Las Médulas: unas catedrales de barro

La provincia de León esconde un paisaje fruto del afán de oro del imperio romano: Es la mayor mina a cielo abierto de esta antigua civilización
Las Médulas
photo_camera Las Médulas

Fueron casi doscientos los años durante los cuales los romanos estuvieron extrayendo oro del maravilloso paraje conocido como Las Médulas, ubicado en la comarca de El Bierzo, en la provincia de León. Se trata del mayor yacimiento aurífero a cielo abierto del antiguo Imperio Romano. Sobre una superficie de 1.228 hectáreas de terreno se asoman estos despuntes puntiagudos de color rojo conocidos también, por su forma y tono, como catedrales de barro, que son el resultado del trabajo por parte de la mano esclava bajo la orden del Imperio Romano.

Estos despuntes colorados destacan sobre un paisaje de frondosa vegetación de color verde oscuro tan típica de la zona. Los romanos tenían un método de trabajo muy ambicioso al igual que peligroso que consistía en la excavación de túneles que atravesaban las montañas formando galerías subterráneas, para más tarde, modificando el cauce normal de los ríos, desviar torrentes de agua hasta su interior para que la fuerza y la presión del agua reventaran la montaña desde su seno. Cuando la montaña se desmoronaba llegaba la hora de separar el lodo, los cantos rodados y finalmente extraer el oro. Por esto mismo es frecuente encontrar en los alrededores de Las Médulas montañas de cantos rodados, llamadas murias.

A lo largo de esos intensos años de explotación, que se estiman que iniciaron a mediados del siglo I y terminaron a mediados del III, se calcula que el Imperio extrajo la friolera de 800.000 kilos del mineral y que movieron alrededor de 240 millones de metros cúbicos de tierra, modificando así de manera brutal el aspecto natural del entorno.

El resultado muestra profundos desgarrones de terreno y barrancos rojizos, fruto de las galerías subterráneas y de la acción de las aguas, que quedan revestidos con densas matas de robles y castaños, y que juntos, en armonía, forman un atormentado paisaje de gran belleza en el que conviven en libertad especies como jabalíes, conejos, perdices y lobos, entre otra fauna de la comarca.

RUTAS. Las Médulas es un sitio que se puede visitar en un par de días y ver todos sus rincones en detalle, aunque también es un destino ideal para hacer una excursión de un día en un paraje que destaca por su original aspecto y por la carga histórica que esconde su trazado. Dispone de varias rutas de distinta dificultad y longitud que se pueden hacer a pie, en bici o incluso a caballo; todas ellas complementadas con paneles de carácter didáctico en los que se explica la vida en los vetustos castros romanos, la minería y los distintos asentamientos de esta antigua civilización.

También existe un acceso en coche a los principales miradores para que la visita quede lo más completa posible si no se dispone del tiempo suficiente para hacerla a pie. Las Médulas destacan desde el punto de vista turístico por tres cosas principalmente: la primera es por el atractivo de las sendas que recorren el área arqueológica; la segunda, por los espectaculares miradores y paisajes; y la tercera, por las asombrosas cuevas que pueden visitarse.

Además en la Casa del Parque del Monumento Natural de Las Médulas se puede conseguir información más detallada sobre la historia, las rutas y los miradores. Dentro de la faceta arqueológica de la visita es posible hacer, al menos, cinco pequeñas rutas para tener una visión general de lo que este parque natural alberga. La primera de ellas es la senda Perimetral, que como su nombre sugiere es la que dibuja el recorrido que bordea casi la totalidad del área del parque. Puede hacerse casi en su totalidad en coche, aunque si se combina con la senda de las Valiñas y la senda Reirigo, ambas a pie, la visita será casi completa, además de ser la combinación de sendas que recoge las instantáneas más espectaculares de Las Médulas y su paisaje.

En segundo lugar, destacar la ya mencionada senda de las Valiñas, que es la más transitada por el escaso nivel de dificultad. En esta senda podemos ver dos de los atractivos principales: la cueva de la Encantada y la de la Cuevona. La senda Reirigo es la que cuenta con mayor nivel de dificultad debido a sus importantes desniveles que, aunque todos son de corto recorrido, son muy frecuentes.

En cuarto lugar está la senda del Lago Sumido, donde se encuentra el Mirador de Chaos Maseiros, un poco oculto al final de la laguna. La visita quedaría realmente completa con otra de las rutas que, aunque no es propiamente una de las rutas consideradas dentro del plano arqueológico, permite comprender la importancia que tuvo la explotación minera en la integración del territorio y de las estructuras sociales anteriores a los romanos dentro del Imperio.

Estos pueblos prerromanos se dedicaban a la explotación agraria de la zona, sin embargo, las explotaciones auríferas ligadas a los intereses administrativos del Imperio, condicionaron la evolución y la estructura de esta población. Se trata de la Ruta de los Conventos. Entre los miradores destacan dos: el mirador de Orellán y el mirador de las Perdices.

El primero es el que ofrece las mejores vistas panorámicas de Las Médulas. Se puede acceder a él desde la senda Perimetral o desde el pueblo de Orellán, ambos accesos a pie. Desde este mirador se puede acceder al interior de las minas a través de una profunda cueva que termina en otro mirador natural al filo de un barranco que parece salido de la nada.

El mirador de las Perdices es perfecto para ver la puesta de sol sobre el rojizo paisaje de Las Médulas. Por último, entre las cuevas son tres las más curiosas: la Encantada, la Cuevona y la cueva del pico Reirigo. Las dos primeras son las más visitadas, tienen una entrada enorme y suelen estar llenas de gente. Sin embargo, la tercera, la cueva del pico Reirigo, tiene la entrada un poco más oculta, desviada del trazo normal de la senda unos 20 metros y sólo puede accederse a ella con linternas.

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