Solos contra el fuego en Aranza: "Os que fixeron isto son peores que Eta"

Manuel Ocampo, un vecino de A Cavadiña, de 81 años de edad, logró, con la ayuda de otros dos residentes, mantener a raya las llamas de un núcleo de viviendas. El incendio se llevó por delante un inmueble muy cercano a su casa y redujo a cenizas una camioneta. La lluvia impidió un deselance mucho peor
Manuel Ocampo observa los daños causados por las llamas en sus fincas
photo_camera Manuel Ocampo observa los daños causados por las llamas en sus fincas

"Tiven que tomar un Trankimanzin para poder durmir". A Manuel Ocampo todavía le tiembla la voz cuando rememora lo sucedido durante la madrugada del lunes, la que, posiblemente, fue una de las peores noches de su vida. A sus 81 años, y con la ayuda de dos vecinos, este residente en el lugar de A Cavadiña, en Aranza (Soutomaior), logró mantener a raya al fuego. "Estabamos sós, pero conseguimos que o lume non se achegase demasiado ás nosas cosas", explica. Ese triunfo, no obstante, no es suficiente para ahogar su pena. Los ojos se le empañan cuando echa un vistazo al estado en el que han quedado parte de sus tierras. "Arrasou con todo nun visto e non visto".

Además de ver cómo las parcelas acababan cubiertas de cenizas, Manuel vivió momentos de angustia al ver cómo se venía abajo una vivienda situada a menos de una veintena de metros de su hogar, en el que vive con su esposa y con su suegra, de 102 años de edad. "Nesa casa non había ninguén. O dono vive en Ponte Caldelas e non estaba aquí", indica el anciano, que no esconde el temor que pasó cuando escuchó cómo el inmueble se venía abajo. "Houbo varios estalidos, supoño que porque habería algunha bombona de butano dentro", relata Ocampo mientras pasa revista a la estructura de la vivienda vecina. "É un desastre. Só se salvou un alpendre que utilizan como adega", lamenta.

COMIENZA LA LUCHA. La pesadilla comenzó poco después de las 21.00 horas. "Estaba mirando a televisión cando me chamou un veciño para avisarme de que viña o lume", explica Manuel Ocampo, que en varias ocasiones repite que "unha cousa é contalo e outra vivilo. Era como ver o inferno. As lapas avanzaban moi rápido, viñan desde Pazos".

"Cheguei aquí ás catro da mañá e estaban rodeados por completo polas lapas. Aínda sinto o sabor a cinza na miña boca"

Tras recuperarse del shock que supuso ver cómo las llamas avanzaban sin control por el monte hacia el reducido núcleo de viviendas que hay en A Cavadiña, Manuel y otros dos lugareños decidieron que había que plantar cara al fuego. Con mangueras y cubos, consiguieron evitar que las llamas llegasen a las casas. El hombre tuvo la suficiente sangre fría para retirar toda la maleza y restos de cartón que se agolpaban en la entrada de su garaje. "Se deixo iso aí quedamos sen fogar", asegura, tajante.

Maruja fue otra de las vecinas de la zona que salió a luchar contra el fuego en plena noche. "Cheguei aquí ás catro da mañá e estaban rodeados por completo polas lapas. Aínda sinto o sabor a cinza na miña boca", señala al borde del llanto. Su esfuerzo sirvió para salvar a todos los animales de su corral. "Eu tiña moito medo por eles, porque, se non viñeramos nós, non ía aparecer ninguén", enfatiza la mujer.

Manuel respalda su tesis. De hecho, son varios los residentes en Aranza que lamentan lo solos que estuvieron a la hora de tratar de evitar la propagación del incendio. "A min dixéronme que a Garda Civil cortou a estrada que sube ata aquí", advierte. En caso de ser así, la medida no resultó descabellada, ya que una lengua de fuego arrasó por completo todo el entorno del vial. "Non deixou de arder ata que comezou a chover. Iso foi o que nos salvou", opina Ocampo, que alza la voz a la hora de hablar de los responsables de los incendios que asolan Galicia. "Quen fixeron isto son peores que os de Eta", zanja.

CAMIONETA EN LLAMAS. Las dramáticas escenas que se vivieron en A Cavadiña se repitieron en otros puntos de Aranza durante la noche del pasado domingo. Los esfuerzos de los vecinos por tratar de controlar el avance del fuego no impidieron que el incendio se acercase a varias viviendas y que se llevase por delante una camioneta de transporte de ganado. Su propietario, un joven del municipio, coincide con Manuel Ocampo a la hora de describir el frenético avance de las llamas. "Iban más rápido que un Fórmula 1", asegura, a la vez que lamenta que "nadie nos echase una mano". Además, las ráfagas de viento que se levantaron en plena madrugada dificultaron las tareas de extinción. "Se formaban remolinos de fuego en el aire, era algo digno de ver".

Durante las últimas 48 horas a muchos afectados les ha resultado inevitable establecer una comparativa entre lo ocurrido el pasado domingo y el fatídico verano de 2006. Manuel Ocampo lo tiene claro. "Isto foi peor. Daquela ardeu o monte, non as casas", advierte.

Otro lugar de Soutomaior que agradeció los aguaceros caídos durante parte de la tarde de este lunes fue Moreira, donde el fuego se llevó por delante más de un centenar de hectáreas de monte comunal. Las llamas llegaron a plantarse a menos de diez metros de la Casa do Pobo, causando daños en el área recreativa colindante (algunos aparejos biosaludables quedaron inservibles). El esfuerzo de la UME y de los vecinos, cuyo tesón alaba el alcalde del municipio, Agustín Reguera, impidió un desenlace más trágico.

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