"Pontevedra está preparada para dar autonomía a los niños"

Al contrario que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Tonucci y Frato no son dos caras opuestas de una misma persona. Son un ego y un alter ego regidos por los mismos principios, que defienden que los niños deben marcar la pauta de cómo han de ser las ciudades, porque así estarán diseñadas a la medida de todo el mundo. Esta semana expone su filosofía en Pontevedra
Francesco Tonucci 'Frato'
photo_camera Francesco Tonucci 'Frato'

¿Qué le está pareciendo la experiencia de esta semana en la provincia de Pontevedra?
Una más, aunque con novedades como la exposición en el Pazo da Cultura y las visitas que he hecho a varias localidades. Estamos empezando a pasar de una ciudad a una red provincial de ciudades amigas de los niños y lo que estoy proponiendo es que la red internacional tenga en cuenta a Pontevedra como modelo, pero no para copiar, sino para adaptar y también para ver su éxito. Normalmente, los políticos dicen "me gustaría mucho pero no puedo". Aquí han querido y lo han hecho, lo han conseguido y la gente está contenta con ello. Este es un ejemplo que vale la pena conocer para que cada uno lo traduzca a cada lugar y ahora en Pontevedra falta dar un paso más hacia la autonomía de movimiento de los niños, que encaja muy bien con toda la política ya desarrollada.

¿Quién pesa más en usted, Frato o Francesco Tonucci?
Son dos partes indisolubles, pero siempre gana Frato. Actualmente tengo dos contratos firmados para hacer dos libros: uno dibujado y uno escrito, y he empezado realizando el de dibujos, porque escribir me cuesta y dibujar me gusta. Esa es la diferencia fundamental. Yo siempre quiero que en la escuela se asuma esta responsabilidad: entender qué le gusta a la gente para que pueda hacer también lo que le cuesta.

Esa es una asignatura pendiente en la enseñanza, ¿no?
Sí. La escuela normalmente se pregunta cómo motivar a los niños, pero yo creo que debería ser al contrario: cómo encontrar las motivaciones de los niños, que además son sus talentos y capacidades. La escuela debe estar interesada en lo que interesa a los niños, no al revés.

"Los padres deben aceptar la realidad revolucionaria de que sus hijos no son tontos, sino todo lo contrario" 

¿Frato se lleva alguna idea para sus viñetas de esta estancia en Pontevedra?

Hasta ahora no he tomado ningún apunte, porque ha sido un calendario tan intenso que me deja poco tiempo. Muchas veces mis dibujos son anécdotas que me cuentan las personas. No es una elaboración inconsciente, pero sí se va creando y creciendo por su cuenta, por eso siempre tengo a mano una libreta y un lápiz. A veces me encargan cosas aparentemente imposibles, que en un principio me parece que el dibujo no puede solucionar, pero luego siempre es una maravilla ver cómo la creatividad no tiene límites.

¿Por ejemplo?
Un médico de atención primaria de oncología pediátrica en un hospital del Norte de Italia me pidió si podía hacer dibujos sobre niños con leucemia infantil. Yo le respondí que no se podía hacer ironía sobre una cosa tan dura. Pero las cosas se me quedan dentro y empiezo a trabajar, a pensar... y así cree un libro que se llama Queridos padres. La experiencia que me encantaba de este hospital es el protagonismo que le da a los niños. El diagnóstico se le da a los niños, no a los padres ni a los dos juntos. Un médico especializado tiene una capacidad impresionante para hablar con los pequeños y les explica que tienen una enfermedad grave, que a veces provoca la muerte, pero que hoy tenemos una probabilidad de ganar muy alta; y el médico le dice que van a luchar juntos, pero que el niño tiene que ayudar... y el niño se anima y luego es él quien se lo cuenta a sus padres. De todo esto ha salido el dibujo de la cubierta de ese libro, que muestra a una pequeña preocupada pensando "cómo le digo a mi mamá que tengo leucemia".

¿Pecamos mucho de eso, de tratar a los niños educándolos sin tenerlos en cuenta, escondiéndoles muchas cosas?
Sí, cuando en realidad debería ser al contrario. Los niños deben seguir la vida como se presenta, porque a su nivel de niñez tienen que desarrollar maneras para defenderse. Es interesante que ellos sepan y nosotros miremos cómo reaccionan. Los adultos lo suelen simplificar todo diciendo "mi hijo no es capaz, si lo dejo solo se mete debajo de un coche". Y por eso aparece ese convencimiento tan triste de los padres que piensan que tienen hijos tontos, cuando no lo son. Debería ser muy interesante para los padres dejarles a los niños una libertad gradual, irles concediendo ese lugar y observar cómo estos reaccionan y merecen esa autonomía.

"Normalmente los políticos dicen 'Me gustaría pero no puedo'. Aquí han querido y lo han hecho"


¿Y cómo se puede hacer?
Normalmente los pequeños se comportan de una manera cuando están con nosotros y de otra cuando están solos. Por ejemplo, la manera que tienen los niños y los adultos de considerar el movimiento es totalmente distinta:para nosotros movernos significa desplazarnos; evaluamos el tiempo que necesitamos para llegar a un lugar y vamos sin que nada distorsione el camino. Para el niño es al contrario. Para él lo interesante es lo que ocurre en el recorrido y aprovecharlo. El niño es un viajero, mientras que nosotros somos traspasadores, por eso cuando viajamos juntos se produce una situación conflictiva y el niño se comporta de una forma que nosotros interpretamos como si fuese tonto, pero no lo es para nada y, de hecho, cuando está solo es muy responsable. Eso está demostrado. Yo le pedí a la Policía de una ciudad italiana que tiene una experiencia fuerte en autonomía infantil que midiese cuántos accidentes habían ocurrido en un lapso de ocho años a niños que se movían solos. Pues no encontraron ningún caso. Lo que sucede es que los padres no se atreven a dejarlos y así pierden una gran ocasión de conocerlos, pues no saben cómo realmente son. Los padres deben aceptar la realidad revolucionaria de que sus hijos no son tontos.

¿Y Pontevedra está preparada para aplicar esa filosofía de autonomía infantil?
Ya lo ha hecho. Ese paso lo puede dar cualquier ciudad confiando no tanto en su capacidad, sino en la capacidad de los niños, pero eso no libera a la ciudad de la responsabilidad de hacer todo lo posible para que eso sea fácil y para dar el derecho a todos los ciudadanos de moverse autónomamente. Pontevedra puede decir con orgullo que es una de las ciudades que ya ha hecho bien esa parte. Se comprometió hace 18 años a devolver el espacio público a la gente, a devolver el espacio a lo público, porque actualmente en las ciudades está privatizado, ya que lo ocupan medios privados. Los que se mueven en coche son un 30% y que ellos ocupen el 80% del espacio con sus medios privados es un abuso. Pontevedra tiene más derecho a decir a los ciudadanos: podéis salir de casa porque hemos preparado un ambiente acogedor. Las calles ya están ocupadas por la gente y cuando eso sucede se hacen seguras.

¿Y qué sucede cuando en una ciudad surge un moviento social contrario a esa filosofía, como en Sanxenxo, donde están reclamando que en la avenida Luis Rocafort se incorporen plazas de aparcamiento al proyecto?
Lo que ocurre es que los pocos fuertes hablan y protestan y los muchos que se benefician de lo que se hace se callan. Así, aparentemente la ciudad está rechazando la propuesta, cuando no es cierto. En eso Pontevedra es casi una escuela, porque los gobernantes cuidaron mucho el involucrar a la ciudadanía. En mi visita de esta semana a Ponteareas vi carteles de los comerciantes contra la peatonalización, que pedían volver a la ciudad de los coches. ¿Por qué no hay carteles que digan lo contrario, que digan "menos coches, tenemos niños"? Y además, ¿a cuántos representan esos carteles que sí hay? Probablemente a pocos. Cuando la ciudadanía se da cuenta de que lo que se está haciendo va en su beneficio también puede salir a defenderlo. Así se puede abrir un debate, con la posibilidad de escuchar propuestas de esa minoría que sean compatibles con la mayoría. Cuando ante un primer paso de la Administración hay una reacción, muchas veces, lamentablemente, la Administración da un paso atrás y eso es muy grave, porque luego será muy complicado volver a dar el paso hacia delante.

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