La visita de Cayetana a La Peregrina

De izquierda a derecha, Luis Martínez de Irujo; su esposa, Cayetana Fitz-James; Mª Teresa Iglesias y su esposo, Xosé Filgueira Valverde.
photo_camera De izquierda a derecha, Luis Martínez de Irujo; su esposa, Cayetana Fitz-James; Mª Teresa Iglesias y su esposo, Xosé Filgueira Valverde.

Pocos vestigios quedan de la única visita documentada de la duquesa de Alba a Pontevedra. De hecho, tan solo existe una fotografía, tomada en el atrio del Santuario de A Peregrina, en la que aparece Cayetana Fitz-James junto a su marido, Luis Martínez de Irujo, y el matrimonio formado por Xosé Filgueira Valverde y Mª Teresa Iglesias de Oscáriz. Mientras estos últimos se muestran especialmente sonrientes, la heredera de la Casa de Alba esboza una sonrisa entre forzada y tímida.

A pesar del vacío documental que rodea a la instantánea, los historiadores consultados la sitúan en la segunda quincena de octubre de 1960, durante un viaje que la noble pareja realizó por tierras gallegas.

En Pontevedra fue recibida y agasajada por Filgueira, ya alcalde, previa recomendación de su gran amigo en común Francisco Javier Sánchez Cantón, que en aquella época ejercía de embajador de Pontevedra en la capital del reino y coordinaba todas las visitas ilustres que se realizaban a la ciudad del Lérez y su entorno.

Uno de los datos cruciales para referenciar la fotografía es la carta remitida por ‘o vello profesor’ a Sánchez Cantón el 21 de octubre de ese año: «No pude ir a Vigo a estar con los duques. Supongo que se habrán marchado contentos de su paso por la provincia». Se refería a la visita que Cayetana y su esposo giraron a la ciudad olívica, donde también fueron homenajeados por las autoridades locales.

«Entonces era muy habitual que quienes venían de Madrid no visitasen una ciudad sola, sino que aprovechasen el viaje para recorrer diversas localidades. Y seguramente este fue el caso del día de la fotografía», apunta María Jesús Fortes Alén, archivera del Museo.

Fernando Filgueira, hijo del polifacético alcalde, recuerda aquella visita histórica «porque me lo contaron mis padres. Por aquel entonces, yo estudiaba en la Universidad y ya no estaba tanto en casa. Me explicaron que los habían llevado a conocer la zona monumental y que les había gustado mucho».

En la tournée se incluyeron escalas en los monumentos más representativos de la ciudad, como el Santuario de la patrona de la provincia, donde quedó registrada la única prueba gráfica de aquel momento.

Los expertos consultados aseguran que no sería nada descabellado que los duques hubiesen mostrado interés por visitar las Ruínas de San Domingos, «…sepulcros de Sotomayores...», toda vez que Luis Martínez de Irujo era hijo de los duques de Sotomayor y estaría interesado en profundizar algo más en sus raíces.

Sin embargo, la ausencia de datos concretos impide trazar un recorrido fidedigno. De hecho, dos grandes conocedores de la historia pontevedresa, Xosé Fortes y Sabino Torres, no tienen constancia de aquella visita. «A veces Filgueira organizaba actos de los que se enteraba poca gente, porque lo hacía de una forma muy reservada», subraya el editor.

viaje frustrado. La visita de los duques de Alba se produjo doce años después de que se frustrase otra que también habían organizado Sánchez Cantón y Filgueira Valverde. Después de varios aplazamientos, el entonces subdirector del Museo del Prado «anunció la suspensión definitiva del viaje debido a lo inadecuado de la época del año para la convalecencia del duque, que acababa de restablecerse de una gripe», tal y como detalla María Jesús Fortes.

Antes de conocerse la anulación, ambos amigos protagonizaron un frenético intercambio de correspondencia para no dejar un cabo suelto y cuidar todos los detalles. Sánchez Cantón sugería rutas y lugares de interés, y Filgueira se encargaba de cerrar los acuerdos. El primero es muy estricto con el protocolo, como queda reflejado en una de las misivas al hablar del menú, que se encargaría al Hotel Engracia: «Primero, la hora: una y media, absolutamente precisa; segundo, un comedor chico, que esté a temperatura agradable; tercero, comida sencilla y poco copiosa: una sopa bien hecha, un plato de huevos con picadillo de jamón, por ejemplo, y acompañados por arroz blanco, bien seco y un plato de carne, por ejemplo, lomo de cerdo asado, acompañado con patatas, alguna verdura (guisantes, judías verdes, alcachofas) y ensalada de lechuga con tomate; unas cañas de frente al Casino, fruta (peras y manzanas), café, cognac y anís. Como semichiste, unas vieiras. Los huevos podrían cambiarse por rodaballo frito, acompañado de salsa tártara y pimientos de Herbón».

En una carta posterior concreta las bebidas «vino blanco de Fefiñanes, muy frío y tinto, Río Miño de Peares, o Borrajo de Ribadavia; cuidad que éste no esté frío. Nada de ostras ni almejas crudas».

Para terminar, ante las dudas de Filgueira por el té de la tarde, la respuesta es contundente: «Él (el duque), su hermana y sospecho que su hija, odian de tal manera el té que ni como medicina casera lo admiten. A media tarde, y no después de las 6, si estáis con ellos, unas copas de Jerez y unas pastas es cuanto agradecerán».

Sabino Torres Editor y escritor

A veces, Filgueira organizaba actos de los que se enteraba poca gente, porque lo hacía de una forma muy reservada»

María Jesús Fortes Archivera del Museo

Entonces era muy habitual que quienes venían de Madrid aprovechasen para visitar varias localidades»

Fernando Filgueira Médico e hijo de Xosé Filgueira

En esa época yo estaba en la Universidad, pero mis padres me dijeron que a los duques les encantó la zona monumental»

Paradoja

La carta de los preparativos se envió un 20N

Entre la numerosa correspondencia que cruzaron Filgueira Valverde y Sánchez Cantón para preparar la visita del duque de Alba y sus hijos a Pontevedra (evento que, al final, no se llevó a cabo), el Museo conserva una remitida, curiosamente, un 20 de noviembre, el mismo día en que falleció Cayetana Fitz-James.

En el documento se especificaban diversos pormenores, como el servicio que atendería a los ilustres visitantes, la vajilla que se usaría, la mantelería, el ajuar...

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