Más que un ascenso

Rodrigo Cota y Luisito protagonizan un mano a mano en el que la palabra valentía es la más utilizada y en el que el técnico pone de manifiesto su identificación con el club granate
Rodrigo Cota y Luisito en plena charla en los banquillos de Pasarón
photo_camera Rodrigo Cota y Luisito en plena charla en los banquillos de Pasarón

"Eu de xogador era un can indecente, pero como adestrador non tolero eses comportamentos. Non soporto a ese tipo de xogador". Se refiere Luisito a los últimos minutos del partido contra el Murcia, cuando el equipo rival se dedicó a reventar el encuentro. No se rinde: "Se eu non crese, non estaría aquí. Eu son de derrubar portas e paredes e iso é o que tento transmitir ós meus xogadores: valentía. Estamos no play-off porque somos valentes".

"Se eu non crese, non estaría aquí. Eu son de derrubar portas e paredes e iso é o que tento transmitir"

Todo el mundo sabe que Luisito es como es. Lo es en el banquillo, en las ruedas de prensa o en las entrevistas. Él, inexplicablemente, lo atribuye a un defecto: "Esa sinceridade miña non son quen de corrixila". Yo le digo que eso más bien es una gran virtud. Luisito no mide cada gesto ni cada palabra. Todo lo dice y lo hace así como le viene a la cabeza. Por eso todo el mundo, o casi, adora a Luisito, porque es un personaje real que no se comporta como un figurín y que echa broncas y reparte abrazos con la misma familiaridad. Luisito es Luisito, y no hay otro como él.

Dice que lo que más le agradece a la vida es haber nacido pobre, uno más entre diez hermanos con una madre que los sacó adelante sin ayuda de nadie. Hoy, Luisito rechaza ofertas millonarias para estar cerca de su madre, cuidándola. "E se algún día te chaman do Madrid?". No se piensa la respuesta. "Se de verdade lles intereso xa poden traer o Bernabéu a Pontevedra, porque mamá para alí non vai".

La última vez que lloró fue el pasado sábado, tras la derrota del Pontevedra, al acabar la rueda de prensa. Lloró de rabia, porque el resultado era injusto debido a errores individuales, dice, impropios de futbolistas que se juegan un ascenso. Pero no pierde la confianza, ni en ellos ni en el equipo. Se ve capaz de derribar paredes y puertas. Es lo que ha hecho toda su vida. "O día que escriba un libro contando todo o que eu sufrín para chegar ata aquí, moita xente chorará". Yo me lo creo, porque nos cuenta un par de anécdotas terribles. Luisito es así de real porque ha sufrido y ha llorado como nadie. También ha trabajado como ninguno. Y porque es un hombre de principios. Le pregunto por los nuevos fichajes y señala a Xaime Nogueira: "Ves a este tío? Quérolle ben. Se me pide cartos vendo o coche para prestarllos, pero se me pide unha exclusiva, non lla dou porque non me parece ético, polo mesmo motivo polo que teño que aceptar que un día me poña a parir se pensa que metín a pata, porque somos profesionais e facemos o noso traballo o mellor que sabemos".

"Se de verdade lles intereso xa poden traer o Bernabéu a Pontevedra, porque mamá para alí non vai"

Le pregunto por Lupe Murillo. Le digo que la vi el sábado tras la derrota y me pareció moderadamente satisfecha. Dice Luisito que Lupe es la única persona que conoce capaz de convertir 24 horas en 36, que siempre cumple lo que promete y que nunca promete nada que no vaya a cumplir. Lo cierto es que Lupe a mí me debe unas conservas que me prometió, y ya no es por las conservas, que para comer malamente voy sacando, es por ver si cumple o no cumple. Pues con Luisito cumple.

Bien, el caso es que Luisito lo tiene todo, pero sobre todo tiene a una madre que ha dado la vida por él y por la que él da la vida. Cuando nos despedimos nos dice que tiene que comprar leche para su madre. Pues eso es un hijo, es una persona, es un entrenador y es todo lo que alguien debe ser en esta vida de Dios. Yo, después de esta charla, solamente aspiro a una cosa: que mis hijos me quieran algún día como Luisito quiere a su madre. Para mí, Luisito es mucho más que el mejor entrenador y la persona más auténtica: es el mejor hijo, y eso vale más que cualquier ascenso.

Comentarios