El secuestrado en Lalín sigue con "miedo, aislado y a tratamiento médico"

Abel Diéguez relató en el juicio cómo fue el rapto que sufrió hace dos años y medio y cómo lo amenazaron "hasta con cuatro pistolas"
Abel Diéguez, entrando a la Audiencia en una vista previa al juicio
photo_camera Abel Diéguez, entrando a la Audiencia en una vista previa al juicio

Abel Diéguez, el empresario de Cambre (A Coruña) que fue presuntamente secuestrado durante cinco días en enero de 2014, ha reconocido este jueves, durante el juicio a los ocho acusados por el rapto, que fue capturado a punta de pistola y amenazado de muerte, por lo que ahora sigue "con miedo a quedar con gente".

Dos años y casi un mes después, este maderero confiesa que no puede "llevar la vida" que tenía antes" porque sigue teniendo "miedo" y está "aislado y con tratamiento psicológico".

Diéguez ha prestado testimonio en la Audiencia Provincial de A Coruña, que acoge la segunda jornada del juicio a los ocho acusados de su secuestro, entre ellos el supuesto cabecilla, Jesús Mejuto, para los que la Fiscalía solicita penas que oscilan entre los diez y los trece años de cárcel.

El empresario ha relatado que fue raptado a punta de pistola, aunque señala que llegó a ver "hasta cuatro pistolas", y que pudo abrir dos veces el maletero del coche en el que lo trasladaron tras secuestrarlo en un monte de Aranga, pero que no podía "pedir ayuda" porque en "300, 400 o 500 metros" no había nadie.

LA DEUDA. También manifestó que le pidieron colaboración y que fue José Manuel Mejuto, otro de los acusados, el que se dio cuenta de la confusión porque no era a él con quien pretendían ajustar cuentas, sino con su hermano, Jorge Diéguez, tras una supuesta deuda que la maderera había contraído con el padre de dos de los secuestradores.

No obstante, el maderero aseguró desconocer la existencia de esa deuda y apuntó que la relación con su "hermano era tensa", tanto que llegó a romperla.

El empresario, que prestó declaración tras un biombo, relató que el 18 de enero de 2014 quedó con una persona en el monte que quería venderle unos árboles y que, cuando se encontraron, esta le pidió que le siguiera en su todoterreno por unas pistas forestales, tras lo que quedó bloqueado por otros vehículos y fue encañonado por Jesús, recuerda, mientras veía a otras personas armadas.

ENCAÑONADO. Seguidamente, continuó, lo metieron en el maletero, le ataron por las muñecas y las piernas con unas bridas y con la cinta americana le taparon la boca. "Intenté hacerles entrar en razón y recibí un golpe", apuntó Abel, que identificó a Jesús Mejuto como la persona que le amenazó con pegarle "dos tiros" en su segundo intento por abrir el portón trasero del vehículo.

"No me resistí, me estaban amenazando con matarme", apuntó el secuestrado, antes de que le preguntaran "qué costaba" su vida. "Me dijeron que si 70.000 euros y les dije que no los tenía", expuso.

PARADA EN PALAS. Inicialmente fue trasladado a Palas de Rei (Lugo), donde fue custodiado por dos hombres y dos mujeres, entre ellas una que identificó como Isabel, hija de los propietarios de la caseta de Lalín donde fue retenido desde la noche siguiente.

Durante el rapto escribió una carta a su mujer porque se lo pidieron, aseguró que Jesús era el que "daba las órdenes" y afirmó que intentó abrir la puerta de la caseta en la que estaba secuestrado, pero que no pudo.

Un relato que no coincide con el del presunto cabecilla de la trama, que pese a reconocer que se equivocaron de persona porque con quien querían ajustar cuentas era con el hermano de la víctima, aseguró que esta estaba sola "muchas veces" en el galpón en el que fue recluida y que "no se fue porque no quiso".

MÁS ACUSADOS. La hija de los dueños de este galpón alegó que desconocía que se tratara de un secuestro y que permitió que el empresario se quedara en esta caseta porque los supuestos captores le "dijeron que tenía problemas con su mujer".

Por su parte, el hijo del considerado principal cabecilla de la trama ha finalizado su declaración en el juicio pidiendo perdón a la víctima y a su familia "por el daño que pudo haber pasado".

Otro de los acusados, Ramón M.T., dijo que "no tenía conocimiento de nada" de lo que iba a pasar cuando acudió al monte en el que fue secuestrado Abel con un arma encima.

Durante su declaración en el juicio, explicó que "no sabía nada" del arma que le incautó la Guardia Civil en el momento del rescate, por lo que se piden para él tres años de cárcel más que para el resto de acusados, y que seguramente se la metieron en la ropa.

Por su parte, el dueño del galpón ha explicado que vio por primera vez a la víctima al tercer día del secuestro y que le dijo "déjame tranquilo", antes de romper a llorar, mientras que su mujer sostuvo que creía que "estaba por su propia voluntad y que lo estaban protegiendo de alguien o de algo".

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