CIUDADES

Los gobiernos locales buscan consolidarse en el ecuador del mandato

Dos años después de las elecciones y tras un inicio titubeante, los nuevos alcaldes urbanos tratan de estabilizar sus precarias minorías. En este tiempo ya hubo en Galicia pactos rotos, imputados, cambios de caras, sillas vacías y una veintena de relevos de regidores
Los llamados alcaldes del cambio: Ferreiro, Noriega y Suárez
photo_camera Los llamados alcaldes del cambio: Ferreiro, Noriega y Suárez

Hace exactamente dos años las elecciones municipales daban un vuelco a la política gallega al introducir de forma definitiva en el escenario a un nuevo actor, el espacio de la izquierda rupturista, que bajo sus distintas formas y siglas ganó en Santiago, se quedó a 28 votos del triunfo en A Coruña, consiguió el bastón en Ferrol y se hizo con un buen puñado de alcaldías y concejalías en los 313 ayuntamientos. El fenómeno que había iniciado Age tres años antes en las autonómicas de 2012 no solo veía reflejada su continuidad sino que se reforzaba y confirmaba que llegaba para quedarse.

Enfrente, el PPdeG tocaba fondo al dejarse por el camino diez puntos de apoyo (200.000 votos), sus principales alcaldías y las diputaciones de A Coruña y Pontevedra. El PSOE se veía relegado a tercera fuerza en muchos concellos y el BNG trataba de no desaparecer.

Esa llegada de debutantes a las corporaciones, junto al hecho de que la polarización política transformó muchas mayorías absolutas en simples, se tradujo en dos años verdaderamente complejos a nivel municipal. ¿La razón? La falta de cultura del pacto arrinconó muchas veces a esos alcaldes incapaces de llegar a acuerdos; y al mismo tiempo, su inexperiencia los empujó a primar la política del guiño y el gesto en lugar de atender cuestiones básicas.

No hay que poner más ejemplos que los presupuestos, ya que Ourense y Ferrol fueron incapaces de aprobar ninguno en dos años, mientras que Lugo todavía tiene pendientes los de 2017. Pontevedra y Santiago los sacaron adelante gracias a un cambio de cromos Mareas-BNG y en A Coruña Xulio Ferreiro tuvo que someterse a una cuestión de confianza, un órdago que al final le salió bien.

PROBLEMAS. Pero todos los gobiernos de las ciudades se tuvieron que enfrentar hasta el ecuador del mandato municipal a problemas más allá de las cuentas. En Vigo, el PSOE usó su mayoría absolutísima para aprobar los presupuestos, pero no le sirvió para evitar verse envuelto en escándalos de imputación de varios de sus concejales. Además, falta ver el coste que tendrá para Abel Caballero su derrota orgánica en el PSOE y el desgaste de sus batallas con la Xunta a costa del área metropolitana, el campus del mar y la Etea, el Ave por Cerdedo, la estación intermodal o la AP-9. Aunque es cierto que, más allá de estas batallas, su situación es la más relajada, junto a la de Pontevedra, Ourense y Lugo, curiosamente donde gobiernan los regidores mejor valorados, por ese orden, en los sondeos.

Mención aparte merecen las llamadas ciudades del cambio. En A Coruña fueron dos años convulsos y no solo para el gobierno, sino que la corporación vivió cambios de caras: el PP vio como Carlos Negreira se marchaba en febrero de 2016 y el socialista José Manuel Dapena este mismo año.

En Santiago Martiño Noriega vive una etapa dulce gracias a que el PSOE lleva un año si un concejal por problemas internos, lo que transforma la minoría de Compostela Aberta en una mayoría absoluta virtual con el apoyo del BNG y el voto de calidad del propio alcalde; pero eso se acabará.

Y Ferrol ya es directamente lo más parecido a un culebrón. Tras romper el bipartito, Jorge Suárez se quedó con una minoría de seis ediles y el apoyo de dos díscolas del PSOE, una minoría demasiado débil y que por ahora parece incapaz de inyectar a una ciudad en decacencia la vitalidad que necesita.

Por eso, la inmensa mayoría de los alcaldes debutantes, sean del color que sean, quieren convertir el ecuador de sus mandatos en un punto de inflexión: el fin de la etapa de adaptación y el comienzo de la fase de consolidación de sus proyectos. Lo ilustró ayer mismo Martiño Noriega en Santiago: "A estas alturas xa ninguén pensa que teñamos que pedir perdón por asumir as alcaldías".

20 CAMBIOS DE ALCALDES. Los problemas para las corporaciones no son exclusivos de las grandes ciudades ni de los entornos urbanos. Es más, algunos son comunes a parte de ellos, como la corrupción o irregularidades, que desde el 24 de mayo de 2015 apartaron del sillón a cuatro regidores: Monterroso, Rairiz de Veiga, Negreira y Boimorto. En este último Concello era ya el segundo regidor, porque el primero, Xosé Luís Rivas 'Mini', había sido desalojado por una moción de censura, el mismo método que apartó a los alcaldes de Sobrado, Pontecesures, Noia, Oia, Santa Comba y Mugardos.

Otra causa de cambios de caras al frente de las corporaciones fueron los fichajes para la Xunta, el Congreso y el Senado. Ocurrió en Melide, Baiona, Boqueixón, Vilalba, Outes y Manzaneda, mientras que el caso más trágico fue el de A Gudiña, cuyo alcalde falleció.

Las novedades más recientes son las de Telmo Martín como nuevo alcalde de Sanxenxo y la dimisión de la histórica Carmen Leyte, tras siete mandatos en Cartelle. También se fue José Balseiros tras la fusión de los concellos de Cerdedo y Cotobade.

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