Veinte establecimientos participan este año en la temporada de furanchos

La ordenanza municipal permite a los loureiros abrir al público desde hoy y hasta el 30 de junio. Las peticiones de los cosecheros de adelantar la temporada y de variar las tapas respetando el máximo de cinco quedan pospuestas para el próximo año
Cartel de un furancho en Poio. DAVID FREIRE
photo_camera Cartel de un furancho en Poio. DAVID FREIRE

Preparados, listos, ya. La temporada oficial de furanchos comienza hoy con la participación de 20 establecimientos tradicionales del municipio, en los que el consumidor podrá degustar vinos de la casa y tapas artesanales a precios bastante reducidos.

El recuento de ‘loureiros’ incluye dos locales menos que el año anterior, aunque no se descarta que el cómputo crezca en los próximos días con la oportuna presentación de la documentación por parte de los titulares. Obviamente, la oferta real de este tipo de negocios es superior a las dos decenas, dado que la competencia desleal también está presente a la sombra de las parras y hay un buen número de furanchos clandestinos que ni disponen de licencia ni respetan el calendario de actividad.

El Concello es consciente de esta situación ilegal de muchos ‘loureiros’ y, por ello, prevé inspeccionar y sancionar los lugares donde se burla la ley. El resultado se podría ver antes de lo previsto, pues también se trata de la reclamación de mayor calado que trasladaron los furancheiros ‘con papeles’ al teniente de alcalde, Antón Louro, responsable de la ordenanza en vigor.

Más tiempo requerirá la petición cursada por el gremio de adelantar el inicio de la temporada al mes de febrero, cuando, según dicen los expertos, el vino comienza a estar en su punto. La modificación exige un cambio en la normativa y, al parecer, no hay margen suficiente como para ponerla en marcha este año, por lo que los afectados tendrán que aguardar a 2016 para anticipar la temporada.

Lo mismo ocurre con la solicitud de variar los pinchos que sirven como acompañamiento a las tazas de vino en cada uno de los establecimientos. El Concello veía factible autorizar a cada propietario a elegir un máximo de cinco tapas de entre las once autorizadas por la Xunta de Galicia, tal y como ocurre en otros ayuntamientos cercanos a la ciudad capitalina. Sin embargo, el trámite es más complejo de lo que parecía y la medida ha tenido que quedar pospuesta para la próxima cosecha.

Como resultado, las cartas de los furanchos se parecerán bastante y se ceñirán al despacho de los pinchos elegidos por mayoría, esto es: tabla de embutidos y quesos, oreja o chorizo, zorza o raxo, tortilla y pimientos de padrón. La demora en la reforma ha dejado fuera el resto de tapas aprobadas por el Ejecutivo gallego, que también permite vender empanada, costilla, huevos fritos, sardinas, croquetas y callos.

Normas y sanciones. La norma que impulsó la Concellería de Urbanismo permite abrir al público entre el 1 de marzo y el 30 de junio, un plazo que fue consensuado por los propios afectados y que empieza en el ecuador del intervalo autorizado por la Xunta de Galicia, el cual permite iniciar la actividad el 31 de diciembre.

El horario también está regulado por la ordenanza municipal y es de 17.00 a 00.00 horas de lunes a jueves, de 17.00 a 01.00 los viernes y vísperas de festivos, de 12.00 a 01.00 los sábados y de 12.00 a 00.00 horas los domingos y festivos.

Todos los locales deberán lucir el distintivo oficial distribuido por el Ayuntamiento y evitar cualquier señalización exterior más allá de las tradicionales ramas de laurel. Además, previamente a la apertura, los furancheiros deben aportar una extensa documentación en la que se incluyen informes sanitarios, el carné de manipulador de alimentos y una póliza de responsabilidad civil por valor de 90.000 euros para cubrir los posibles daños que pueda sufrir el comensal.

Los responsables de los ‘loureiros’ que violen la norma se enfrentan a pagar la mayor de sus facturas. El Concello suele referirse a una multa media de 600 euros, pero lo cierto es que el Decreto autonómico 215/2012, que regula la actividad de los furanchos gallegos, contempla un régimen sancionador que puede conllevar el cierre inmediato del establecimiento y multas de carácter económico, que oscilan entre los 300 y los 90.000 euros en función del tipo de infracción. El Primer paso es la apertura de un expediente de disciplina urbanística, de los que el año pasado se abrieron tres.

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