Los padres lloran más que los niños por la vuelta al cole

Las jornadas que anteceden al inicio del curso escolar son sin duda de las que más estrés generan en las familias pontevedresas. Los padres, que han venido disfrutando de sus hijos (y soportándolos) durante el verano, afrontan el comienzo de las clases con una mezcla de alivio y nerviosismo. Aunque los niños, sobre todo los matriculados por primera vez, viven con cierto agobio el quedarse en manos de los docentes y rodeados de compañeros, en muchas ocasiones son los padres los que terminan expulsando su tensión a través del llanto.

En los rostros de algunos progenitores se reflejaba este lunes ese cóctel de sensaciones al dejar a sus hijos en el cole: la preocupación por saber cómo se adaptarán a la nueva situación, el orgullo de verlos sonreír con sus compis y profes y el desahogo de saber que pueden irse a trabajar tranquilos. Los 22 centros de Infantil y Primaria de Pontevedra, con excepción del colegio de Barcelos, que trasladó a este martes el comienzo por la ejecución de obras, pusieron en marcha el curso académico 2011-2012.

En todas las escuelas y colegios se repitieron las mismas escenas: padres nerviosos agolpados a las puertas y mucha alegría por el reencuentro con los compañeros del año pasado. Con excepción de los niños de Infantil, sobre todo los de primer curso, que echaban algún que otro lagrimeo para evitar que sus papis los dejasen en manos de los profesores, eran los progenitores los que más ansiedad reflejaban y algunos la sacaron afuera también a través de lloreras.

Sin embargo, tras un largo verano, la mayoría de niños y padres añoraban el comienzo del curso escolar y las tensas caras que podían verse tras el madrugón fueron sustituídas por sonrisas al recoger a los chavales en el colegio y comprobar que los pequeños estaban contentos con sus profes y alegres de volver a jugar con sus amigos. Desde luego, para alguna madre, como Begoña Martínez, que tiene a tres niños matriculados en el colegio de Campolongo (una niña en primero de Primaria, un niño en tercero y otro en cuarto), el inicio de las clases ha supuesto un cierto alivio para sus obligaciones laborales y educativas.

Según explica, ''a los dos mayores, como repiten, les daba igual el comienzo'' y pudieron dormir sin problemas la noche del domingo, ''pero la pequeñita estaba más nerviosa''. ''En general -matiza- lo llevaron bastante bien. Los dos mayores no cambiaron de compañeros y la niña, que venía del Crespo Rivas, se quedó con la misma clase''.

Además, otro de sus hijos se estrenaba ayer en primero de Infantil de la escuela Crespo Rivas: ''Ese lo llevó un poco peor, lloró un poquito al principio, pero, como los pequeñitos estuvieron solo dos horas (de 10.00 a 12.00 horas, durante esta primera semana) y la profesora se portó muy bien, después se quedó bien''.

Con tantos niños a los que atender, Begoña Martínez admite que el comienzo de las clases supone un desahogo, no solo ''para los padres que trabajan o los que están haciendo tareas del hogar'', sino también porque ''los niños necesitan socializarse y estar con otros niños en determinados momentos del año''. ''Venimos de un verano largo -aclara- y realmente es bueno para todos a nivel familiar. Estábamos deseando podernos dedicar por las mañanas a nuestro horario laboral''.

Estreno

Un poco más intranquila debería sentirse Marta Pardo, cuya hija Laura se estrenaba en el primer curso de Infantil en la escuela Crespo Rivas. Sin embargo, asegura que, ''como ya había estado en la guardería el año pasado'', el inicio de esta nueva etapa ''no supuso ningún trauma'' para la niña, que no vio afectadas sus horas de sueño en los días previos al arranque de las clases. ''Además, a ella le gusta -subraya- y se le notaba con ilusión. Como la entrada es así con todo el mogollón, tampoco le dio demasiado tiempo a darse cuenta''.

Marta Pardo afirma que pensó que su hija, que solo conoce a algunos de los pequeños que van en su clase, iba a agobiarse ''cuando viese a otros niños entrando y llorando'', pero, por el contrario, no soltó ni una lágrima. Tal y como constata, ''sobre todo a los padres primerizos, los que llevaban al niño por primera vez al colegio, sí se les veía más preocupados''. ''Una madre -señala- salía casi llorando de la guardería''.

No obstante, según explica Pardo, los profesores se encargan de recoger a sus alumnos y meterlos en las clases con rapidez, por lo que ''la despedida no es muy dramática''. En este sentido, destaca la labor de los docentes, ''intentando poner orden en toda la jauría, porque son tres clases de 25 niños'', y hace hincapié en el alivio que supone para los padres el comienzo de curso en horario de 9.00 a 14.00 horas.

En su caso, como en el de muchos otros padres, el horario laboral no coincide demasiado bien, por lo que debe buscarse la vida para que dejen a su hija en la escuela y la vayan a recoger. ''Tienen que ir siempre los abuelos -apunta- a buscarla''.

Para Foro Lorenzo, que tiene una niña en primero de Primaria en el colegio de Campolongo y a un pequeño a punto de empezar en la guardería de A Parda, los días previos al inicio de las clases no han sido un quebradero de cabeza, pues su hija ''ya estuvo en Infantil tres cursos con los mismos compañeros y tenía ilusión por verlos''. En su opinión, a los pequeños les sienta bien ''comunicarse y estar con otros compañeros y no todo el rato con los padres''.

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