Víctor Senra gana el XXIII Rali do Cocido de Lalín

La prueba automovilística atrajo a Lalín a miles de personas. Los hoteles estuvieron llenos y bares y cafeterías hicieron el agosto
Los pilotos temían que lloviese a raudales o incluso nevase, pero apenas llovió, aunque los tramos estaban muy resbaladizos y llenos de charcos formados los días anteriores
photo_camera Los pilotos temían que lloviese a raudales o incluso nevase, pero apenas llovió, aunque los tramos estaban muy resbaladizos y llenos de charcos formados los días anteriores

Hace ya no días, sino semanas, que los lalinenses -y los vecinos de los otros seis concellos por los que dicurrieron este sábado los tramos del vigesimotercer Rali do Cocido- escuchan el rugir de los motores de los coches que -con o sin autorización- realizaban sus particulares entrenamientos por Curantes (A Estrada), O Couto y A Saborida (Vilatuxe), Rodeiro o Dozón. La lluvia deslució el tramo espectáculo en la noche del viernes, pero ayer -con un pronóstico meteorológico que incluso apuntaba a la posibilidad de una nevada-, hasta brilló el sol.

Llovió poco, de forma muy intermitente, y aunque a media tarde el frío era de órdago, los aficionados al mundo del motor dieron buena fe en Lalín de la fidelidad a su pasión por el deporte sobre cuatro ruedas. El balance, en lo que al ambiente se refiere, no pudo ser más positivo. Todo transcurrió sin incidencias, con una organización, a cargo de la Escudería Lalín-Deza, que mereció elogios del público y un comportamiento ejemplar de los asistentes. En el que, por definición, es el rally más sabroso del Campionato Galego, no faltaron algunas quejas, como las de hosteleros de Lalín que no vieron con buenos ojos que el parque de concentración se llevase al recinto ferial de Silleda.

No son -ni lo fueron tampoco ayer- los restaurantes los que más negocio hacen con la prueba automovilística. Pese a que el rally se apellida ‘do Cocido’, fueron una minoría los que se ‘zamparon’ carne de cerdo y ternera con grelos. La mayoría se las apañaron con bocatas (comprando fiambre y pan en los supermercados) o con tápers caseros. Eso sí, lo que es innegable es que son muchos los empresarios de la hostelería y también de otros sectores, como las estaciones de servicio, que hacen el agosto con un evento deportivo que incluso valoran más que el gastronómico. A primera hora de la mañana de ayer había que hacer cola para repostar en la gasolinera de Silleda.

La otra imagen del ambientazo y el tremendo negocio que supuso la jornada, no solo en Lalín, sino en las inmediaciones de los tramos cronometrados, estaba en los bares y cafeterías. Estuvieron a reventar. Sirvieron desayunos desde las seis y media de la mañana (la primera pasada del tramo A Estrada-Silleda fue a las 8 horas) y bocatas en torno a las 11 horas, pero contados no por decenas, sino por centenares. Los cinco principales hoteles de Lalín y Silleda, incluidos los dos de cuatro estrellas, estuvieron completos, otro dato que da idea de la repercusión del Rali do Cocido en la comarca de Deza.

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