50 años del nacimiento del ¡Hai que roelo!

Hoy se cumple medio siglo del segundo ascenso del Pontevedra CF a Primera División, que supuso el inicio de la época más importante del deporte de la ciudad del Lérez
Este es uno de los onces habituales del Pontevedra CF en la temporada 64-65. De pie (de i. a d.): Rodri, Azcueta, Batalla, Cholo, Calleja y Vallejo. Fila inferior (de i. a d.): Neme, Martín-Esperanza, Ceresuela, Iglesias y Odriozola
photo_camera Este es uno de los onces habituales del Pontevedra CF en la temporada 64-65. De pie (de i. a d.): Rodri, Azcueta, Batalla, Cholo, Calleja y Vallejo. Fila inferior (de i. a d.): Neme, Martín-Esperanza, Ceresuela, Iglesias y Odriozola

Un día como el de hoy, pero de hace medio siglo, comenzó a fraguarse la leyenda granate. Se cimentaba la etapa más gloriosa no solo del Pontevedra Club de Fútbol sino, probablemente, del deporte de la ciudad del Lérez. Fue tan importante, que 50 años después se sigue recordando con fuerza y con añoranza, porque el 4 de abril de 1965 en el Stadium Gal de Irún el equipo de Pasarón lograba el punto necesario para regresar, tras un año en Segunda, a Primera División.

Casi dos años antes el Pontevedra había protagonizado su mayor hazaña al consumar el ascenso a Primera gracias al ‘gol del ajo’ de Rafa Ceresuela, que dio paso a una efímera temporada en el reino de los grandes. En Irún los granates hacían realidad el deseo de toda una ciudad. La aspiración de la vuelta a la élite se hacía realidad, aunque en cierto modo era previsible por la trayectoria del equipo durante la liga.

Si el primer ascenso fuera agónico, el segundo se esperaba desde hacía varias semanas, ya que desde la novena jornada las huestes de Marcel Domingo ocuparon el primer puesto y no lo abandonaron hasta el final. El mal comienzo liguero (3-1 en El Molinón) no fue presagio de nada malo, sino todo lo contrario, porque esa fue la derrota más amplia cosechada durante un más que brillante campeonato en el que sumó trece partidos consecutivos sin perder, cuatro victorias consecutivas y en el que no encadenó más de una jornada tropezando.

Los números demuestran la magnitud del equipo granate que se ganó el apelativo de ‘Atila, rey de los Hunos’, porque Pasarón siempre daba un uno en la Quiniela. Ese fue el anticipo del ¡Hai que roelo!, que adquirió su nombre en el estadio Insular de Las Palmas gracias a una pancarta exhibida por emigrantes gallegos con motivo de un partido ante el equipo local. Se decía ya por entonces que el conjunto pontevedrés era un hueso duro de roer, de ahí ese grito de guerra de que "había que roerlo como a un hueso".

La base del equipo se había cimentado la temporada anterior, la de Primera, y en ese ejercicio se vio reforzada con varios jugadores que marcaron una época en el conjunto pontevedrés. Las altas junto a los que continuaban conformaron un equipo imbatible que logró ante el Osasuna (4-0) la mayor goleada de esa temporada como local y frente al Hospitalet (0-3) la mayor como visitante.

Esos resultados hicieron que cuando restaban dos jornadas para la conclusión del campeonato de la regularidad se garantizase matemáticamente el primer puesto del grupo Norte de Segunda División y de esa manera el ascenso directo a Primera División en forma de leyenda, porque daba la sensación de que aquello era simplemente el anticipo de algo más grande. Los que lo pensaron no se equivocaron, porque la ciudad enloqueció con un lustro para la eternidad gracias a un ¡Hai que roelo! que clavó un puñal desafiante sobre la mesa de los poderosos, negándose a seguir la partida desde la sombra.

Todo lo vivido no sería posible sin el ascenso logrado en Irún. Dejó de ser Atila para convertirse en ¡Hai que roelo! y comenzar a fraguar una leyenda que sobrevive al paso del tiempo.

Comentarios