Lola Herrera: "Yo creo en la belleza de la vejez"

Le gusta el personaje que interpreta en ‘La velocidad del otoño’. Lola Herrera dice que, además de tener su misma edad, con Alejandra comparte rebeldía e independencia. "Es una mujer peleona. Estoy muy de acuerdo con ella". El 29 de septiembre le dará vida en el Pazo da Cultura de Pontevedra en lo que será el primer montaje del ciclo Summum.
Lola Herrera
photo_camera Lola Herrera

LA LIBERTAD y el respeto. Son los dos temas fundamentales sobre los que gira el argumento de la obra de teatro ‘La velocidad del otoño’, de Eric Coble. Lo cuenta Lola Herrera (Valladolid, 1935), la protagonista de la adaptación del texto que ha llevado a cabo Pentación bajo la dirección de Magüi Mira. Gran dama de la escena teatral española, Herrera abrirá con esta obra, por la que ha sido muy elogiada ("compone con autoridad y encanto una Alejandra inteligente y resuelta", en ABC; "la Herrera da el do de pecho", en El País), el ciclo de teatro Summum del Pazo da Cultura. El montaje, coprotagonizado por Juanjo Artero, se podrá ver el viernes 29 de septiembre (21.00 horas, ataquilla.com, 21,60 euros).

¿Quién es Alejandra? ¿Cómo se lleva con este personaje?

Pues me llevo muy bien con ella. Somos de la misma edad. Somos personas que no nos conformamos con cualquier cosa. Somos creativas las dos. No estamos dis puestas a que nos priven de nuestra libertad, de nuestra casa y de nuestras cosas. El personaje es el de una mujer que ha sido pintora hasta hace nada, cuando un problema en las manos le ha obligado a dejarlo. Fue una mujer independiente en una época en la que era muy difícil serlo. Una hippy de la época. Viajó por medio mundo, se casó, tuvo hijos... Ahora, a sus 79 años, se da cuenta de que está harta de que quieran mangonearla, decidir cómo va a ser el futuro que le queda. Así que inicia una protesta. Uno de sus hijos, que lleva mucho tiempo fuera y que se parece mucho a ella, aparece entonces en escena. Es el personaje que interpreta Juanjo Artero. Son sus hermanos los que le piden que interceda. Pero Alejandra es una mujer peleona. Yo estoy muy de acuerdo con ella. Soy muy amiga suya.

Comparte el escenario sólo con Juanjo Artero, un actor con el que ya había coincidido antes. ¿Es más intensa la relación entre los actores cuando se trata de un tú a tú como este? ¿O no tiene por qué?

La intensidad siempre tiene que ser lo más fuerte posible. Cuando se trata de un gran elenco, se reparte. Al ser sólo dos, nos la repartimos entre nosotros. Realmente la comunicación con Juanjo es buenísima. Y es cierto, ya habíamos coincidido en una obra anterior, ‘Seis clases de baile en seis semanas’. No habíamos trabajado nunca juntos hasta ese momento y fue maravilloso. Tanto Pentación, los responsables de aquel espectáculo y de este, como yo estábamos de acuerdo en que era el actor apropiado para este personaje.

Él ha dicho en alguna entrevista que esta era una obra necesaria "porque habla de las cosas de la vida que de verdad importan". ¿Cuáles son?

La libertad y el respeto. La atención a las personas mayores. Porque muchas veces los hijos, con la mejor intención del mundo y para poder estar tranquilos, lo que hacen es coartar la libertad de sus padres. Si una persona tiene bien la cabeza, hay que dejarla que viva como desea. Si quiere estar acompañada, acompañada. Si quiere estar sola, sola. Si uno se quiere morir solo, no pasa nada: todos morimos solos aunque tengamos un montón de gente alrededor. A veces nos ponemos muy pesados con estas cosas. En ese sentido, hay una gran falta de respeto a la voluntad de las personas mayores. Por eso esta obra es importante, porque de estas cosas no se habla. En una sociedad donde cada vez hay más ancianos, en realidad no pintan nada si no es para hablar de las subida de las pensiones. Es el mundo al revés. 

¿Esa podría ser una de las funciones del teatro, reflexionar sobre cuestiones que atañen al ser humano?

Por supuesto. Es una plataforma magnífi ca para hacerlo. Esta obra pone sobre el tapete algo de lo que, como te decía, no se habla. El teatro tiene que ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

Magüi Mira ha sido muy elogiada en la dirección de este montaje.

Es que la suya ha sido una dirección muy bonita, muy estética, muy trabajada. Hemos estado muy a gusto con ella. Es la segunda obra en la que me dirige, después de ‘En el estanque dorado’, y la verdad es que es fantástico trabajar con ella.

"En la vejez también hay belleza", dice en la obra. ¿La hay?

En la sociedad en la que vivimos no es apreciada. Eso es así. Pero yo creo que las arrugas pueden ser bellas, lo que pasa es que están muy desprestigiadas. Desprestigiadísimas. Y las arrugas son la vida. Yo creo en la belleza de la vejez. Aunque esté devaluada esa estética y aunque quieran convertirla en un horror. A veces, en esa publicidad aterradora, una persona vislumbra una arruga y parece que quiere suicidarse. Estamos tan desfasados... Todo es juventud y todo es estiramiento.

¿Vivimos en una sociedad superficial que no valora la experiencia?

Claro que sí. Pero para mí, lo natural es lo más hermoso. Hay personas que, en su obsesión por la imagen, se convierten en monstruos, se destrozan la cara hasta no reconocerse. Con esto no quiero decir que alguien no deba operarse o hacerse un tratamiento si tiene un defecto o un complejo terrible. Eso es otra cosa. Me refi ero a esta estética que se lleva ahora, esta estética clónica espantosa.

"He sabido arrugarme con dignidad", le tituló una entrevista Luz Sánchez-Mellado en El País. ¿Para una actriz es más complicado?

Es más complicado para la gente que ha sido muy guapa. Porque hay como una exigencia externa también, que les reclama que se mantengan igual. Así acaban pagando un tributo terrible como pagan. Yo nunca he estado en esa situación. Creo que he envejecido bien. Cuando llegas a los 45 o los 50 se te tambalea el mundo porque notas que empiezas a marchitarte. Para enfrentarse a algo así hay que tener buena cabeza y sentido común. Hay que aceptarlo porque simplemente es la vida. Yo he intentado hacerlo lo más dignamente posible.

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