alimento que tiña para o gando e que tiven que mercar ante a enorme sequía», se lamentaba.

UN FUTURO INCIERTO. «É unha situación desoladora que impón moito vela. Todos os que amamos Os Ancares  sufrimos  con  esta desfeita», describía ayer alcalde de Cervantes, Benigno Gómez. Quien agradecía el impresionante trabajo llevado a cabo por los efectivos desplegados en la zona y alababa el valor de los vecinos.

El regidor apuntó que aunque la situación ha mejorado con respecto al domingo «aínda quedan focos perigosos». Gómez avanzaba, además, que lo peor está por llegar: «Unha vez que logremos vencer as lapas e o manto de fume esmoreza veremos a crúa realidade á que nos teremos que enfrontar».

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