Temor

"Tivemos o lume á beira das casas e chegamos a pensar que arderían"

Lupe Álvarez y Manuel Rey vivieron momentos angustiosos cuando las llamas rodearon sus viviendas en Meis
Los vecinos de Armenteira hicieron frente al fuego con sus manos
photo_camera Los vecinos de Armenteira hicieron frente al fuego con sus manos

Frente a la puerta del cercado donde se encuentra la casa de Lupe Álvarez y su familia, el monte es de color negro. La distancia que hay entre su hogar y la superficie arrasada por las llamas es de cuatro metros, la anchura de una pista asfaltada. El fuego se propagó por una superficie situada a la altura del tejado de la vivienda, situada en el lugar de Gondes (Meis). "Tivemos o lume á beira das casas", recuerda angustiada. Y llegó enseguida, porque comenzó entre las 20.30 y 21.00, en una finca abandonada que se encuentra en Fofán. "Estaba aquí en cuestión de 20 minutos", recuerda. A continuación señala una casa que se encuentra al otro lado de la pista, y agrega que las llamas llegaron pasar por encima del tejado.

Como otros vecinos, su esposo y un sobrino de ambos se negaron a abandonar el lugar, porque sabían que todos los brazos eran pocos y no se resignaban a claudicar mientras esperaban a que otros alejasen el peligro. Esta respuesta fue generalizada. La ola de solidaridad corrió por el concello a más velocidad que el fuego, y enseguida acudieron jóvenes del municipio para aportar su esfuerzo. Lupe Álvarez y su familia tuvieron que poner a salvo su ganado. Los Bombeiros do Salnés se emplearon a fondo, priorizando su trabajo en salvar las viviendas, tarea que lograron culminar con éxito, ya que ninguna resultó afectada. La única edificación dañada fue un galpón, cuya estructura sigue intacta. La noche fue larga en Gondes, Fofán y Cabeza de Boi porque cuando el peligro parecía conjurado, el fuego regresó, descendiendo por una ladera del monte procedente de Castiñeiras, pero no cogió a nadie por sorpresa porque todos seguían alerta, incluidos los Bombeiros do Salnés.

TEMOR. Lupe Álvarez afirma que no olvidarán lo sucedido durante la noche del día 15 y la madrugada del 16, en la que nadie se fue a la cama. Por un momento temieron que todos los ahorros de su vida se convertirían en ruinas, y fueron más de 20 años los que necesitaron para construir su casa. "Quedaríamos sin nada", resume. El tiempo se convirtió en un aliado. "Deu a vida que veu a chuvia, que non foi moita, pero fixo moito", afirma.

La casa a la que se refiere Lupe Álvarez es de piedra y planta baja, y está situada en el interior de una parcela rodeada con un muro bajo. Prácticamente colindante con el cierre se encuentra una plantación de eucaliptos, cuyas copas ardieron, pasando el fuego de una a otra. A su alrededor, el suelo todavía humea, con la excepción de la fachada que da a la pista asfaltada. Durante la noche estuvo rodeada por las llamas.

"Pasamos a noite apagando o lume", señala Manuel Rey, su propietario. Mientras le pide a su hija Claudia que se aparte de la carretera, comenta que el fuego alcanzó su casa a las 21.30 horas. Viendo cómo quedó el entorno, resulta difícil entender que no hubiese sufrido daño alguno.

Son dos los factores que lo explican: los Bombeiros do Salnés se encontraban junto a una capilla ubicada en la carretera que conduce hasta A Armenteira, y acudieron enseguida, y el apoyo vecinal hizo el resto, porque fue necesario extender muchos metros de manguera para llegar a los puntos más expuestos al peligro. "O lume estaba enriba mesmo da casa, e cheguei a pensar que ardía", reconoce un hombre de 41 años que también tiene presentes los incendios de 2006.

AVANCE. "Foi peor onte", recalca. "Vin que ardía", añade. La sensación de temor se prolongó por espacio de 20 minutos, el tiempo necesario para frenar el avance del fuego. A partir de ese momento, comenzó la vigilancia, hasta entrada la madrugada, cuando con la lluvia llegó la tranquilidad.

Como un grupo de vecinos que comenta lo sucedido a la entrada del portal de una casa, también tiene claro que detrás del fuego está la mano humana. "Tantos focos ao mesmo tempo é que só pode ser provocado", argumentan. Uno indica que uno de ellos estuvo en un eucaliptal situado en el mirador de San Cibrán, y el viento ayudó a que las llamas descendiesen por el monte en dirección a varios núcleos habitados, llegando hasta Cabeza de Boi, en la frontera con el municipio de Ribadumia.

Otro denominador común de las conversaciones es que el abandono del monte y la sequía fueron otros factores determinantes en la rápida propagación del fuego.

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