Las promesas del baloncesto de Pontevedra

La mejor 'Obra' del básquet de Pontevedra

Rodri Gómez se convirtió el pasado sábado en el primer jugador pontevedrés en debutar en ACB de los últimos 30 años, dos semanas después de que Juan Castro fuese convocado por quinta vez para un partido del Rio Natura Monbus
Juan Castro (izquierda) y Rodri Gómez en la Praza do Obradoiro
photo_camera Juan Castro (izquierda) y Rodri Gómez en la Praza do Obradoiro

Ver a un jugador pontevedrés en ACB es como un eclipse total del sol. Para contemplarlo es necesario esperar varios lustros e irse a otro lugar con encanto, a la Isla de Pascua o a Compostela.

En medio de la oscuridad que devora al baloncesto masculino a orillas del Lérez, emerge la luz de Rodri Gómez y Juan Castro, dos jóvenes con un prometedor futuro cuyo talento y trabajo los han llevado a Santiago para disfrutar de la máxima exigencia de un club de ACB, el Obradoiro.

Rodri Gómez tuvo la fortuna de debutar el pasado sábado en la máxima competición del baloncesto nacional, a los 20 años de edad. El ala pívot pontevedrés dispuso de cinco minutos en el partido que el Rio Natura Monbus perdió en Zaragoza contra el CAI. Dio una asistencia, lanzó dos triples que no quisieron entrar y, sobre todo, vivió una de las mejores experiencias de su vida. "Foi todo bastante repentino", recuerda para explicar la historia de su convocatoria y su debut. Después de haber realizado la pretemporada con el primer equipo en verano, sufrió una lesión en el tobillo en septiembre que lo apartó de la rutina de trabajo del conjunto profesional. Hasta la semana pasada entrenaba y jugaba únicamente con el filial, que milita en Primera División (la antigua Primera Nacional).

Rodri Gómez "Foi a fin de semana na que pasei máis nervios da miña vida. Todo foron sensacións novas para min"

La plaga de lesiones del Obra (Rosco Allen, Adam Pechacek) y la duda de Shayne Whittington motivó que lo convocasen para los entrenamientos de la pasada semana y, finalmente, acabase viajando a Aragón. "Eu fun encantado da vida", reconoce. "Foi a fin de semana na que pasei máis nervios da miña vida. Todo foron situacións e sensacións novas para min. Foi algo emocionante".

Gómez es un jugador versátil. Sus 2,05 le permiten jugar de espaldas al aro, aunque destaca por su calidad de cara a él. De hecho, en el segundo período del duelo ante el CAI Zaragoza actuó de cuatro y pudo disparar dos veces desde más allá de 6,75. Se sintió uno más del equipo. Siempre arropado por sus compañeros. "Mesmo Txemi Urtasun, que estaba ao meu lado no banco, estaba dándome consellos para reforzar os coñecementos de todo o que traballaramos nos adestramentos. Axudáronme todos moitísimo".

Al final, sufrió más en el banquillo que en la cancha. "Cando máis tranquilo estiven foi nos minutos que pasei na pista, porque tiña que estar concentrado con tódolos detalles. Nese momento non queda máis remedio que esquecer os nervios".

Al final del duelo, con Pustovyi y Llovet expulsados por faltas, tuvo que jugar de cinco. Debió defender primero a jugadores de la talla de Jelovac y Norel y al final a Isaac Fotu, todos con una gran capacidad anotadora y en el rebote ofensivo. No lo olvidará, como tampoco el aroma a profesionalismo del Pabellón Príncipe Felipe. "Impresionoume cando chegamos e adestramos. Pensei que se se enchía, ía ser incrible o ambiente. E foino. Pero se eu fose de Zaragoza e tivese que xogar no Fontes do Sar, creo que me daría moito máis medo a afección do Obradoiro", explicó, haciendo un guiño sincero a una de las hinchadas más comprometidas de la Liga, la de Santiago, la de Galicia.

Gómez ha hecho mucho más que ningún baloncestista pontevedrés en 30 años y a la vez sabe que no ha hecho nada, porque es más difícil mantenerse que llegar. No es el único consciente de ello. Ni el único que ha llegado.

EL PRIMERO. Su compañero Juan Castro, de 18 años, fue en septiembre el primer jugador pontevedrés convocado para un partido de Liga ACB del siglo XXI. Lleva trabajando desde el comienzo de la temporada a las órdenes de Moncho Fernández y ya ha tenido la oportunidad de ser citado en cinco encuentros, aunque el debut se le resiste.

Juan Castro "Lo que más me llama la atención es que entrenan a un ritmo altísimo y mantienen la concentración siempre"

"Estoy muy contento de que confiasen en mí y me hayan dado esta oportunidad. Es una gran experiencia", explica sin perder la esperanza de pisar la cancha este año. "Para eso trabajamos", asegura con humildad.

El preparador santiagués lo ha citado para los duelos ante el Tenerife, el Manresa, el Estudiantes y el Andorra, aunque en ninguno de ellos tuvo la fortuna de debutar.

"He visto algunos partidos desde el banquillo sin estar convocado y otros estándolo, y se siguen de una forma muy diferente. Como aficionado no te fijas ni en la mitad de los detalles", explica.

Castro compite habitualmente con el filial compostelano, pero se ejercita tanto con él como con la primera plantilla para desarrollar sus virtudes técnicas y tácticas y potenciar su físico. Mide 1,98 y puede actuar como escolta o alero. Todas las semanas se codea con jugadores de la talla de McConnell, Bendzius o Dulkys en las sesiones del cuadro obradoirista. Trabaja de dos a cuatro horas diarias, muchas veces dobla sesión y no deja de sorprenderse con el nivel de la élite. "Me llama la atención que entrenan a un ritmo altísimo y son capaces de mantener la máxima concentración siempre".

En el día a día ha descubierto en Moncho Fernández a un hombre "muy cercano. Me pregunta cosas del entrenamiento. Se fija mucho en todos los detalles".

A diferencia de Rodri Gómez, no ha suftrido ningún contratiempo que le haya impedido continuar en el equipo desde la pretemporada. Eso le ha hecho ser uno más de la plantilla, en la que el pívot estado unidense Shayne Whittington lo ha ‘apadrinado’ como si fuese su ahijado.

La última vez que acudió al banquillo pudo ser testigo de excepción de la victoria en la prórroga de su equipo sobre el Andorra en el Pabellón Fontes do Sar, tras dos prórrogas. Allí pudo ver de cerca a una de las superestrellas de la Liga, el desgarbado y efectivo pívot georgiano Giorgi Shermadini.

Antes de ser convocado en octubre por primera vez, para jugar contra el Tenerife, tuvo la oportunidad de disputar dos amistosos contra el Oporto, uno de ellos en A Coruña, en el que jugó cuatro minutos de juego y metió sus primeros tres puntos con la escuadra santiaguesa.

Inmersos en la fase de ascenso a EBA con el filial obradoirista, el Peleteiro, y con el sueño de poder confirmar su crecimiento deportivo con minutos en una de las ligas más poderosas de Europa, Castro y Gómez luchan por convertirse en la excepción a varios lustros sin baloncesto pontevedrés en la élite española.

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