El escritor, periodista y editor pontevedrés Sabino Torres Ferrer falleció en Madrid a los 91 años, según confirmaron fuentes de la familia. El velatorio será en el tanatorio madrileño de la M-30.
Responsable, por ejemplo, de la colección Benito Soto, que toma nombre de un pirata pontevedrés de principios del siglo XIX y que fue la primera que publicó poesía en gallego durante el franquismo, Torres fue una pieza clave de la edición gallega del siglo XX y era miembro correspondiente de la Real Academia Galega.
Nacido en Pontevedra en 1924, empezó su actividad periodística en 1943 en la revista Finisterre. También impulsó el semanario Litoral, del que fue redactor-jefe y subdirector, y fue colaborador de Diario de Pontevedra y coordinador para el Concello de los actos culturales con los que reabrió el Teatro Principal de la ciudad del Lérez durante el último mandato de Rivas Fontán.
PESAR EN LA RAG. En un comunicado, la RAG ha expresado su hondo pesar por la muerte de Torres Ferrer, que fue, junto a Emilio Álvarez Negreira y Manuel Cuña Novás, uno de los jóvenes promotores de la colección de poesía Benito Soto, "un hecho histórico en la historia editorial de Galicia", destaca el presidente de la Academia, Xesús Alonso Montero.
En la colección, bilingüe pero con una mayoría de títulos en gallego, también verían la luz Poemas de ti e de min, de Xosé María e Emilio Álvarez Blázquez (1949), o Muiñeiro de brétemas (1950), la obra con la que Manuel María se convirtió en el primer poeta joven en publicar en lengua gallega.
Mucho tiempo después, en los años 90 y desde Madrid, Torres Ferrer volvió a editar poesía creando la colección Hipocampo Amigo, de nuevo con títulos tanto en gallego como en castellano.
En 2014, con 90 años, publicó Crónicas dun tempo escondido. Pontevedra 1930-1960 (Galaxia), sus memorias como editor y poeta. Como periodista, inició su carrera en los años 40 en su ciudad natal, donde dirigió el semanario Ciudad, y en los 50 seguiría trabajando en otro periódico surgido en Pontevedra, El Litoral, hasta su cierre a finales de esa misma década. Después, se trasladó a vivir a Madrid para trabajar como comercial de una empresa de importación de materiales de construcción.
