Cimadevila: "Sin la natación no soy Pablo, soy otra persona"

Este mito del deporte vuelve a ser el de siempre y así lo reconoce en una de sus entrevistas más sinceras, en la que da rienda suelta a sus sentimientos, en la que se le ve convencido de que no debería haber ido a los Juegos Paralímpicos de Londres y en la que afirma haberse dado cuenta de que si el de la canción necesitaba un camión para ser feliz, él necesita la natación.
Pablo Cimadevila Álvarez, quíntuple medallista paralímpico
photo_camera Pablo Cimadevila Álvarez, quíntuple medallista paralímpico

CUANDO ALGUIEN ha entrevistado en bastantes ocasiones a una persona corre el riesgo de caer en la monotonía, de que el personaje no sorprenda al lector, pero con Pablo Cimadevila Álvarez (Pontevedra, 1978) eso no sucede. Salió hace poco del hospital, donde estuvo cuatro meses por culpa de una úlcera que provocó que le tuvieran que quitar la cabeza del fémur, pero a pesar de eso no pierde el optimismo. Vuelve a ser el de antes, la persona que ama su deporte, positiva y que se sentó en una silla de ruedas para enseñarle al mundo que nada es imposible.

Aunque no lo parezca, el motivo de esta entrevista no es que vuelva a competir porque «¿Cómo voy a decir que reaparezco si nunca me he ido?», asegura alguien que estuvo tres años alejado de las piscinas y que tiene claro que «después de tantos años compitiendo, el día que decida retirarme de verdad, lo haré bien». Ese momento todavía no ha llegado.

Dice que nunca se ha retirado, pero llevaba tres años alejado de la piscina. ¿En algún momento se ha sentido un exdeportista?
Cuando la gente me lo decía o cuando un amigo de un amigo decía «el hermano de David, el que nadaba». El que es deportista de alto rendimiento siempre se siente así en todo lo que hace. Te conviertes en eso. No te has dado cuenta de que has dejado de ser deportista, porque todo lo que aplicabas para la natación lo usas para otras cosas. Lo que sucede es que la competición, en vez de ser en una piscina, es en el mundo. Ahora que vuelvo a coger el hábito de la disciplina del entrenamiento es cuando me doy cuenta de que lo había dejado. Nadé en los Juegos de Londres (2012) la final de los 100 braza con toda la rabia contenida porque habían suprimido mi prueba (200 estilos) y nada más acabar fui a la piscina de entrenamiento e hice dos mil metros a mariposa. Tenía un cabreo monumental porque sabía que podía estar ganando una medalla y me tuve que conformar con un quinto puesto porque al organizador de turno se le ocurrió quitarla.


"Para mí es importante la piscina porque durante dos horas y media al día soy como tú e incluso un poco más rápido"

¿Y ahora cómo está?
Muy ilusionado, porque los deportistas nos marcamos objetivos. La vida es un compendio de retos. Ahora tengo el deportivo de poder participar en los Juegos de Río y, por otro lado, el de la joyería con el programa ‘24 kilates’. 


Asegura que no se ha retirado, pero ¿cómo han sido estos tres años fuera de la piscina?
(Riéndose) ¡Muy secos! Al principio cuando suena el despertador es cuando te das cuenta de que no tienes que ir a entrenar, que no tengo que sacar las bolsas del tendedero o preocuparme porque la semana que viene tengo un test médico. Todo eso que era rutina tediosa no está. Podía hacer cosas que antes no podía, amigos que no te llamaban, ahora te llamaban. Recuperas la vida que habías perdido por el sacrificio que supone el deporte de alto nivel, pero también pierdes cosas. Vas ganando peso y perdiendo agilidad, entusiasmo, felicidad… Cuando terminas un entrenamiento estás mejor que cuando lo empiezas. Por eso los deportistas lo pasamos mal cuando dejamos el deporte. Pierdes una parte muy importante de tu vida, de lo que tú eres. Es como una relación de amor-odio. Han sido tres años intensos porque los aproveché para centrarme en mi vida profesional. Puse en marcha una escuela de joyería en Madrid y el programa de televisión (‘24 kilates’  fue emitido por Discovery Channel el año pasado), que llevaba mucho tiempo pensando en él. 

Cuando uno llevaba toda la vida entrenando hay rutinas que se transforman en tediosas, pero ¿después se echan de menos?
Por supuesto, porque es como el síndrome de Estocolmo. La piscina me tenía como secuestrado, pero en el fondo era buena para mí. Me alejó de cosas que me hubieran llegado, como a todo el mundo. Con la madurez te das cuenta de que el deporte te da más de lo que te quita, aunque la gente se centre en lo malo. La felicidad que te da sentirte bien contigo mismo y superarte cada día es impagable.

Pablo CimadevilaDespués de cuatro Juegos Paralímpicos y cinco medallas, ¿qué le motiva para volver?
Fundamentalmente volver a ser yo, el chico que iba todos los días a la piscina, el que iba al instituto y antes entrenaba, aunque eso me provocase quedarme dormido en la clase de Filosofía. El deporte te da muchas más cosas que medallas. Es una forma de vivir. Para mí era impensable ir a una piscina como la del Mercantil y nadar. Para mí ir a la piscina era un trabajo porque el objetivo era conseguir un resultado. Ahora todo ha cambiado. Cada día que entreno, disfruto; cada día que me sacrifico, disfruto. Es probable que alguien piense que son topicazos, pero es que es la verdad.

¿Disfruta más ahora que antes?
¡Seguro! El mejor nadador no es el que mejor compite, sino el que mejor entrena. Cuanto mejor te prepares, mayor rendimiento tienes. En la competición no tienes que superar a tus rivales, sino a ti mismo, dar el cien por ciento. La natación me encanta porque es superjusta. El que se esfuerza tiene su recompensa. Aquí no hay ‘me tiré en el área’ o ‘un codazo que no vi’. Eres tú solo, la calle, el agua, el crono… El que se engañe en el entrenamiento se está engañando a sí mismo. Para mí, que soy idealista, es mi deporte ideal. Una vez leí que la natación es un deporte y que el resto son juegos y es verdad. La natación no enfoca el carácter, lo pone a prueba.

Escuchándole me da la sensación de que estoy hablando con Suso Morlán (entrenador de piragüismo), que siempre dice que el japonés (refiriéndose al cronómetro) no engaña.
Y es cierto. El deporte tiene mucho de eso. No vale estudiar el día antes. Si en los entrenamientos no marcas los tiempos adecuados tampoco lo vas a hacer en la competición. Para el que no esté en este mundo puede ser un poco agobiante, pero para nosotros no. Por eso comprendo lo que le pasó a David Cal. Todo es tan duro, que como no tengas motivación es mejor dejarlo. Siendo honesto, yo no debería haber competido en los Juegos de Londres (2012) y eso que conseguí un quinto puesto, pero no iba motivado. No solo es que no logres una medalla, sino la sensación tan mala con la que vas. Es tan grande ir a unos Juegos, que no puedes ir de cualquier manera. No te puedes quejar. No caben medias tintas.

A las malas sensaciones de las que habla hay que sumar las críticas por la no consecución de una medalla.
Fíjate hasta qué punto fue duro que yo firmé un contrato de 100.000 euros, por un total de cuatro años, con el Concello y solo cobré 12.000 porque no me sentía capacitado para cobrar más. Sentía que no me pertenecía, porque estaba centrado en otras cosas, no me estaba esforzando al cien por ciento y lo fui dejando. Si fuera otro hubiera presentado la documentación y hubiera cobrado la totalidad del patrocinio. También se sumó mi separación. Pensé que podía con todo y no fue así. Me fui a Madrid porque mi mujer era de allí. La cosa no funcionó y me quedé porque quedaba un año para los Juegos y salió así.

¿Se arrepiente de haber ido a los Juegos Paralímpicos de Londres?
(Se piensa la respuesta cuatro segundos) No soy mucho de arrepentimiento porque eso lo relaciono con la religión y no soy mucho de verlo así. Las cosas van sucediendo y tienes que ir aprendiendo. No me gustó haber ido como fui. Tenía que haberlos preparado mejor, cuidado más… Por otro lado me alegro de no haber tenido un buen resultado, si no la natación no sería lo que para mí es. Al ser idealista las cosas son un poco complicadas.


"Siendo honesto, yo no debería haber competido en los Juegos de Londres (2012), y eso que conseguí un quinto puesto"

Me lo ha puesto a tiro: ¿Qué es para usted la natación? Es tanto que no sé como decirlo. Es lo que hace que me despierte feliz cada día. Es así (se hace el silencio) y lo que hace que todo lo demás funcione (con contundencia). 


¿Por eso durante los tres últimos años se ha sentido nadador?
No dejas de serlo. Empiezas a analizarlo y vas al principio de todo. Es cuando te das cuenta de que en el agua no estoy en silla de ruedas y aunque no me siente un discapacitado te das cuenta de que todo tiene una explicación. Para mi es importante la piscina porque durante dos horas y media al día soy como tú e incluso un poco más rápido (entre risas). No hay diferencia, no tengo que mirar hacia arriba para hablar contigo, te miro de frente… Te hablo desde el subconsciente, no de que me sienta inferior a nadie. No tengo que coger una rueda y meterla en el coche, y después la otra y mancharme las manos por empujar mi silla. La natación me hace igual que a los demás. Durante este tiempo pensé mucho y supe por qué hay cosas muy importantes en mi vida. Sin la natación no soy Pablo, soy otra persona totalmente diferente. Tu lo has visto en las redes sociales durante un periodo (en septiembre de 2012 mantuvo una agria polémica con este periodista a través del Twitter). Y todo eso te lo podrían decir muchos deportistas. Sin el deporte somos otras personas.

Algún día tendrá que dejarlo.
La competición sí, pero la natación no. No me volveré a alejar de la piscina. No puedo vivir sin ella. La rutina de ir todos los días a la piscina no la quiero perder.

¿Lo bueno de estos tres años es que ha podido alimentar su otra pasión, el mundo de las joyas?
Siempre digo que tengo una balanza con dos pesas: la joyería y la natación, aunque realmente hay más. Cuando una de las cosas me deja tiempo libre, se la dedico a la otra. De lo que sí me he dado cuenta (y estaba totalmente equivocado), es de que por dejar de nadar no voy a hacer mejores joyas y al revés. Al volver de Londres, como no conseguí el resultado que quería dije se acabó, y eso fue un error, aunque te cueste más. Aunque te tengas que levantar a las siete de la mañana, te compensa porque todo lo demás lo vas a hacer mejor.

¿’24 kilates’ es su otra joya?
Es un proyecto que nació de la idea de enseñar al mundo lo que hago, siempre he tenido esa obsesión. Todos tenemos una joya en casa y me gustaba que la gente viera cómo se hacen. Hasta la próxima semana no nos confirmarán la segunda temporada.

¿Cuántas veces al día mira su brazo izquierdo (lleva tatuada la palabra kamikaze)?
Si lo llevo tatuado es porque lo llevo dentro. No es una cosa que venga de fuera hacia dentro. Me siento así porque si puedes soñar una cosa, al final la puedes hacer.

¿Se siente un kamikaze?
Sí. Su lema es ‘condenados al fracaso consiguen la gloria’ y eso me define perfectamente. Yo no me siento una persona en silla de ruedas, pero me lo dicen tantas veces… Somos la suma de todo lo que nos ha pasado. Me gusta la idea de que la gente piense que por mi situación debería estar en otro punto y sin embargo estoy peleando. Esa es la filosofía kamikaze. La vida me ha dado unas cartas para perder, pero las borro y las cambio.

¿Y si no consigue la marca mínima para los Juegos de Río de este verano?
Tendrá su parte mala, que es no haber logrado mi objetivo, pero tendrá muchas positivas porque me habré puesto en forma, porque estoy disfrutando de todo el camino que estoy recorriendo. Solamente tener la posibilidad de luchar por ir ya es especial. ¿Aunque tenga cinco medallas paralímpicas? Mira Michael Phelps. Es lo que llevas dentro. Es como si a un periodista le dices que no cuente noticias o a un escritor que no escriba. Soy deportista y en mi ADN está luchar. Donde soy más yo es en la piscina. Mire, yo soy un caos, salvo cuando estoy nadando.

Pablo Cimadevila

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