POR RAZONES obvias, la Justicia suele tener muy en cuenta la proporcionalidad de la agresión al dictar resoluciones. Si un ladrón entra a robar armado con un palo y el dueño de la vivienda lo recibe y se defiende con un rifle, es desproporcionado. Claro que luego hay los matices.
Por cierto, ¿cómo se gradúa tal equilibrio en Cataluña? Piden que el Gobierno la tenga presente a la hora de actuar, pero si el que ataca utiliza todas las armas, de obra y palabra, a su alcance, el Estado de derecho no puede comportarse como una hermanita de la caridad, poniendo la otra mejilla. Tampoco sería lógico entrar con tanques en las Ramblas, disparando contra todo lo que se mueve.
Para los independentistas, proporción es dejarles hacerlo que ellos pretenden, pasándose por el forro todas las leyes y derechos de los ciudadanos que no comulgan con sus desvaríos. Eso supondría una claudicación intolerable por parte de quienes tienen el deber de hacer cumplir la Constitución. Por eso la proporción pasa por hacer cumplir la ley, guste o no, al margen de cualquier interferencia partidista, aplicada con fines diferentes a lo que se dilucida. Lo demás solo son paños calientes, mareando la perdiz.
