De este agua sí beberé

Las cuatro fuentes que simbolizan la primera traída de aguas de Pontevedra, y cuyo hierro se fundió en París y Vigo a finales del XIX, lucen nueva imagen gracias a su restauración integral. Las fontanas, tres de ellas en servicio, recuperan su antiguo color bronce
Las lenguas se han sustituido por grifos de menor presión y se ha devuelto el color original de bronce a las fuentes
photo_camera Las lenguas se han sustituido por grifos de menor presión y se ha devuelto el color original de bronce a las fuentes

En mayo de 1886, el arquitecto Alejandro Rodríguez Sesmero, al que Pontevedra debe la Casa do Concello, el Pazo Provincial o el Pazo das Mendoza, tuvo una visión: la ciudad necesitaba fuentes. Y se las pidió al entonces alcalde. Lo hizo a través de una carta en la que le solicitó que comprara en el extranjero cuatro fontanas de hierro fundido para el uso y disfrute de vecinos y visitantes "con cuatro grifos y llave de compuerta, al precio de mil pesetas la unidad".

En aquel mismo año, dos de las fuentes -una de ellas se perdió misteriosamente- llegaron a Vigo desde el puerto de Amberes tras pasar por la fundición francesa más importante de la época: Val d’'Osne. Cada una costaba 3.030 pesetas, uno de los motivos por los cuales se decidió hacer réplicas (tres en total) de las fuentes.

El encargado de copiar las piezas que venían de Francia fue Antonio Sanjurjo Badía, dueño de la fundición ‘La industriosa’, de Vigo. La factura que le giró al Ayuntamiento fue de 1.795 pesetas, casi la mitad de lo que costaban las fuentes originales.

Las copias fueron tan perfectas que casi es imposible determinar cuál de las cuatro piezas que en la actualidad presiden las plazas de Santa María, A Verdura, Curros Enríguez y Ourense (detrás de A Peregrina) es la original. Así lo reconoce la restauradora Mercedes Cifuentes, la responsable de la empresa poiense (Toxos Outos S.L.) que está detrás del proyecto de su recuperación integral.

Las emblemáticas fuentes de hierro fundido, que simbolizaron la primera traída de aguas de Pontevedra a finales del XIX, "estaban bastante deterioradas". "Abrímolas todas. Reparamos o sistema de auga e cambiáronse as linguas por billas, con pulsómetros, para que non salpique a auga", explica Cifuentes.

óxido y piezas robadas. Esta iniciativa vinculada a la conservación del patrimonio histórico de la ciudad fue impulsada y financiada por del Concello de Pontevedra, que ha invertido 12.628,10 euros para la puesta a punto de los manantiales. Además de acabar con el óxido, los trabajos incluyeron la instalación de las piezas de hierro fundido (las anteriores estaban hechas de resina) dañadas o robadas y el repintado de las estructuras.

El color elegido en la restauración fue el bronce antiguo. "Buscando toda a información histórica descubrimos que esa era a solución máis parecida á orixinal", apunta el concejal de Patrimonio Histórico, Luís Bará, que ayer visitó una de las fuentes que presentó más problemas de funcionamiento: la situada en la Praza de Santa María. De hecho, es la única que aún no ha entrado en servicio. "Antes de San Bieito (11 de julio) estará lista", compromete el edil del BNG.

La responsable de la obra reconoce que la de Santa María es una de las piezas con mayores defectos y advierte de que el deterioro de este tipo de mobiliario obedece, en muchas ocasiones, al mal uso que los usuarios hacen de ellas. "Mellor non comento o que nos topamos", dice en referencia a los objetos encontrados en el interior. "Os sumidoiros estaban colapsados".

A pesar de los misteriosos hallazgos, el agua de las cuatro fuentes (tres de ellas operativas: Curros Enríquez, A Pegrina y A Verdura) es potable. "É puro Lérez. Pontevedra da de beber a quen pasa", subraya el edil Luís Bará.

Comentarios