Seguridad pontevedresa en la Vuelta a España

Tras superar un duro proceso de selección entre cientos de aspirantes, los agentes José Manuel Berjano y Miguel Rodiño, del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Pontevedra, cumplen este año su tercera y última participación en el dispositivo de seguridad de la serpiente multicolor ►Llevan unos días concentrados en tierras francesas
Los agentes José Manuel Berjano (izquierda) y Miguel Rodiño partieron en días pasados hacia Francia por la cornisa cantábrica
photo_camera Los agentes José Manuel Berjano (izquierda) y Miguel Rodiño partieron en días pasados hacia Francia por la cornisa cantábrica

"En cualquier camino te surge un señor mayor que no se da cuenta de lo que ocurre o cualquier otro riesgo inesperado que tienes que solventar. Lo primordial para nosotros es la seguridad de los ciclistas". José Manuel Berjano y Miguel Rodiño son, un año más, los representantes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de Pontevedra en el dispositivo de seguridad de la Vuelta Ciclista a España. Ambos partieron en días pasados hacia Nimes (Francia), lugar elegido por la organización del evento deportivo para partir en la edición de 2017. Tendrán el honor de completar su última Vuelta (cumplen el ciclo de tres consecutivas que establece la normativa que les afecta) en un año muy especial en el apartado deportivo, con la despedida de Alberto Contador, el gran ídolo de la afición española en los últimos años, y la presencia de la flor y nata del ciclismo mundial, encabezada por los dos últimos ganadores del Tour: el italiano Vicenzo Nibali, que ya ha logrado el maillot rojo en dos ocasiones, y el británico Chris Froome, que afronta la competición con un formidable equipo y con la intención de sumar a su palmarés una carrera que hasta ahora se le ha resistido.

Berjano y Rodiño recuerdan que "el año pasado tuvimos siete etapas en Galicia, además del aliciente de que salimos de nuestra tierra, de Ourense, del balneario de Laias. Hubo una etapa muy bonita aquí, en Pontevedra, la que transcurrió desde Marín hasta el mirador de Ézaro. Todo se desarrolló con tranquilidad, con el apoyo de nuestros compañeros del destacamento y del Subsector de Tráfico de Pontevedra. Fueron bonitos esos días en casa".

Los ascensos "Lo más complicado son las subidas, como el Angliru. Las motos no pueden bajar de 10 por hora, se pueden calar, y hay una afluencia masiva de público

PRUEBAS. Los agentes explican que para obtener una de las codiciadas plazas para formar parte del dispositivo de seguridad de la Vuelta se deben superar una serie de cribas a las que se presentan cientos de aspirantes.

"Primero tienes que completar una serie de kilómetros mínimos para solicitar la convocatoria, bajo la supervisión del jefe del destacamento. Si él considera que te puedes presentar accedes a la selección, que consta de pruebas de conocimiento, incidiendo en el recorrido que se va a realizar a lo largo de la prueba. Después se llevan a cabo los ejercicios de habilidad, algunas de ellas en el circuito, y se hace una entrevista personal con el jefe de la unidad móvil de seguridad vial, el responsable del dispositivo, a modo de prueba psicológica. Buscan un perfil de persona extrovertida, con un alto conocimiento de la prueba y elevado grado de compañerismo".

Exactamente 128 guardias civiles conforman el despliegue de este año, de los cuales 58 proceden del GRS, tres mecánicos, personal de apoyo para el equipo de transmisiones y el resto, más de 70, motoristas de las distintas agrupaciones de Tráfico del país.

"Los de más lejos somos nosotros, que tenemos que partir un día antes, el 15 (por este martes). Ya no pasamos por Madrid, dado que la salida de la prueba es en Nimes (Francia). Vamos por la cornisa cantábrica y nos reunimos con el resto de compañeros del Norte de España. La primera concentración es en Logroño (donde han pernoctado este miércoles). Desde ahí nos desplazaremos a Barcelona, donde nos agrupamos con el resto de los compañeros. Ahí iniciamos la concentración".

Difícil acceso "Cientos de aspirantes se presentan cada año a las plazas para formar parte del operativo de la Vuelta"

En la noche del jueves llegaron a Narbonne, cerca de Nimes, donde permenecen concentrados hasta el inicio de la prueba ciclista.

"En cuanto lleguemos llevaremos a cabo labores de instrucción para los nuevos, los de primer año. Se realizarán reuniones y se perfilará el trabajo. Se prepararán las motocicletas, aunque están revisadas de arriba a abajo. Nos entregarán las acreditaciones para circular por todo el circuito..., todo esto lo prepararemos con tiempo".

El dispositivo de seguridad de la prueba en territorio francés lo lleva la Gendarmerie, que son los motoristas del Tour de Francia y tienen una experiencia sobrada. Sin embargo, Berjano matiza que"no tienen los medios que tenemos nosotros. Ellos tienen unos 25 motoristas. Las carreteras y la responsabilidad es de ellos, pero delegan mucho en nosotros. El dispositivo funciona igual que en España".

PUNTOS COMPLICADOS. Los agentes de la Comandancia explican que los momentos de mayor tensión, además de los imprevistos, se dan "en la contrarreloj individual, porque es un día diferente en el que cada guardia va con un corredor y vamos más cercanos al ciclista. Cada uno repite tres veces, al menos. Es complicado porque tienes que estar siempre a una distancia de seguridad, pero nunca perderle de vista. Si van a 60 kilómetros por hora te mantienes, pero si van bajando un puerto le das un poco más de distancia. Se puede caer y tú continuar y no verle, y eso tenemos que evitarlo. No le puedes estorbar, pero tampoco dejar de vigilarle. Contamos con el apoyo de los compañeros que van delante que nos avisan de las zonas peligrosas, las curvas cerradas, donde hay grava... En esos puntos aceleramos y ganamos terreno para señalizarlo correctamente y conseguir que el ciclista supere la situación de riesgo en unas condiciones razonables de seguridad".

Sin embargo, el momento de mayor riesgo para ellos no está en los descensos sino, paradójicamente, en las subidas, debido a la gran presencia de público y a la baja velocidad a la que deben circular. "Este año tenemos ascensiones de primer nivel, como el Angliru, que se ha pasado ya en siete ocasiones. Habrá una afluencia masiva porque será el último fin de semana, y tienes que subir con la moto a velocidad de paso. El mínimo es 10 kilómetros por hora, por lo que se puede calar e incluso te puede tocar un espectador y llevarte al suelo. Nos avisan de que el embrague no se toca, se mete primera y al ralentí. Eso es lo más complicado".

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