"Es inconcebible que un tren nuevo no esté adaptado para los viajeros con discapacidad"

Una mujer de Vilagarcía denuncia la imposibilidad de acceder al Ave que sufren las personas con movilidad reducida. "Me niego a que se convierta en un espectáculo la maniobra para ayudarnos a subir"
Un escalón impide el acceso con silla de ruedas al tren, que cuenta con vagones adaptados
photo_camera Un escalón impide el acceso con silla de ruedas al tren, que cuenta con vagones adaptados

Más rápido, pero inaccesible para las personas con movilidad reducida. Lejos de suponer un avance, la reciente puesta en funcionamiento del Ave en la líneas Vigo-A Coruña se convirtió en un obstáculo. «Le pregunté al revisor cuál era el vagón que estaba adaptado y me dijo que absolutamente ninguno», afirma una vilagarciana que el día 30 de abril tuvo que desplazarse hasta Santiago, donde sigue un tratamiento médico para frenar una enfermedad degenerativa de los músculos que le obliga a usar muletas para caminar.

La empresa que ayuda a subir al tren a las personas que lo necesitan le confirmó lo que la había dicho el revisor, al igual que el personal de la estación de Renfe en Vilagarcía. El problema estriba en que los escalones no se sitúan a la altura del andén, lo que hace imposible entrar en el vagón manejando una silla de ruedas, que tuvo que utilizar durante un tiempo, ni tampoco con muletas.

M.R., iniciales de la viajera que realiza la denuncia, advierte de que esta situación también es una barrera para las personas que levan un carrito de un bebé o los mayores que caminan con dificultad. Antes eran más accesibles que ahora, ya que las escaleras son más estrechas, la separación entre los peldaños es mayor, y el espacio situado ante la puerta se redujo notablemente.

Expone que debe hacer entre dos y tres desplazamientos semanales en tren a Santiago y A Coruña y se enfrenta a un dilema: si se desplaza hasta la puerta para situarse cerca de ella cuando el tren llega a la estación, se produce un embotellamiento porque la superficie de zona próxima se redujo a la mitad con respecto a los trenes convencionales, además de que los pasillos también son más estrechos, y es necesario que alguien la ayude a bajarse; mientras que si elige aguardar a que desciendan todos, como el convoy solo para cinco minutos en la estación de Vilagarcía, corre el riesgo de que reanude la marcha antes de que pueda abandonarlo.

«Es inconcebible que un tren nuevo no esté adaptado a la normativa y que las personas con movilidad reducida no tengamos acceso a un servicio público», lamenta M.R., que pide salvaguardar su anonimato porque argumenta que su caso es uno solo entre muchos.

Agrega que comunicó lo que está sucediendo a la Coordinadora Galega de Minusválidos y argumenta que si no dejó reflejada su protesta en el libro de reclamaciones de Renfe es porque «iba con el tiempo justo, que es lo que les pasa a otras personas como yo».

M.R. mantiene que no tiene porque solicitar la ayuda del servicio Atendo, destinado a las personas con problemas de movilidad, porque mantiene que podría valerse por sí misma si el AVE tuviese las características del tren convencional, y se pregunta cuánto tiempo tardarán en adaptarlo.

«La Administración pone barreras y convierte en un espectáculo el acceso al tren de las personas con minusvalía. Me niego a formar parte de ese circo», afirma.

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