Senda contra el olvido

Los usuarios de Afapo esperan cada martes la llegada de Senda, una labrador de color chocolate que les alegra la semana. Le dan de comer, la acarician y, sin darse cuenta, se relajan y salen, por una hora, del laberinto del alzhéimer. Senda es una perra de apoyo de la empresa Ramalladas y un recurso más para luchar contra la desmemoria

Senda entra en la sala y todos la miran. Se acaban la ansiedad y las preocupaciones, la desorientación de quien lo ha olvidado todo y el miedo de no saber qué ocurre cuando el alzhéimer comienza a borrar los recuerdos. Senda es una perra que no tiene ni dos años, pero puede incluso más que muchas pastillas, ya que lleva paz y bienestar cada martes a los centros de día y de terapia de la Asociación de Familiares de Personas con Azlhéimer de Pontevedra (Afapo).

Lo hace acompañada por Ana Martínez Fontúrbel, que la presenta y habla de ella a los asistentes a la terapia. María, una de las usuarias del centro, no puede evitar achuchar a Senda siempre que se le acerca. A otra de las enfermas se le ha ido por un rato de la cabeza su obsesión por que alguien la lleve de vuelta a casa y Senda, tumbada en medio de una mesa rodeada de personas, se deja querer.

"Las nuevas técnicas desarrolladas con el perro de apoyo permiten trabajar áreas como la atención, expresión de emociones, conexión con el entorno y los estados de vigilia y alerta", cuenta Fontúrbel, que trabaja en la empresa viguesa Ramalladas con perros de apoyo. "Nuestra intervención con personas con alzhéimer se centra en estimular y potenciar las capacidades cognitivas que tienen preservadas", añade. Reducir las situaciones de desorientación, favorecer la conexión con el entorno, mejorar el estado psicoafectivo, minimizar episodios de ansiedad o agitación, reducir estados de apatía o tristeza, mantener las capacidades funcionales para preservar su autonomía, favorecer las relaciones interpersonales...La misión de Senda incluye todas estas cuestiones y, a juzgar por los hechos, cumple con creces.


José Manuel Fontenla: "La presencia de la perra de apoyo favorece las conductas colaborativas de los enfermos de alzhéimer"


"Esta es una terapia que se aplica a pacientes de todas las fases, desde los que están recién diagnosticados a los que tienen el alzhéimer más avanzado, y es un recurso más, además del tratamiento farmacológico, para mejorar su calidad de vida", explica el presidente de Afapo, José Manuel Fontenla. La terapia se reduce a hechos tan sencillos como darle de comer, de beber o cepillarla. "Además, el perro evoca recuerdos del pasado o del presente, porque hay muchas personas que tienen o tuvieron perros en su casa y, a raíz de la visita de Senda, hablan de ellos e interactúan", cuenta Fontenla.

En Afapo están encantados con Senda. Cuando ella llega, el ambiente se relaja. "Se nota mucho en las conductas colaboradoras; hay personas a las que les cuesta, por ejemplo, mantenerse sentadas, pero cuando llega Senda se relajan y colaboran en las actividades propuestas. Si hay que darle de comer, ellos lo hacen; si tiene sed, van a buscarle agua. Si no fuera por el perro esa persona no se levantaría de su silla", explica Fontenla.

La perra ha cumplido una serie de requisitos para llegar a ser la terapeuta de personas con alzhéimer (y con otro tipo de patologías), que pasan por someterse a varios exámenes, tanto físicos como de carácter. "No todos los perros pueden ser utilizados como perro de apoyo. No basta con que sean dóciles y que hayan recibido una formación en obediencia básica, deben tener una serie de peculiaridades en sus comportamientos, fuerte voluntad por complacer, carácter afable, ausencia de conductas dominantes o excesiva timidez", cuenta la terapeuta que acompaña a Senda.

Senda fue formada por EFORP Asturias-Galicia, la primera escuela en España para la formación específica de los perros utilizados en los programas de intervención asistidos con canes, ya sean terapéuticos, educativos o sociales. Comenzó su etapa formativa a los dos meses de edad, introduciéndola gradualmente y de manera controlada en los diferentes contextos y ambientes de trabajo con el objetivo de favorecer destrezas sociales y significativas que en un futuro resultarían fundamentales para su labor.

Durante su formación, aprendió de su hermana Trufa, una ejemplar adulta que trabajaba como perra de apoyo y que le sirvió de ejemplo.

Pero no solo Senda ha tenido que prepararse para trabajar como perro de apoyo. También su compañera, la propia Ana Martínez Fontúrbel, se ha formado como especialista en Programas de Intervención Asistida con Perros en la Universidad de Oviedo. "Del mismo modo que no vale cualquier can para trabajar como perro de apoyo, el profesional, por su parte, también debe recibir una formación determinada relacionada con las características y necesidades específicas de cada uno de los colectivos destinatarios", cuenta Martínez Fontúrbel, que añade que es fundamental que la persona reúna una serie de habilidades, como la facilidad para comunicarse o el saber manejar las emociones para trabajar con perros de apoyo.

En el caso de la pareja formada por Fortúrbel y Senda, ellas son, además, compañeras en casa. "El trabajar con mi propia perra, Senda, está favoreciendo sin duda a que entre nosotras se establezca un vínculo más fuerte, lo cual, bien gestionado, puede repercutir muy positivamente en las sesiones", cuenta la profesional.

LA JUBILACIÓN. En Ramalladas, además de Senda, trabajan otros perros de apoyo que ayudan a diferentes colectivos a tener una mejor calidad de vida. No existe una edad de jubilación en concreto, sino que se valora el estado y las capacidades de cada animal para continuar trabajando. "Hace apenas seis meses se jubiló Mami, una perra que fue maltratada y recogida por la Protectora de Vigo y, posteriormente, gracias a sus características, formada como perra de apoyo por Ramalladas, trabajo que desempeñó durante varios años. Teniendo en cuenta la vida que llevó Mami, se consideró más que merecida su jubilación a los siete años de edad", comenta Fontúrbel. "En contraposición, tenemos el ejemplo de Bronce, nuestra perra más veterana, que, a punto de cumplir los diez años, sigue mostrando unas grandes cualidades, aptitudes y actitudes hacia su trabajo", añade.

Senda lleva cerca de un año a jornada completa en Ramalladas. Es la perra más joven de la institución, pero eso no quiere decir que sea inexperta. Por eso, cuando se va, el grupo de enfermos de alzhéimer en estado más avanzado se despide de ella cantando en voz muy bajita: "adiós con el corazón, que con el alma no puedo...".

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