"Temos que xogar ao ritmo que nos propoñamos"

El Pontevedra tiene una cita con la gloria

El equipo granate busca el ascenso a Segunda B ante el Mensajero. El once de Luisito necesita remontar el 1-0 de la ida en el campo de Pasarón
Fran Fandiño golpea el balón ante Jacobo en el entrenamiento de ayer del Pontevedra en Pasarón
photo_camera Fran Fandiño golpea el balón ante Jacobo en el entrenamiento de ayer del Pontevedra en Pasarón

El penúltimo tren a Segunda División B parte hoy desde Pasarón a las 18.00 horas. No admite retraso a sus pasajeros, ni llama dos veces. Alguno deberá subirse sobre la marcha porque el convoy no tolera la impuntualidad. El penúltimo tren a la categoría de bronce tiene prisa por partir. El Pontevedra lleva persiguiendo el último vagón desde hace cuatro años. Ha estado cerca de montarse en él unas veces, mientras que otras ni se ha molestado en correr para alcanzarlo.

Esta vez ha madrugado más que nunca, se ha aseado mejor que otras veces, ha eludido falsos entretenimientos a la hora del desayuno y se ha puesto en marcha hacia la estación del ascenso. Atravesó un bosque de rivales, sorteó las emboscadas que surgían a su paso y alcanzó la última etapa con todas sus esperanzas de éxito intactas.

El once granate deberá deshacerse de su último enemigo para poder disfrutar de su butaca preferente en el tren de Segunda B. Tendrá su andén, el de Pasarón, como en las mejores citas, con miles de seguidores (¿ocho, nueve, diez, doce?) agitando banderas, colores y emociones, entregando oxígeno a su equipo cuando el aliento se le agote, levantándolo cuando el ánimo decaiga, saliendo a cabecear cuando el esférico sobrevuele el área de Kylian, despejando cuando la pelota surque el terreno de castigo de Edu y peleando cada balón dividido en el centro de la hierba.

Pasarón tiene la misión de remontar el 1-0 con el que su equipo salió del paradisíaco infierno de La Palma. El PCF sobrevivió al sueño, sobrevivió al viento, sobrevivió a la mañana, al césped sintético, a los espíritus del barranco del Silvestre Carrillo y a la temperatura de los fieles insulares, que calentaba pero no quemaba. El triunfo que el bloque palmero logró hace siete días no intimida ni confía en exceso a los pontevedreses. Los protagonistas saben que, aunque levantar la eliminatoria será difícil, depende de ellos.

Tendrán a su gente con ellos, tendrán como aliado el césped natural, contexto en el que el Mensajero no se siente tan a gusto, y también tendrán su ritmo como mejor arma. El ascenso del Pontevedra requiere de una diferencia de dos goles esta tarde y ello implica muchas realidades para el cuadro de Luisito. Exige paciencia, porque los 90 minutos serán muy largos. El estado físico del contrincante, castigado por la falta de profundidad de su plantilla, podría ser un elemento influyente en el envite. Así es que la contienda exigirá ritmo para ofrecer más opciones de éxito a los granates. En eso estará una de las claves del enfrentamiento, en la intensidad con la que se dispute. El Mensajero prefiere administrar su renta a revoluciones bajas. El Pontevedra acelerará.

MENTE.  La fortaleza psicológica de los jugadores también mediatizará el desarrollo de la batalla. Luisito insiste e insiste y vuelve a insistir: el ascenso es cosa de la fuerza mental. El encuentro tendrá estímulos múltiples. Estará clasificado el Pontevedra, lo estará el Mensajero. El público gritará mucho y se callará en algún momento. Habrá etapas de grandes ocasiones seguidas de momentos de tedio. Las mentes que mejor asuman que el fútbol es fútbol y como tal acepta todo tipo de variables serán las que manden sobre el césped de Pasarón.

Luisito trabajó ayer en el escenario de la pelea. No dio pistas sobre su once, ni sobre el esquema que empleará. Convocó a todos sus hombres, que hoy estarán concentrados en el Hotel Carlos I de Sanxenxo hasta dos horas antes del partido.

El Mensajero pernoctará en Vigo, entrenó ayer en el campo de O Vao de Coruxo y se desplazará esta tarde a la ciudad del Lérez. La narración de un ambiente hostil en el duelo de ida parece haber disuadido a Miguel Cid de alojarse en Pontevedra.

Su colega Luisito sigue las pistas de las hemerotecas, que recuerdan que hace 31 años, en la primera fase de ascenso a Segunda B que vivió el Pontevedra de su historia, el equipo que preparaba entonces Castro Santos derrotó al Mensajero para luego ascender.

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