Álvaro Urquijo: "Mi hermano Enrique nos va a acompañar siempre"

Dice que es el 'secreto' de Los Secretos es la perseverancia. Sobreponerse a las modas, a la tentación del dinero fácil y hasta a las desgracias. "Lo digo en cada concierto: el miembro más importante de esta banda no está con nosotros". Este viernes actúan en Pontevedra
El artista Álvaro Urquijo
photo_camera El artista Álvaro Urquijo

Los Secretos, grupo emblemático del pop español que dejó huérfano Enrique Urquijo en 1999 y ha continuado liderando su hermano Álvaro hasta la actualidad, actúa este viernes en el Pazo da Cultura de Pontevedra (21.30 horas, ataquilla.com, 26,60 y 31,65 euros). "Vamos con el formato acústico, que a mí me encanta", explica Álvaro Urquijo (Madrid, 1962). "Tiene la plasticidad del grupo al completo y aporta el matiz de un concierto más íntimo". Según dice, su objetivo al subirse al escenario es uno: "cumplir con la gente y que se divierta".

¿Cuál es su canción favorita?
Hace unos años te habría respondido que cualquier canción que a la gente le guste. Déjame, por ejemplo, fue muy importante y nos abrió muchas puertas. Pero ahora mismo mi favorita es Pero a tu lado. Porque con esta canción ha pasado lo que no ha pasado con ninguna. Salió en el año 1995, en una época en la que todo el mundo vendía muchísimos discos. Sin embargo, ese álbum no se vendió. Nos quedamos con una sensación de fracaso. Mi hermano Enrique decía que si no se había vendido bien, por algo sería. Así que no la tocábamos. Después falleció y la canción empezó a sonar en uno y otro sitio y hoy es una de nuestros temas de más éxito. Sin actividad promocional de ningún tipo. Así que yo tengo que darle todo mi amor y cariño a una canción que ha andado sola, gracias a la gente.

¿Una buena canción ha de ser una canción triste?
No esencialmente. Ni siquiera creo que se pueda decir que una canción sea o no sea triste. La letra puede ser más o menos sentida, estar o no centrada en los sentimientos. En el fondo, esas son las canciones normales. Las otras son las alegres. De hecho, si repasamos la historia de la música de forma transversal vemos que, del blues al soul, del tango a las rancheras, de la copla al flamenco, lo que prima es el sentimiento. Es normal que las canciones que más te marcan sean estas, las que buscas en momentos de soledad e intimidad, las que te tocan la fibra. Evidentemente, yo estoy más de este lado, con las canciones que son algo más que un riff, una melodía pegadiza y un baile famoso.

Como letristas, para los Urquijo está claro que la auténtica épica está del lado de los perdedores.
Hombre, claro. No es lo mismo escribir "te estuve esperando" que "me estuve comiendo un helado". A la hora de abrazar una letra con una música, para que se lleven bien toda la vida y no se puedan separar, tiene que haber emoción. Yo soy de los que piensan que las canciones que gustan son las que funden música y letra y forman una unidad mágica. Casi nadie elige como su libro favorito un best seller. De hecho, es habitual que, cuando a mucha gente le gusta algo, deje de tener la misma importancia para ti, porque notas que deja de ser tuyo de alguna manera, ya no forma parte de tu intimidad. Los Secretos tenemos la suerte de formar parte del armario musical de mucha gente. Estamos asociados a su vida. Afortunadamente no hay ninguna ley que diga qué canción tienes que escuchar ni que tenga que ser lo último que ha salido. Es verdad que, a veces, todo lo que es antiguo se considera nulo o inválido. Muy al contrario, las canciones que perduran en el tiempo son las buenas, las que son capaces de luchar contra este consumo tan inmediato al que estamos sometidos. La industria de la mercadotecnia se ha cargado la esencia de la música. Pero da igual porque al final las buenas canciones se sobreponen hasta a eso, son algo vivo, algo orgánico y absolutamente libre. Digan lo que digan, las canciones están hechas para que duren, para que gusten muchos años a mucha gente.

Su apellido, su grupo, sus canciones remiten inmediatamente a los años 80. "A todos nos sacudió la época", le dijo hace poco a la revista Esquire.
Sí, porque es verdad. Fue una época muy convulsa, muy brillante. Hubo como una eclosión, como si en un jardín todas las flores se abriesen a la vez. Yo siempre he dicho que aquello no era sólo la movida madrileña. En absoluto. Había muchísimas bandas que se consideraron un referente y no eran de Madrid.

En realidad, Los Secretos siempre han estado un poco al margen tanto de la movida madrileña como de todo lo que siguió después.
Efectivamente. Pero es que cuando te atas a una moda y ésta desaparece, tú desapareces con ella. Aún así, sufres duramente no incluírte en ellas. Lo pagas caro. Nuestro primer disco en el año 80 estaba hecho por chicos de entre 17 y 22 años. Sin ir de la mano de grandes promociones ni grandes campañas, queríamos hacer lo que nos daba la gana. Mantenernos al margen de las modas nos costó que, dos discos después, en el año 83, nos echaran a la calle diciéndonos que no teníamos ni idea y que sonábamos a vaca. Así, tal cual. Había que hacer lo que molaba, Mecano, Vídeo... en vez de ese country en el que nos empeñábamos. El palo fue tan grande que tardamos tres años en volver. Cuando empezaba la época de los macroconciertos y los discos se vendían por cientos de miles, acabamos en la cuneta. A lo que se sumó el dolor por la pérdida de nuestro segundo batería, Pedro Díaz, en un accidente de coche desgraciadísimo. Por el camino, una compañía se ofreció a ficharnos a Enrique y a mí solos para que compusiésemos otro Déjame. En vez de eso, de vendernos a la comercialidad, decidimos seguir nuestro propio camino y terminamos en una compañía independiente en el año 86 empezando de cero. Y así ha sido nuestra vida. Cada vez que parecía llegar un periodo confortable, algo lo ha trastocado. Porque cuando te pasa algo trágico de verdad, te ves muy solo y nadie te echa una mano. Te dan el pésame y lo que quieras, pero musicalmente tienes que rearmarte y cuando estás desnudo lo único que te queda es fiarte de ti mismo y hacer algo en lo que crees. Aunque todo esto que te digo tiene un coste y te lleva a pasar épocas muy malas. Pero también te quita rápidamente la tontería y te deja con una humildad perpetua. Hay artistas que van por la vida jactándose de ser superiores. Quizás pueden permitírselo porque tienen muchísimo dinero, pero para mí es una afrenta. La categoría te la dan los que te escuchan. Aunque desgraciadamente el mundo de la música es un mundo en el que los egos están constantemente inflamados y desproporcionadamente hinchados. Nosotros somos otra cosa.

"No hay día que no me acuerde de él", decía sobre su hermano Enrique en esa misma entrevista publicada en Esquire. ¿Cómo le gustaría que se le recordase?
Más de 30 años después, sus canciones siguen funcionando y traspasan generaciones y modas. Enrique nos va a acompañar siempre. Es toda una personalidad musical. Lo digo en cada concierto: el miembro más importante de nuestra banda no está con nosotros. Ha entrado por la puerta grande en el Olimpo de los grandes compositores del pop español. Sin apenas saber música, a él lo que le motivaba era la emoción y la magia de hacer canciones. Eso es algo que se ha perdido hoy, creo. Hay muchos más medios tecnológicos, pero falta frescura. ¿Cuántas canciones que suenan ahora en la radio se seguirán escuchando dentro de 15 años?

Era aún un crío cuando empezó a hacer canciones con sus hermanos. Hoy lleva a sus espaldas una carrera de más de 35 años. ¿Aquel chaval que empezaba se reconocería en usted?
Yo creo que sí. Además, con mucho orgullo. Seguro que pensaría, "qué cabrón, sigue tocando parecido". No he cambiado tanto. He tenido una evolución más o menos coherente hacia un lugar hacia el que todavía estoy caminando.

"Nos decían que sonábamos a vaca. En la época de los macroconciertos y los discos superventas, acabamos en la cuneta""En el mundo de la música, los egos están constantemente inflamados. Pero a nosotros las desgracias nos han quitado rápidamente la tontería"

Comentarios