Otro verano inquietante en los montes de la comarca

Los tres intentos de provocar un incendio en O Xiabre hacen evocar la catástrofe ambiental y económica sufrida durante el año 2006
Imagen del incendio que se produjo el día 20 en Bamio (Vilagarcía)
photo_camera Imagen del incendio que se produjo el día 20 en Bamio (Vilagarcía)

Cuando una lengua de fuego comenzó a ascender por la ladera del monte O Xiabre, entre Vilagarcía y Caldas de Reis, grupos de vecinos que trataban de sofocarlo evocaban la catástrofe ambiental y económica sufrida en el año 2006. El incendio registrado en agosto del 2016 calcinó 290 hectáreas, y aquellos funestos vaticinios no se cumplieron.

Durante la tarde del día 20 se hizo presente de nuevo la misma estampa de hace once años en Catoira, donde se registraron dos focos, muy próximos entre sí, y a un tercero, en Bamio (Vilagarcía). Las condiciones para que se repitan la oleada de 2006 son más adecuadas porque una característica que la originó se mantiene: la biomasa cubre la superficie de los montes.

Xurxo Abuín, presidente de la Mancomunidade de Montes de Vilagarcía, agrega otra: la escasez de lluvia en el invierno y la primavera pasadas. Y añade que el descenso en el número de precipitaciones no es una circunstancia puntual, sino que se trata de una tendencia que se prolonga en el tiempo, cuyo resultado es una progresiva desertización.

Como mantienen otros dirigentes de comunidades de montes, mantiene que las ayudas que ofrece la Xunta de Galicia para destinar a su limpieza llegan tarde porque cuando pueden acceder a ellas ya está encima el verano, y más de una vez no pudieron ser usadas por aquellos que la solicitaron al haber ardido los montes de los que son responsables.

Mantener limpio un monte es muy costoso. Abuín, que preside la Comunidade de Rubiáns, explica que recientemente cobraron 30.000 euros por talar pinos de entre 40 y 50 años, y tuvieron que invertir casi 40.000 para realizar una nueva plantación. "O que se paga pola madeira é unha miseria, o beneficio é para os intermediarios", lamenta.

Además de razones puntuales para explicar lo que sucede, argumenta que hay una de carácter estructural. El monte no cumple la función social que tenía hace varias décadas, cuando los vecinos se proveían en él de leña, piñas u hojarasca para las cuadras.

HISTORIA. "Aquelo é historia", apunta, y hoy los padres no enseñan a los hijos donde están sus propiedades, de ahí que muchos desconozcan donde se encuentran y estén abandonadas. Por otra parte, la política que quieren seguir algunas comunidades de agrupar montes mediante su compra, se encuentra con la negativa de sus dueños, que apelan a razones sentimentales pero no cuidan sus parcelas.

Abuín agrega que el abandono también provoca que la morfología del monte cambie, y resulte difícil delimitar las propiedades, y expone que no es algo excepcional que alguna esté siendo explotada, desde hace años, por otra persona a la que no le pertenece. "Hai xestas que sirven para facer mangos de legóns", dice.

La diversificación es la alternativa que propone para cambiar esta tendencia. Abuín mantiene que el futuro del monte debería asentarse en la apuesta por la resina, las setas y otras formas de explotarlo que no resulten agresivas y sean sostenibles en el tiempo.

Otra exigencia que plantea es la implicación de los propietarios en la gestión de las comunidades de monte, que considera escasa, y uno de los motivos estriba en que el deseo de evitar enfrentamientos entre vecinos.

Mientras no de un vuelco la situación, el presidente de la Mancomunidade de Montes de Vilagarcía advierte de que tendrán que seguir viviendo en un estado de inquietud los veranos porque las administraciones siguen sin apostar por la prevención con una finalidad, la de propiciar que el monte pierda valor, que los vecinos dejen de reivindicar su futuro mediante las comunidades y, finalmente, cambiar la ley que actualmente impide destinarlo a usos urbanísticos y solo permite su expropiación para iniciativas cuya utilidad pública está justificada.

Por estas razones, Xurxo Abuín sostiene que a la Xunta de Galicia no le interesa la política de prevención de los incendios forestales, cuando está convencido de que supondría una inversión notablemente inferior a la que dedica a la extinción del fuego, además de evitar que se pongan vidas en peligro en esta misión los pilotos de los helicópteros y los hidroaviones, así como los componentes de las cuadrillas. "É terrorífico, é un disparate", lamenta.

Sobre el controvertido debate de quién le prende fuego, apunta que entre los responsables pudieran encontrase quienes quieren conseguir pastizales gratis, y apunta que entre los pirómanos hay un número importante de personas cuyas facultades mentales están perturbadas, pero reitera que lo fundamental es que no tienen interés para los vecinos, y las administraciones contribuyen a ello.

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